Llamados a responder...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación de hoy, 4 de septiembre de 2005, XXIII Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Aislado1. PUEDE SER UNA GRAN TENTACIÓN VIVIR AISLADOS, LEJOS DE TODOS LOS DEMÁS... Cuando las cosas no andan bien, no sólo nos ponemos tristes, sino que también podemos tener la tentación de escapar de los demás, y aislarnos. Y, si no podemos aislarnos literalmente, es decir, irnos a vivir solos en una isla, por lo menos intentamos quedarnos encerrados en un cuarto, que es lo que tenemos a mano y lo que podemos hacer sin salir de casa. Aunque no sea igual, es más o menos lo mismo...
 
AisladoTenemos esta tentación de aislarnos del mundo no sólo cuando las cosas personales andan mal, sino también, y quizás especialmente, cuando las cosas del mundo que nos rodean no funcionan. En esos momentos quisiéramos aislarnos de la familia,  de los amigos, y del mundo entero, para que nos dejen en paz, imaginándonos que si estuviéramos solos todo estaría mejor. Pero, en realidad, sabemos que esto no es posible, de ninguna manera. Aunque a veces tengamos la tendencia a aislarnos, todos dependemos, en mayor o en menor medida, de los demás. Ninguno de nosotros puede bastarse a sí mismo, no podemos bastarnos solos, para tener la ropa y los alimentos que necesitamos, para cuidar nuestra salud, no sólo física, sino también mental, dependemos de los demás. Pertenece a nuestra más íntima naturaleza la necesidad de vivir en contacto y en comunión con otros. Somos un "animal social" (a veces parece que fuéramos más animales, otras veces parecemos menos sociales...).
 
Niño dependienteNecesitamos unos de otros para desarrollarnos humanamente. Y aunque a veces nos pese el contacto con los demás, no nos podemos aislar. Vivimos y crecemos en una mutua interdependencia. Desde pequeños, nuestros brazos aprenden a tenderse hacia los demás, de quienes esperamos ayuda y sostén. Aún antes que se inventara la globalización, que en definitiva no es más que una consecuencia de nuestra más primitiva naturaleza, nuestro ser social, nuestras vidas están de tal modo cruzadas que forman una trama en la que la de uno depende de la de los otros. Puede ser que en este tiempo se hayan acortado las distancias debido a los múltiples instrumentos que facilitan la comunicación y los desplazamientos, pero desde siempre todos dependemos de todos...

Ahora, si dependemos unos de otros, si no podemos vivir aislados, viene bien que nos preguntemos qué tenemos que ver cada uno de nosotros con lo que hacen los demás. Cuando nos encontramos ante tantas cosas que no nos gustan, tanto desastre que probablemente sería evitable, y tanto dolor que nos puede parecer innecesario, no podemos quedarnos encerrados tratando de sacarnos las culpas de encima, y preocupándonos sólo de que no nos arrastre la ola que va tirando todo y a todos, sin parar...

Dependencia2. TODOS SOMOS RESPONSABLES: LLAMADOS A RESPONDER TAMBIÉN POR LOS DEMÁS... Jesús nos muestra hoy que, como la llamaba Juan Pablo II,  una misteriosa solidaridad humana, por la que el pecado de cada uno repercute en cierta manera en todos los demás, se da entre todos nosotros. No sólo estamos unidos, entonces, en la gracia y el amor de Dios, sino también en el pecado. Por eso Jesús nos llama a hacernos cargo del mal que hacen los otros, invitándonos a la corrección fraterna en la comunidad de la que somos parte, en la familia, en la Iglesia y en el mundo entero. Ya el profeta Ezequiel recibía esta advertencia de Dios: los demás morirían por las culpas de sus pecados, pero a él le pedirá cuenta de sus sangre, si no fue capaz de advertirlos a tiempo para que pudieran cambiar...
 
ManosResponsable es el que está habilitado para dar una respuesta, el que tiene la obligación de responder por otros. Y eso nos pasa a todos: somos responsables, tenemos que responder ante Dios no sólo por nosotros mismos, sino también por los demás. Por supuesto, cada uno es responsable ante Dios por sus propias acciones u omisiones...

SolidaridadPero todos tenemos también una misteriosa solidaridad que nos hace en alguna medida responsables de lo que hacen o dejar de hacer los demás. Sobretodo si no hemos hecho nada para ayudarles a corregir sus malas conductas, si por comodidad o por indiferencia hemos convivido con la mentira y con la falsedad, como si no tuviéramos nada que ver con lo que hacen y dicen los demás, como si pudiéramos aislarnos y dejar a cada uno encerrado en su pecado y que se arregle solo...

A propósito, ya que se acercan elecciones legislativas en nuestro país, podemos recordar que, según se dice, "cada pueblo tiene el gobierno que se merece". Esto es especialmente cierto cuando además es el gobierno que elige. Pero yo diría también que cada pueblo tiene el gobierno que quiere tolerar, sobretodo si no hace nada para corregirlo y cambiarle el rumbo, con la fuerza de las urnas y de la crítica constructiva, en el marco de la ley...
 
Esta responsabilidad de unos por otros tiene su raíz más profunda es nuestro origen. Todos los que hemos nacido en este mundo hemos venido del amor de Dios, y hemos sido hechos sus hijos por el amor de Jesús, que se ha manifestado para todos en la Cruz y en la resurrección...

Manos unidasLevantando la Cruz3. NACIDOS DEL AMOR DE DIOS, NUESTRA DEUDA ES EL AMOR MUTUO... San Pablo nos habla hoy de la única deuda que no podemos desatender nunca. Cuando escribió la Carta a los Romanos, no existía todavía el Fondo Monetario Internacional, pero si hubiera existido, San Pablo hubiera dicho lo mismo. Puede ser que algún momento, en alguna circunstancia especial, y por algún tiempo, pueda postergarse el pago de una deuda al FMI, aún a riesgo de que nos quieran tirar "fuera del mundo". Pero la deuda del amor mutuo con los que nos rodean más cercanamente, sobretodo cuando se trata de un amor que nos llama a acudir en auxilio de nuestros hermanos que luchan por la más elemental subsistencia, será siempre la única deuda que no se puede desatender...
 
Todos tenemos una mano que sumar, que reuniéndose con otras puede pagar algo de esa deuda de amor mutuo que tenemos entre todos. A cada paso se nos cruza la oportunidad de ofrecerle a alguien nuestras manos para ayudarlo a llevar su Cruz. Llamados a hacernos responsables de los demás también en el pecado, cuánto más tendremos que serlo en el amor. Y ese amor nos hará crecer...


Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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