Hay que saber elegir...
Queridos amigos:
1. NO SE PUEDE
TENER TODO. HAY
QUE SABER ELEGIR LO QUE VALE LA PENA... No se puede tener todo al mismo
tiempo, y por eso muchas veces es necesario saber elegir lo que vale la
pena para cada momento, o al menos aceptar lo
que en cada momento llega. Es muy posible
que
a todos nos guste que, al menos los domingos y los demás
días de
descanso, por no decir todos los días, salga el sol, que nos
despierta
siempre una sonrisa y nos levanta el humor. Pero, si sólo
hubiera días
de sol, ¿cómo llegarían a nosotros las
lluvias, que hacen que las
semillas sembradas den muchos y buenos frutos, y la tierra nos
dé los
alimentos que necesitamos? Por eso, además del sol, hace
falta que
también sepamos alegrarnos con la lluvia...
Puede ser que
alguno haya
hecho, o esté haciendo planes, para ser un gran triunfador
en su
profesión, o en el deporte que le gusta, o en la ciencia en
la que
encuentra mayor gusto. Es un muy loable plan. Y si tiene la capacidad
suficiente, seguramente podrá lograrlo. Pero eso
tendrá su precio.
Deberá dedicarle tiempo, atención,
dedicación y esfuerzo a su plan, que
si tiene metas elevadas, no se alcanzarán de un
día para otro, sino que
requerirán tiempo y constancia...
No se puede pretender
llegar a
una meta elevada si, en vez del esfuerzo que se necesita para
alcanzarla, sólo se es capaz de lograr un esfuerzo sostenido
a la hora
de convertirse en ser un "experto del zaping", teniendo constancia
sólo
al sentarse frente al televisor, con el control remoto en la mano,
pasándose horas enteras viajando de una pantalla a otra, sin
frenar
nunca en algo que valga la pena...
2. PARA ENTRAR EN EL
REINO DE
DIOS, HAY QUE ESTAR DISPUESTOS A DEJARLO TODO... Dios no puede estar en
un segundo lugar. O lo es todo en nuestra vida, o se nos queda afuera.
Por eso, cuando aparece, hay que estar dispuestos a dejar todo lo
demás...
A veces Dios aparece
de sorpresa
en nuestra vida, en el momento y del modo que menos lo esperamos. Como
le sucede al hombre de la primera parábola que hoy nos
presenta Jesús.
Sin buscarlo, se encuentra con un tesoro enterrado en un campo. A veces
Dios también parece de sorpresa en nuestra vida, a
través de una
palabra, un gesto fraterno, de un reclamo o de una necesidad con la que
alguien con quien nos cruza la vida golpea a nuestras puertas. Y bien,
ese es el momento en que tenemos que "dejarlo todo" para atenderlo a
Dios, y de esa manera entrar en su Reino, o, dicho de otro modo, dejar
que su Reino entre en nosotros, dejar que Dios reine en nosotros con
toda contundencia...
Otras veces Dios aparece
en
nuestra vida después que lo hemos estado buscando con
insistencia y
perseverancia. Así le sucede también al
negociante que se dedicaba a
buscar perlas finas, hasta que finalmente encontró la que
siempre había
esperado encontrar. Muchas veces a nosotros nos pasa lo mismo con Dios.
Nos hemos pasado mucho tiempo buscándolo, de una y otra
manera, con
impaciencia e incluso a veces hasta con quejas, cuando nos ha parecido
que se escondía y nos rehuía, sin responder a
nuestros reclamos y a
nuestra oración...
3. CONFIEMOS EN EL
AMOR DE DIOS
Y, PUESTOS EN SUS MANOS, VIVAMOS CON ESPERANZA... Si confiamos en el
amor de Dios, pondremos para siempre nuestra ancla en
Él. Y si Dios se
convierte en nuestro punto firme, si ponemos en Él nuestra
ancla, si Él
se convierte realmente en el único fundamento al que estamos
dispuestos
a no renunciar nunca, entonces podremos vivir animados siempre con una
esperanza cierta....
El ancla
que nos afirma en Dios,
si la miramos bien, siempre tendrá la forma de la Cruz, ya
que es allí
donde Jesús convirtió la muerte en un camino
hacia la Vida, y donde
cambió la desobediencia de los hombres en fidelidad a Dios.
Precisamente por eso, esta ancla que tiene forma de Cruz
está hecha a
la medida humana, y nos orienta hacia el Cielo, donde nuestra
condición
humana puede desplegarse en toda su grandeza...