A Dios, todos todo...
Queridos amigos:
1. VIVIMOS EN LA TIERRA Y
VAMOS HACIA EL CIELO. ¿QUIEN ES EL QUE MANDA?... Todos hemos recibido
la vida de Dios, a través de nuestros padres (hoy celebramos en
Argentina el día de la madre, así que vaya para todas ellas un especial
recuerdo de gratitud). Este don de la vida se desarrolla aquí en la
tierra, durante el tiempo que se nos ha concedido para caminar hacia el
Cielo. Mientras vamos de camino, estamos sometidos a una cantidad de
necesidades que tienen que ver con nuestra condición corporal. En
primer lugar, el alimento. Todos los días necesitamos algo con qué
alimentarnos. Pero también necesitamos abrigo, y un techo, y todo lo
que ayuda al cuidado de nuestra salud, y muchas cosas más, sin las
cuales no nos sería posible subsistir...
Además de las cosas que cada uno necesita
para su vida personal, hay muchas otras que se necesitan para el bien
de todos, o de muchos. Por ejemplo, necesitamos los templos para
reunirnos en ellos a celebrar la fe, y especialmente algunos que se
convierten en lugares de peregrinación, en los que la fe se significa y
alimenta de una manera especial, como sucede en la Basílica de Luján,
dedicada a la Virgen María en la advocación que la tiene como patrona
de toda la Argentina...
Pienso
ahora en la preocupación
que puede embargar a quien tiene que hacerse cargo
del mantenimiento de una gran templo (sirva como ejemplo la Basílica
de Luján).
Puede ser grande la tentación de rendirse fácilmente ante cualquiera
que ofrezca una limosna grande (aunque, como dice el refrán, cuando la
limosna es grande, hasta el santo desconfía). Es el momento, en esas
ocasiones, de volver a las palabras con las que Jesús hoy nos ayuda a
tener en cuenta que no se puede correr el riesgo de pensar que para
ocuparse de las cosas del mundo (nuestra sustentación personal, los medios
que
necesitamos para sostener las necesidades materiales de la Iglesia,
etcétera), pueden utilizarse criterios propios del mundo, reservando
los criterios de Dios para cuando nos ocupamos las cosas de Dios. Ya
que mientras vivimos en la tierra estamos en camino hacia el Cielo, no
se pueden separar estos dos ámbitos, ya que necesariamente uno tiene
que ver con el otro. Lo que hagamos en la tierra, nos acerca o nos
aleja del Cielo. Y es la Cruz el camino que Jesús nos ha mostrado como
el más seguro, el que nos lleva a la meta a la que fuimos invitados, el
cielo...
2. TODAS LAS COSAS DE ESTE MUNDO TIENEN QUE
VER CON DIOS, EL ÚNICO SEÑOR... A veces se ha querido entender la frase
con la que Jesús responde a los que le preguntan si hay que pagar o no
los impuestos, como si hubiera dos criterios distintos, uno para
aplicarse a las cosas del mundo y otro para las cosas de Dios. Sin
embargo, es exactamente al revés. «Al César lo que es del César, y a
Dios, lo que es de Dios» significa que hay que respetar a las
autoridades del mundo, en aquello en lo que tienen autoridad para
mandar, pero al mismo tiempo hay que tener siempre en cuenta a Dios,
porque todo en nuestra vida tiene que ver con Él...
A
veces los que tienen a su cargo el gobierno de la cosa pública en el orden civil
pueden disponer de ciertos fondos para los fines que consideran verdaderas
necesidades,
y harán bien en destinarlos a buenos fines, como puede ser el arreglo de un bien
eclesial que cumple una función en beneficio de todos los fieles, como el Santuario
nacional de la Basílica
de
Luján. Pero tanto ellos que ejercen una autoridad en el orden civil,
como
aquellos que la ejercen en la Iglesia,
como también,
por otra parte, todos nosotros, y todos los fieles, tenemos que tener en cuenta
que
Dios
es el único
Señor...
3. A DIOS, TODOS TODO. TAMBIÉN LA OBEDIENCIA
DE LOS QUE EJERCEN AUTORIDAD... Todo le pertenece a Dios, y todos
estamos bajo su autoridad. Por esa razón, todos tenemos que darle todo
a Dios. Tenemos ejemplos que nos muestran claramente cómo podemos
hacerlo...
Juan
Pablo II podía hacerlo, porque tenía claro que todos los
instrumentos que tenía a mano debía encaminarlos hacia la tarea que
había recibido de Dios, y lo hacía todo el tiempo. Pero sobretodo podía
hacerlo, porque era un hombre de oración, que vivía de rodillas ante
Dios, y sólo ante Dios. También Benedicto
XVI nos sirve en esto de ejemplo. Él también es, por sobre todo, un
hombre de oración. Porque sabe ponerse de rodillas, y lo hace, tiene
claro que en todo debe servir a Dios, y lo hace con sencillez y
dedicación...