Puertas grandes, bisagras firmes...
Queridos amigos:
1. HACEN FALTA BISAGRAS MUY FIRMES PARA
SOSTENER PUERTAS GRANDES... Toda la Casa del Hogar Marín es muy grande,
muy sólida, muy fuerte y muy linda. Está, ciertamente, construida con
mucha sabiduría y experiencia. Todo está en su lugar, cada ambiente
cumple su función, la Capilla en el Centro muestra dónde está el
corazón de la Casa. Puede ser, sin embargo, que cada uno de los que
viven o vienen a la Casa, tenga un lugar que le guste más o que le
resulte preferido, dentro de ella. A mí, por ejemplo, me gusta
especialmente la puerta de entrada. Porque es una puerta grande,
amplia, sólida, que puede abrirse por partes, ya sean las dos hojas
inferiores, o también las dos superiores o, abriendo los marcos que
contienen esas cuatro partes de la puerta, toda ella de una vez. Me
parece que una puerta así, bien grande, es la apropiada para este
Hogar, donde además de las Hermanitas viven los 90 ancianos residentes.
Casa grande, entonces, con puerta grande, para que pueda entrar por
ella todos los que viven en la Casa, y todos los que vienen a visitarla
o prestar su servicio. Eso sí, una puerta tan grande no funcionaría
bien si no tuviera, como tiene ésta, cuatro bisagras muy firmes de cada
lado. Sólo en ellas es posible que se afirme una puerta así, y que gire
con facilidad y armoniosamente...
En realidad, también Jesús, como
Él mismo nos dice hoy en el Evangelio, es una puerta, la Puerta por la
que se entra al Cielo. Puerta que ha puesto en manos de los hombres a
través de su Iglesia, desde el momento en que confió a Pedro y sus
sucesores las llaves del Reino de los Cielos (cf. Mateo 16, 18)...
2. SÓLO JESÚS ES LA PUERTA POR
LA QUE SE ENTRA A LA VIDA ETERNA... Por Jesús, y sólo por Él, es
necesario pasar para encontrar la Vida en abundancia, que el mismo
Jesús nos ha venido a traer. El Cielo, la Vida eterna, es el único
corral que es necesario alcanzar, y al que sólo por Jesús es posible
entrar...
Cuando los Cardenales comiencen mañana el
Cónclave y se dispongan a votar en la Capilla Sixtina, sabrán muy bien
que no estarán eligiendo una Iglesia que merezca prevalecer sobre las
otras (la de Europa, la de Asia, la de África o la de Latinoamérica,
por mencionar la mirada continental que parece desvelar a los
periodistas que pretender acertar en su vaticinio). También tendrán
presente que no estarán eligiendo una "línea", conservadora o
progresista, como si se tratara de política mundana cuando se habla de
la misión de la Iglesia. Ellos saben bien que deben elegir a quien
consideren, en la presencia de Dios, la persona más apta para seguir
con la misión que Jesús confió a Pedro, de confirmar en la fe a sus
hermanos (cf. Lucas 22, 32), de ser con su fe una piedra firme sobre la
que se edifique la Iglesia (cf. Mateo 16, 18), de lanzar las redes
hacia el mundo entero, "navegando mar adentro" hacia los hombres de
nuestro tiempo, como decía Juan Pablo II citando el envío que hizo
Jesús de Pedro y los demás Apóstoles, y trazando de esta manera el
horizonte que se le presenta a la Iglesia en su tercer milenio, recién
iniciado...
Saben, entonces, los
Cardenales, que deberán elegir a quien tenga la mayor fortaleza para
entregar toda su vida, que ya no le pertenecerá más, haciendo todo para
que el bien se extienda por todo el mundo, por el mismo camino por el
que transitó Jesús. Saben los Cardenales que Jesús fue crucificado, y
que no será distinto el camino que le corresponderá a su Vicario en la
tierra. Saben que, a pesar de hacer el bien, o justamente "a causa de"
hacerlo, el nuevo sucesor de Pedro tendrá que sufrir, y que esto
constituirá para él una gracia delante de Dios, como nos dice hoy el
mismo San Pedro. Es más, los sufrimientos del Pastor, serán como una
señal de que nos lleva por la buena senda, ya que no es otra la que
recorrió Jesús, y no es otra la que lleva al Cielo...
3. REZAMOS CON TODA LA IGLESIA
POR EL PASTOR QUE DIOS NOS ESTÁ PREPARANDO... De todos modos, el
Cónclave no es un acontecimiento que involucre sólo a los Cardenales.
Es, en cambio, un acontecimiento eclesial, en el que estamos
involucrados todos los que formamos parte de la Iglesia...
Los Cardenales están ya ahora
viviendo en la Casa Santa Marta, dentro de la Ciudad del Vaticano,
apartados del mundo, sin teléfonos, ni periódicos, ni radio ni
televisión, ni Internet ni ningún otro contacto con el mundo exterior.
Desde allí se trasladarán mañana a la mañana a la Basílica de San
Pedro, para iniciar el Cónclave con la celebración de la Misa por la
elección del Papa. A la tarde irán, a pie o en el bus que disponen para
ello, a la Capilla Sixtina, donde tendrán los momentos de oración, de
predicaciones, de coloquios y de votaciones que llevarán a la elección
del nuevo Papa...
Será el mismo Jesús, quien le
confíe la misión y la potestad que necesita para desempeñarla, ya que
el Papa será el Vicario de Cristo en la tierra, es decir, quien hace
sus veces, quien cumple esta función clave de ser la Puerta por la que
el Cielo se nos abre. Será Cristo quien le confíe al nuevo sucesor de
Pedro las llaves del Reino de los Cielos. Pero será mediante la
elección que realicen los Cardenales y su personal aceptación, junto
con la plenitud del Sacramento del Orden que tienen los Obispos, que le
será dada por Jesús esta misión y su correspondiente potestad...