Abrirle las puertas a Cristo...
Queridos amigos:
1.
EL QUE NOS GUÍA DEBE SABER A
DÓNDE VAMOS, PARA ELEGIR BIEN EL CAMINO... Así
sucede, por ejemplo,
cuando estamos de vacaciones y vamos a las montañas del sur
en
Argentina. Es fascinante internarse por los senderos que nos llevan
desde las costas de los lagos hasta las alturas de los cerros. Pero a
veces puede ser peligroso, si no conocemos bien el lugar o no nos
guía
alguien que conoce bien la picada. Una situación semejante
se nos
presenta cuando visitamos una ciudad que no conocemos. Se nos facilitan
mucho las cosas si nos acompaña alguien que vive en ella o
que al menos
ya ha estado allí, y puede entonces llevarnos sin demoras a
sus lugares
más importantes y a sus rincones más deliciosos...
Pero esto resulta aún mucho
más
importante cuando se trata de nuestro Pastor, el de la Iglesia
universal, Benedicto XVI, que hoy inauguró oficialmente su
pontificado
con la Misa que celebró en la plaza de San Pedro. El sabe
bien a dónde
vamos, sabe bien que Dios nos ha destinado al Cielo. Y nos lo recordaba
en su Homilía,
en la que se refirió lleno de afecto y gratitud, pero
también de fe, a
su predecesor, el querido Juan Pablo II. Nos decía que este
Papa, que
durante 26 años ha sido
nuestro pastor y guía en el camino, cruzó el
umbral hacia la otra vida,
entrando en el misterio de Dios, pero no dio este paso en solitario, ya
que quien cree, nunca está solo; no lo
está en la vida ni tampoco en la muerte. Recordó
que el día de sus
funerales se invocó a los santos de todos los siglos rezando
las
letanías con las que se invoca a los santos que fueron sus
amigos y sus
hermanos en la fe, sabiendo que serían el cortejo viviente
que lo
acompañaría en el más allá,
hasta la gloria de Dios. Nos decía, lleno
de confianza, que al hacerlo, todos sabíamos que en el Cielo
se
esperaba su
llegada, y que por eso ahora sabemos que él está
entre los suyos y se
encuentra
realmente en su casa. Esa meta a la que Juan Pablo II llegó,
siguiendo
con fidelidad el camino de la fe, es la misma a la que nosotros somos
llamados, y a la que Benedicto XVI debe guiarnos, habiendo asumido la
sucesión de san Pedro, para la que lo eligió el
Colegio de Cardenales
el pasado 19 de abril...
2.
NUESTRA META ES EL CIELO.
JESÚS ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA... Benedicto XVI
tendrá la
misión de recordarnos siempre la meta, que no podemos
olvidar, a pesar
de que los medios de comunicación no suelen hablar de ella.
Tampoco los
gobernantes de la tierra, incluidos todos los que participaron hoy en
la Misa que celebró Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro,
parecen
tenerla en cuenta de manera demasiado explícita. Pero
nosotros no
podemos dejar de tenerla en cuenta, ya que todo en nuestra vida debe
encaminarnos a ella...
Benedicto XVI nos lo decía
también hoy en su Homilía,
en la que no desarrolla un "programa de gobierno" (esta
expresión
parece demasiado limitada para abarcar todo el contenido de su
ministerio), sino simplemente nos dice que su
verdadero programa de gobierno es no hacer su voluntad, no seguir sus
propias ideas, sino ponerse, junto con toda la Iglesia, a la escucha
de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarse conducir
por Él, de
tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en
esta hora de
nuestra historia. Nos decía que la Iglesia está
viva, y nosotros lo
experimentamos. Y para que a nadie le quedaran dudas, nos aclaraba que
la Iglesia está viva porque Cristo está vivo,
porque Él verdaderamente
ha
resucitado. Nos recordaba que en el dolor que aparecía en el
rostro del
Santo Padre en los días de Pascua, hemos contemplado el
misterio de la
pasión de Cristo y tocado al mismo tiempo sus heridas. Pero
en todos
estos días también hemos podido tocar, en un
sentido profundo, al
Resucitado. Hemos podido experimentar la alegría que
él ha prometido,
después de un breve tiempo de oscuridad, como fruto de su
resurrección.
Y nos recordaba que ésta fue precisamente la maravillosa
experiencia de
estos días por los que hemos pasado, con los tristes
días de la
enfermedad y la
muerte del Papa. Todo lo vivido en esos momentos ha manifestado de modo
maravilloso ante
nuestros ojos que la Iglesia está viva, y además
es joven. Pero yendo
todavía más a fondo, nos hizo ver que la Iglesia
lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica
también a
cada uno de nosotros la vía hacia el futuro, porque
Jesús resucitó y
nos ha abierto las puertas y nos ha llamado al Cielo...
Nuestra meta es el Cielo, y
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida que nos
allí nos llevan.
Benedicto XVI es ahora el Vicario de Cristo en la tierra, el que hace
aquí su veces. Por eso su tarea será mostrarnos
el Camino, enseñarnos
la Verdad y darnos la Vida de Jesús. Con referencia al
Camino, el Papa
será nuestro guía, y en eso consiste su tarea de
gobierno de la Iglesia
universal. Creo que para entender esta tarea resulta muy
útil tener en
cuenta lo que él mismo nos decía hoy en su Homilía.
No es el poder lo que redime, nos decía Benedicto XVI, sino
el
amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es
amor. Y nos recordaba
las veces en las que a veces nosotros deseamos que Dios se muestre
más
fuerte, actúe más duramente,
para derrotar el mal y crear un mundo mejor. Nos recordaba que todas
las ideologías del
poder se justifican así, y justifican la
destrucción. Nosotros, nos
decía,
sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, recordaba, todos
necesitamos su
paciencia. Dios, que se ha hecho Cordero, nos dice que el mundo se
salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo, que se
destruye por la impaciencia de los
hombres, es
redimido por la paciencia de Dios. Está
diciéndonos, me parece, en qué
consiste el gobierno de la Iglesia universal que ha caído
sobre sus
hombros. Y nos explicaba la actitud con que lo asume,
diciéndonos que
una de las características fundamentales
del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal
como ama Cristo, a cuyo servicio está...
Este contenido de su ministerio
pastoral nos dice también la función que le toca
de enseñarnos la
Verdad de Jesús y brindarnos su Vida. También a
esto se refirió en su Homilía,
recordándonos que apacentar las ovejas quiere decir
amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir.
Amar
quiere decir también sufrir, interpreto yo, porque no se
trata de un
amor "blando", que pueda acomodarse a las circunstancias de los tiempos
con la sola preocupación de agradar a todos o a la mayor
cantidad
posible (a veces parecería que esto es lo que se busca de la
religión
entendida como un "artículo de consumo"). Amar, dijo hoy
Benedicto XVI,
significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad
de Dios, de la Palabra de Dios. Palabra que no está en el
poder de la
Iglesia, ni siquiera del Papa, endulzar o "alivianar", para que "duela"
menos. Amar, decía hoy Benedicto XVI, significa
también dar el alimento
de su Presencia, que él nos
da en el Sacramento de la Eucaristía, así como
también en todos los
otros Sacramentos. Y el Papa deberá velar para que estos
Sacramentos se
celebren en toda la Iglesia, para el bien de todos los hombres, tal
como la Iglesia los ha recibido...
3. REZAMOS PARA QUE EL PAPA NOS AYUDE A
ABRIRLE LAS PUERTAS A CRISTO... Los Cardenales eligieron uno de ellos,
que con el nombre de Benedicto XVI ha sumido la sucesión de
Pedro. Pero
el mismo Jesús le ha entregado las llaves del Reino de los
Cielos. Es
de Jesús de quien recibe la misión y la potestad
necesaria para
llevarla adelante, como en su momento la recibió Pedro. Esta
tarea del
Papa es, ciertamente, y Benedicto XVI lo sabe, superior a cualquier
fuerza humana que pueda imaginarse. Él es bien consciente, y
lo dijo
hoy, que es un débil siervo
de Dios, que tiene que asumir una tarea inaudita, que supera realmente
su capacidad humana. Por eso no extraña que nos pida que lo
acompañemos
con nuestra oración. Nos dice que recemos por él,
para que aprenda a
querer cada vez más a su
rebaño, a nosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de
nosotros, tanto
personal como comunitariamente. Que recemos por él para que
el miedo no
lo lleve a huir ante los lobos. Nos pide también que recemos
unos por
otros para que sea el Señor
quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros...
En definitiva, Benedicto XVI,
como lo hacía Juan Pablo II, tendrá que hacer
presente a Jesús en este
mundo descreído de hoy. Y como él mismo lo
decía en su Homilía
de hoy, sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo,
conocemos lo que es la vida. Benedicto XVI podrá hacer mucho
para
acercar a Jesús a este mundo de hoy necesitado de una
felicidad que no
termina de encontrar. Le sirve para ello su propia experiencia. Nos
decía hoy: "Nada hay más hermoso que haber sido
alcanzados,
sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello
que
conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él"...