Hay que saber elegir...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 24 de julio de 2005, XVII Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Arco Iris1. NO SE PUEDE TENER TODO. HAY QUE SABER ELEGIR LO QUE VALE LA PENA... No se puede tener todo al mismo tiempo, y por eso muchas veces es necesario saber elegir lo que vale la pena para cada momento, o al menos aceptar lo Lluviaque en cada momento llega. Es muy posible que a todos nos guste que, al menos los domingos y los demás días de descanso, por no decir todos los días, salga el sol, que nos despierta siempre una sonrisa y nos levanta el humor. Pero, si sólo hubiera días de sol, ¿cómo llegarían a nosotros las lluvias, que hacen que las semillas sembradas den muchos y buenos frutos, y la tierra nos dé los alimentos que necesitamos? Por eso, además del sol, hace falta que también sepamos alegrarnos con la lluvia...

Seguro que a todos nos gusta tener buena salud. Pero al mismo tiempo nos gustan también las comidas cargadas de grasa (por ejemplo, un buen asado bien jugoso, precedido por un buen copetín lleno de ricos embutidos), y los postres bien dulces y llenos de otra cantidad de delicias. Ahora bien, llega un momento en que hay que elegir. Porque si la sal, o las grasas, o los dulces, no resultan adecuados para nuestra particular salud, tendremos que aprender a prescindir de estas cosas, o aguantarnos que nuestra salud se resienta, no podremos conservar el hábito de comer lo que se nos dé las ganas, sin asumir las inevitables consecuencias...

TriunfadorPuede ser que alguno haya hecho, o esté haciendo planes, para ser un gran triunfador en su profesión, o en el deporte que le gusta, o en la ciencia en la que encuentra mayor gusto. Es un muy loable plan. Y si tiene la capacidad suficiente, seguramente podrá lograrlo. Pero eso tendrá su precio. Deberá dedicarle tiempo, atención, dedicación y esfuerzo a su plan, que si tiene metas elevadas, no se alcanzarán de un día para otro, sino que requerirán tiempo y constancia...

VagoNo se puede pretender llegar a una meta elevada si, en vez del esfuerzo que se necesita para alcanzarla, sólo se es capaz de lograr un esfuerzo sostenido a la hora de convertirse en ser un "experto del zaping", teniendo constancia sólo al sentarse frente al televisor, con el control remoto en la mano, pasándose horas enteras viajando de una pantalla a otra, sin frenar nunca en algo que valga la pena...

Realmente hay cosas que son muy importantes. Son aquellas por las que vale la pena dejar todo lo demás, incluso el control remoto del televisor. Eso es exactamente lo que sucede cuando Jesús aparece en nuestra vida, y nos ofrece participar de su Reino, el Reino de Dios, que se realiza plenamente en el Cielo pero que comienza ya aquí en la tierra. Y hoy Jesús quiere ayudarnos a medir qué estamos dispuestos a hacer cuando Él aparece en nuestra vida con esta propuesta...

Campo2. PARA ENTRAR EN EL REINO DE DIOS, HAY QUE ESTAR DISPUESTOS A DEJARLO TODO... Dios no puede estar en un segundo lugar. O lo es todo en nuestra vida, o se nos queda afuera. Por eso, cuando aparece, hay que estar dispuestos a dejar todo lo demás...

TesoroA veces Dios aparece de sorpresa en nuestra vida, en el momento y del modo que menos lo esperamos. Como le sucede al hombre de la primera parábola que hoy nos presenta Jesús. Sin buscarlo, se encuentra con un tesoro enterrado en un campo. A veces Dios también parece de sorpresa en nuestra vida, a través de una palabra, un gesto fraterno, de un reclamo o de una necesidad con la que alguien con quien nos cruza la vida golpea a nuestras puertas. Y bien, ese es el momento en que tenemos que "dejarlo todo" para atenderlo a Dios, y de esa manera entrar en su Reino, o, dicho de otro modo, dejar que su Reino entre en nosotros, dejar que Dios reine en nosotros con toda contundencia...

PerlaOtras veces Dios aparece en nuestra vida después que lo hemos estado buscando con insistencia y perseverancia. Así le sucede también al negociante que se dedicaba a buscar perlas finas, hasta que finalmente encontró la que siempre había esperado encontrar. Muchas veces a nosotros nos pasa lo mismo con Dios. Nos hemos pasado mucho tiempo buscándolo, de una y otra manera, con impaciencia e incluso a veces hasta con quejas, cuando nos ha parecido que se escondía y nos rehuía, sin responder a nuestros reclamos y a nuestra oración...

En todo caso, sea de una manera o de otra, siempre Dios aparece en nuestra vida. Lo importante, y lo que hay que tener en cuenta, es que cuando aparece, reclama todo nuestro amor. Hace falta "venderlo todo", hay que desprenderse de todo para atesorar el Reino de Dios, para llenarse de su presencia. Y hay que tener en cuenta que, en realidad, Dios aparece en nuestra vida todos los días, está siempre "a la vuelta de la esquina". Por eso, es necesario estar siempre dispuestos a desprendernos de todo para quedarnos siempre con Dios, y encontrar la verdadera alegría. De esto mismo nos da testimonio hoy Salomón en la primera lectura, ya que ante la propuesta de Dios de pedirle lo que quisiera, no puso entre sus preferencias una larga vida, ni riqueza, ni que destruyera a sus enemigos, sino simplemente la sabiduría de un corazón comprensivo, para discernir entre el bien y el mal...

Ancla3. CONFIEMOS EN EL AMOR DE DIOS Y, PUESTOS EN SUS MANOS, VIVAMOS CON ESPERANZA... Si confiamos en el amor de Dios,  pondremos para siempre nuestra ancla en Él. Y si Dios se convierte en nuestro punto firme, si ponemos en Él nuestra ancla, si Él se convierte realmente en el único fundamento al que estamos dispuestos a no renunciar nunca, entonces podremos vivir animados siempre con una esperanza cierta....

Manos de DiosEl ancla que nos afirma en Dios, si la miramos bien, siempre tendrá la forma de la Cruz, ya que es allí donde Jesús convirtió la muerte en un camino hacia la Vida, y donde cambió la desobediencia de los hombres en fidelidad a Dios. Precisamente por eso, esta ancla que tiene forma de Cruz está hecha a la medida humana, y nos orienta hacia el Cielo, donde nuestra condición humana puede desplegarse en toda su grandeza...

Anclados en Dios, nos ponemos del todo en sus manos. ¿Y en qué mejores manos nos podremos poner? Nos dice San Pablo que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. Puestos en sus manos, estamos en manos muy seguras, como familia, como Iglesia, y también como nación. Tendremos salud o enfermedad, viviremos en paz o azotados por el terrorismo y la corrupción, pero en todo podremos encontrar caminos de salvación, si estamos dispuestos a elegirlo a Dios por encima de todo, y nos ponemos confiados en sus manos...

De esta manera, será posible que cada uno de nosotros ponga en cada momento lo mejor de sí mismo, para ayudar a construir también un futuro mejor, que se va haciendo de a poco, y que en definitiva no es ni más ni menos que el Reino de Dios que, a través de nuestra conversión, se va manifestando cada día más en este mundo, mientras caminamos hacia su plenitud en la Vida eterna...

Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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