La Vida de que vence la muerte...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 13 de marzo de 2005, Domingo V de Cuaresma del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Asombro ante la vida1. ESTAMOS HECHOS PARA LA VIDA, PERO TAMBIÉN NECESITAMOS LA MUERTE... Todos tenemos un instinto muy fuerte, que nos muestra que estamos hechos para la vida y, como consecuencia, una vez que hemos nacido, queremos vivir para siempre. Sin embargo, sabemos que eso no es posible. Una vez que hemos nacido, de lo único que podemos estar seguros es de que vamos a morir, ya que cumplimos la única condición necesaria, y es la de no haber muerto todavía...

Arrugas de la vidaDe muchas maneras experimentamos los límites que se presentan a nuestra aspiración de vivir para siempre. Como dice la sabiduría popular, después de haber cumplido los cuarenta años, si cuando nos despertamos a la mañana no nos duele nada, es que ya estamos muertos. A medida que vamos avanzando en la edad, los achaques y las enfermedades nos van avisando las limitaciones que nuestra condición corporal le va poniendo a nuestra vida. Con el transcurso del tiempo, la piel se nos va arrugando y se nos va haciendo más débil. Por otra parte, las articulaciones se nos van poniendo duras y los músculos nos quedan cada vez más flácidos, más blandos. Además, mientras los dientes se nos aflojan, las neuronas cada vez se nos endurecen más, y se nos hace menos ágil nuestra mente...

Caminante de la vidaMientras vamos avanzando en el camino de la vida, nos vamos dando cuenta de la profunda verdad que se ocupaba de poner en evidencia una película que aparecía en la pantalla hace ya unos cuantos años, que aquí en Argentina se dio bajo el título La muerte le sienta bien. En ella aparecía una mujer, bastante vanidosa, que paga mucho dinero para adquirir una pócima mágica que le permitirá vivir para siempre. Una amiga, bastante superficial, a través de una serie de vicisitudes que no interesa detallar ahora, se hace también de esa pócima. Pero una vez que ambas la han tomado esta pócima, se dan cuenta que, aunque tienen garantizada la vida para siempre, el cuerpo se les va poniendo viejo. Deciden, entonces, convencer a un cirujano plástico que ha sido marido de una y amante de la otra, al que le tienen mucha confianza, para que tome esa misma pócima. De esta modo, piensan, podrá dedicarse siempre a arreglarles el cuerpo que se les pone viejo. Pero se les arruinan los planes cuando este cirujano se resiste, diciéndoles con toda claridad que no lo hará, ya que su experiencia le dice que la única manera posible de vivir para siempre es morir, ya que esa vida a la que se aspira sólo se puede alcanzar después de la muerte. Nuestra experiencia personal es la misma: por una parte contamos con esa aspiración profunda que nos impulsa a querer vivir para siempre, pero por otra parte experimentamos esa limitación que se pronuncia como sentencia final con la muerte...

Llamados a la vida2. DIOS NOS HA LLAMADO A LA VIDA, Y QUIERE QUE VIVAMOS PARA SIEMPRE... Ese deseo de vivir para siempre, que sentimos como una fuerza imparable dentro de cada uno de nosotros, viene de Dios, de quien hemos recibido el mismo don de la vida. Es Él quien nos ha sembrado en lo más profundo de nuestro corazón deseos de eternidad. Por eso podemos estar seguros que la vida para la que Dios nos ha hecho no es esta vida limitada por la muerte, sino la Vida del mismo Dios...

Jesús resucitado"Yo soy la Resurrección y la Vida", nos dice Jesús. Y el que crea en Él, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en Él, no morirá jamás. Creer en Jesús significa estar seguros de que verdaderamente resucitó, y que Él ha vencido a la muerte. Pero creer en Jesús es también creer en su Palabra. Significa creer verdaderamente que con su Palabra Jesús nos llama a vivir en el amor, nos llama a la solidaridad y a la entrega continua en el servicio a los demás. Creer en Jesús significa estar seguros que el que gasta su vida en el servicio a los demás, como nos lo muestra en estos días Juan Pablo II, sumamente limitado por su enfermedad pero al mismo tiempo incansable en su entrega, es el que verdaderamente gana, y el que cree ganar su vida porque piensa sólo en sí mismo, es el que irremediablemente la pierde...
 
Creer en Jesús es creer que son verdad las Bienaventuranzas, y que tener alma de pobres, sufrir la aflicción, tener paciencia, tener hambre y sed de justicia, tener un corazón misericordioso, así como un corazón y una mirada pura, y trabajar por la paz, dan como fruto la Vida de verdad. Creer en Jesús y vivir en Él, en definitiva, nos hace participar ya ahora en la Vida que Jesús nos ganó en la Resurrección, para que viviendo con él y por Él, vivamos para siempre...

Sepulcro vacío3. HAY QUE RECIBIR DE JESÚS LA VIDA QUE VENCE LA MUERTE Y DURA PARA SIEMPRE... No importa, entonces, cuánto dure nuestra vida, si pensamos sólo en la duración del tiempo en el que se desarrolla en esta tierra. Mirado el tiempo desde la eternidad, mil años son como el día de ayer, que ya pasó (Salmo 90, 4)...

Lo que importa es tener ya en nosotros la Vida que Jesús ganó en la Resurrección, y que nos regala por su amor. Lo que importa es vivir con la fe, que nos abre a la posibilidad de una Vida que vence la muerte. Hay que vivir en la fe, que nos lleva a buscar esta dimensión de eternidad en todas las vicisitudes de la vida de cada día. Hay que vivir de la fe, para lo cual se hace imprescindible alimentarla cada día con la Palabra de Dios y con los Sacramentos, que nos hacen vivir ya ahora esa Vida, que viene de Dios, y que dura para siempre...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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