Para vencer el pecado...
Queridos amigos:
1. LA CRUZ SE MANIFIESTA EN LA
VIDA DE MUCHAS MANERAS DISTINTAS... Cuando hablamos de la Cruz estamos
refiriéndonos con una sola palabra a todos los dolores que de múltiples
formas aparecen en la vida, a modo de anticipos, como en cuentagotas de
lo se aparece en el horizonte, más o menos lejano como un límite
inevitable: la muerte, que tarde o temprano llegará. Puede ser que no
tengamos apuro en recibirla, pero no podemos olvidarnos que llegará...
Pero no sólo en las enfermedades y en todo lo
demás que puede golpear nuestro cuerpo se manifiesta la Cruz. Todos
conocemos, por experiencia propia, el peso de los propios pecados, que
también son una fuente de sufrimiento. Porque aunque puedan presentarse
como una fugaz y engañosa fuente de placer, los pecados, de cualquier
tipo, siempre terminan haciéndonos sufrir. Estos sufrimientos cargan
sobre nuestros hombros porque, aunque es cierto que con nuestros
pecados podemos hacer sufrir mucho y causar mucho daño a los demás,
también debe tenerse en cuenta que los primeros que cargamos con las
consecuencias de nuestros pecados somos nosotros mismos. Además, como
si no bastara con el peso y el sufrimiento que nuestros pecados cargan
hoy sobre nuestros hombros, si su gravedad alcanza para eso y si no nos
arrepentimos a tiempo, los propios pecados son los que pueden
llevarnos, por nuestra propia decisión y elección, a la frustración y
al dolor eterno...
De todos modos, ni siquiera sumando los
propios pecados a las enfermedades, tenemos la lista completa de las
fuentes de nuestros sufrimientos. Porque no sólo nos toca llevar el
peso de los propios pecados. También los pecados de los demás son
fuente de nuestros sufrimientos...
2. LA CRUZ VIENE DEL PECADO. EL
MODO DE VENCERLO ES ACEPTÁNDOLA CON JESÚS... En realidad, la causa
última de todo sufrimiento está en el pecado. Hasta la enfermedad y la
muerte tienen su última explicación en el pecado, ya que a causa de él
han entrado en el mundo. Pero Jesús asumió nuestra condición humana, y
vino a derrotar al demonio. Allí donde se presentó la batalla, le dio
el golpe maestro. En la Cruz el demonio quiso derrotar a Dios
llevándolo a la muerte, pero justamente a partir de ella resucitó,
abriéndonos las puertas del Cielo...
La aceptación silenciosa de la muerte que
Jesús asumió en la Cruz fue, entonces, el comienzo de la salvación para
todos nosotros. El Buen Ladrón estaba a su lado, sufriendo las
consecuencias de sus propios pecados. Pero Jesús, asumiendo
silenciosamente las consecuencias de todos los pecados, incluyendo los
nuestros, nos abrió el camino de la salvación. A nosotros también,
entonces, nos toca asumir las consecuencias del pecado, no sólo de los
propios, sino también los de los demás, porque en esa aceptación de la
Cruz que provoca el pecado, se construye, con Jesús, nuestra
salvación...
Las cruces no se eligen, sino
que son las que, según la misteriosa providencia de Dios, nos llegan en
cada momento. Podrán elegirse según gustos y presupuestos de cada uno
las cruces que se venden en las santerías o en las joyerías, que se
llevan como adorno. Pero las cruces de la vida son las que llegan en
cada momento, y las que hay que asumir a cada paso...
3. PARA SEGUIR A JESÚS HAY QUE ESTAR
DISPUESTOS A CARGAR SIEMPRE LA CRUZ... Dios nos ha salvado como
familia. Estamos unos unidos a otros en este camino de la salvación.
Jesús hace siempre las cosas al modo de Dios, y nos enseña a hacerlas
de esa misma manera. Por eso nos invita a cargar con la Cruz. La de los
sufrimientos que nos causan la enfermedad y la muerte, y también la del
peso de nuestros propios pecados y de los pecados de los demás...
Seguramente en algunos momentos a los demás
les toca cargar con el peso grande de la Cruz, mientras que nosotros
sólo podemos "colgarnos" de ella. Esos son los momentos en los que los
demás tienen que cargar con el peso y el sufrimiento que les provocamos
con nuestros propios pecados. Cada uno de nosotros seguramente podría
recordar una lista, más o menos larga, de ocasiones del pasado o del
presente en las que le debemos gratitud a los demás por la paciencia
con la que han sabido cargar sobre sus hombros los sufrimientos que les
hemos provocado con nuestras propias miserias y pecados...
En otros momentos a nosotros nos toca el
mayor peso de la Cruz. Me parece que estas circunstancias dolorosas por
las que pasa la Iglesia en Argentina cargan especialmente sobre los
hombros de todos sus fieles, especialmente los más débiles, el peso de
una Cruz muy pesada. Es grande el desconcierto y el estupor que causa a
las ovejas ver a su Pastor envuelto en estos hechos. Es el momento,
entonces, de cargar con esa Cruz, sabiéndonos llamados como familia de
Dios a participar de una fiesta en el Cielo, a la que se llega por un
camino lleno de sufrimientos que fructifican en la aceptación y en el
amor...