Lo que hacemos y lo que decimos...
Queridos amigos:
1. LA RAZÓN Y EL CORAZÓN NO SIEMPRE ESTÁN DE
ACUERDO Y SE LLEVAN DE LA MANO... Jesús no tiene necesidad de inventar
nada a la hora de enseñarnos a través de las parábolas. Le basta con
mirar lo que pasa en la vida de todos los días, para tomar de allí los
ejemplos que nos ayudan a comprender la simplicidad y la contundencia
de sus palabras. Y así me parece que sucede con la parábola de los
hijos que responden de manera distinta al llamado de su padre...
Cuando nos llaman para hacer
algo, es muy posible que nuestra primera respuesta salga del corazón,
que no siempre acierta, a veces se equivoca. A veces las palabras
surgen fácil y rápidamente del corazón, para responder que sí a
cualquier cosa que nos piden. Pero después, a poco que nos pongamos a
reflexionar, comenzamos a evaluar el alto costo que puede tener nuestra
respuesta, y por más que hayamos dicho que sí, nunca terminamos de
hacer lo que nos han pedido, y nuestras primeras palabras quedan
finalmente como palabras huecas...
Otras veces sucede al revés.
Cuando nos piden algo, nuestro corazón se opone, e inmediatamente nos
nace un no como respuesta, e incluso hasta una protesta. Al poco
tiempo, si nos ponemos a reflexionar sobre las consecuencias de lo que
hemos dicho, nos damos cuenta que nos hemos apresurado, que en realidad
si queremos hacer lo que corresponde no podemos negarnos a lo que nos
han pedido, y a pesar de haber comenzado con una negativa, terminamos
haciendo lo que nos han pedido...
2. PARA SEGUIR A JESÚS, MÁS
VALE LO QUE HACEMOS QUE LO QUE DECIMOS... A Jesús, que nos llama a
seguirlo y espera pacientemente nuestra respuesta, no le alcanzan
nuestras palabras. El mundo entero está hoy especialmente cansado de
las palabras, que cuando no van acompañadas de hechos se quedan vacías
de sentido. A Dios, hoy y siempre, hay que responderle con hechos, más
que con palabras, para que se trate de una verdadera respuesta...
Es una respuesta al llamado de
Jesús que se concreta en hechos, y no simples declamaciones de
fidelidad, lo que nos llevará al Cielo. Jesús nos dice que las
prostitutas y los publicanos precederán a los creyentes en su llegada a
los Cielos. Sobre las prostitutas no hace falta demasiada aclaración
para saber en que ha consiste su dedicación. Sobre los publicanos
conviene tener en cuenta que se dedicaban a recaudar fraudulentamente
los impuestos para pagar a la potencia extranjera que dominaba a los
israelitas en tiempos de Jesús, los romanos (cualquier semejanza con el
FMI o cualquier otro organismo internacional, público o privado, es
mera semejanza o pura casualidad, o quizás no tanto)...
3. DIOS LLAMA A TODOS, Y
SIEMPRE ESPERA CON PACIENCIA LA RESPUESTA... Nosotros, que sufrimos con
cierta impotencia y quizás hasta con cierta bronca la decadencia en la
que nos encontramos, nosotros que en estos tiempos en los que nos
acercamos una vez más a un acontecimiento electoral en el que
elegiremos nuestros representantes en los órganos legislativos
municipales, provinciales y nacionales, podríamos lamentarnos y
despotricar hoy por la corrupción y la mentira, por la exuberancia de
palabras y la ausencia de hechos que nos muestran nuestros políticos.
Pero también podríamos intentar pasar de las palabras a los hechos. Y
eso nos llevaría a asumir en nuestra vida cotidiana un sentido
comprometido nuestra respuesta a Dios, que no necesita tanto de
palabras sino de hechos que las avalen y las sostengan...
No importa mucho lo que haya sido de nosotros
hasta hoy, sino es sólo para saber cuál es el punto desde el que hoy
queremos rehacer nuestra respuesta a Dios. No importa tampoco demasiado
si estamos en pleno crecimiento o en plena juventud, o si ya son muchos
los años que cargamos sobre nuestras espaldas...
Lo que importa, ciertamente, es
que nuestro corazón y nuestra razón apunten hacia Dios, y nuestra
decisión nos ponga en camino, con hechos y no sólo con palabras, hacia
esa meta. Si el corazón arrancó bien, aceptando la invitación de Jesús
a responderle con amor, que la razón lo sostenga. Si el corazón se
resiste a tomar la buena marcha, que la razón lo dé vuelta. En
definitiva, ya sea el corazón o la razón el que emprende primero el
buen camino, que arrastre al otro, para que por una decisión que se
confirma en los hechos, no haya sólo palabras en nuestra respuesta...