Nos trata siempre con amor...

Queridos amigos:

Esta fue mi predicación de hoy, 14 de agosto de 2005, XX Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Niño caprichoso1. HAY ALGO PEOR QUE UN NIÑO CAPRICHOSO: UN ADULTO CAPRICHOSO... Un chico caprichoso es algo muy feo. Es un chico que está tratando siempre de imponer su voluntad, y sólo sonríe, como quien hace una concesión momentánea, cuando le dan sin demora lo que pide. Si, en cambio, alguien le niega lo que él quiere, inmediatamente se enoja y pone cara larga. Los niños caprichosos, de esta manera, tratan de manejar a sus padres y a otros mayores. Y, lo que es peor, muchas veces lo consiguen. En realidad, los niños caprichosos son tales justamente porque han aprendido que con sus caras largas y sus sonrisas administradas con mezquindad pueden manejar a sus padres y a otros mayores, consiguiendo de esta manera lo que quieren, incluso cuando no es algo bueno para ellos. Los padres de niños caprichosos, quizás sin darse cuenta, a lo mejor superados por el cansancio o vaya uno a saber por qué ocultos sentimientos de culpa, cuando seden ante los caprichos de sus hijos pierden la enorme oportunidad que Dios ha puesto en sus manos de educar a sus hijos, enseñándoles a elegir sólo lo que es bueno, y a renunciar a todo lo que no lo es...

Niña caprichosaDe todos modos, hay algo que es peor que un niño caprichoso. No, no se asusten ni sospechen a raíz de la foto que ven a la izquierda. No voy a decir que peor que un niño caprichoso es una niña caprichosa, porque en realidad, en esto no hay diferencia entre sexos, es igualmente feo un chico que una chica caprichosa...

Adulto caprichosoLo que realmente es peor que un niño caprichoso es un adulto caprichoso. Y de alguna manera todos nosotros podemos serlo un poco. Muchas veces damos por supuesto que le podemos pedir a Dios en nuestra oración todo lo que nos parece necesario. Y Él, si de verdad nos quiere, tiene que respondernos según nuestros deseos o caprichos. Si no nos concede lo que le pedimos, a veces hasta podemos llegar a enojarnos con Dios. De esta manera, hacemos como si Dios tuviera que estar a nuestro servicio, y hacer todo según nuestro parecer sobre nuestras necesidades. Incluso podemos llegar a pensar que nuestra fidelidad y nuestro amor a Dios son el premio que le damos por haber respondido a nuestros ruegos...

Pero la verdad es que no somos dueños de Dios, y ni siquiera somos dueños del mundo, ni nada que se le parezca. En realidad, la vida no tarda en enseñarnos, por poco que abramos el corazón y la mente para abrevar en la experiencia, que somos todos como cualquier hijo de vecino. Vamos aprendiendo a fuerza de golpes que, tarde o temprano, el que las hace las paga, y que hay que asumir las consecuencias de los errores. Que no se trata de ponernos exigentes ante Dios, sino todo lo contrario. Que no somos nosotros los que mejor sabemos lo que nos conviene, sino que tenemos que aprenderlo, a veces dolorosamente. La realidad nos va enseñando, entonces, que:

Socorro2. DIOS NO ES NUESTRO. ES AL REVÉS, NOSOTROS SOMOS DE DIOS... Nuestra vida viene de Dios. Y en nuestro corazón ha sembrado un hambre de eternidad que de ninguna manera nosotros por nosotros mismos podemos satisfacer. Nuestras manos tienen que tenderse hacia Dios, no como las manos del dueño que espera recibir el servicio de sus empleados o sus esclavos, sino como las manos de quien necesita ser rescatado. Y Jesús viene para hacerlo ("Jesús" significa justamente "el que salva")...

Jesús nos salvaDios nos ha levantado de la frustración en la que la desobediencia del pecado nos había dejado. Nos ha rescatado de nuestras miserias, de nuestras mezquindades y de nuestros pecados. Dios nos ha encontrado tirados por el piso y nos ha rescatado con su misericordia y con su amor. No podemos ponernos delante de Dios como quien exige sus derechos, pretendiendo que haga todo lo que nosotros queremos. En realidad, lo que nos sirve es darnos cuenta de todo lo que Él ha hecho de nosotros, y con un corazón agradecido disponernos para responderle con amor...

Dios PadreEs la fe, como la que Jesús alaba en la mujer cananea que se encuentra en su camino, la que nos permite descubrir todo lo hemos recibido de Dios. La fe nos permite descubrir que, de parte de Dios, todo es regalo, todo es don, todo lo hemos recibido. Quizás estamos demasiado acostumbrados a tener siempre todo sobre la mesa, y somos un poco como los hijos caprichosos, que no valoran todo lo que han recibido de los padres. La Beata Juana Jugan nos enseña con su vida, como lo hacen también la Congregación de Hermanitas de los Pobres que ella fundó y que llevan adelante sus Hogares de ancianos en todo el mundo, a confiar de un modo tal en la providencia que ya no estemos tan preocupados por lo que nos falta según nuestros criterios, que no sepamos agradecer lo que a cada instante vamos recibiendo...

Siguiendo la imagen con la que la mujer cananea llena de fe conmueve a Jesús, quizás sea para nosotros el tiempo para aprender un poco de la actitud humilde de los cachorros, que se conforman con las migas que caen de las mesas de sus dueños. Sabemos, por otra parte, que Jesús va mucho más allá de los límites de esta imagen, ya que no nos trata sólo con migajas, ni como cachorros, sino como a hijos y con toda la fuerza de su misericordia y de su amor. No se trata, entonces, de tratar de enseñarle a Dios qué es lo que nosotros necesitamos, sino de algo mucho más simple. Se trata de aprender, con la confianza que nos da sabernos en manos de Dios, que en su respuesta a nuestra oración Dios nos da todo y sólo lo que nos hace falta y conviene para nuestro bien...

Padre misericordioso3. DIOS NOS TRATA SIEMPRE CON AMOR, Y NOS LLAMA A SER TESTIGOS DE SUS DONES... Dios nos trata siempre con amor, cuando responde a nuestra oración concediéndonos lo que le hemos pedido, y también cuando su respuesta no coincide con nuestras aspiraciones. Cuando tomemos conciencia, entonces, de que en nuestra vida todo es don que viene de Dios, comenzaremos a tener más confianza en su amor, que nunca falla y nunca nos abandona, y que siempre llega en el momento justo con lo que nos hace falta...

Las manos de Dios son siempre unas manos misericordiosas, que nos rescatan de la miseria y nos reciben en su casa. Son las manos de un Padre que hace todo y sólo lo que sus hijos necesitan. Si tomamos conciencia de este amor inclaudicable de Dios, es más posible que podamos poner remedio a nuestra soberbia, que puede llevarnos a creer que tenemos derecho a esperar de Dios lo que a nosotros nos parece...

CaridadDe esta manera, por otra parte, enseguida nos vamos a dar cuenta que los dones recibidos de Dios son al mismo tiempo un compromisos, ya que todo lo que hemos recibido es para compartir (no nos olvidemos que, en realidad, sólo se puede decir que se tiene lo que se está dispuesto a dar)...

Cielo y CruzNadie queda afuera del amor de Dios. Y en la medida en que nos damos cuenta que todo lo hemos recibido de Dios, también vamos a descubrir que somos llamados a ser testigos de tantos dones que se han repetido y multiplicado una y otra vez a lo largo de nuestra vida. Por eso, Dios quiere que también a través de todos y de cada uno de nosotros les lleguen a los demás estos mismos signos de su amor, de su misericordia y de su perdón. Los dones recibidos crean siempre el compromiso de una respuesta generosa...

Hemos sido invitados por Dios a compartir su Casa, que es el Cielo, y a partir de allí hemos encontrado el verdadero y completo sentido de nuestra vida. El camino por el que se llega a esa meta a la que hemos sido invitados es el mismo por el que fue Jesús: la Cruz. Para nosotros, entonces, la caridad con la que podemos compartir con nuestros hermanos los dones recibidos de Dios no será nunca un deber que se nos ha impuesto desde afuera, sino simple gratitud a Dios, que es Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
Consultas o comentarios, aquí:Correo



Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: