Hay que hacerlos producir...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación de hoy, 13 de noviembre de 2005, XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Mujer lavando1. TODOS HEMOS RECIBIDO ALGUNOS TALENTOS PARA SERVIR A LOS DEMÁS... Todos sabemos hacer algo que  puede ser útil a los demás, y eso se debe a las capacidades o talentos que hemos recibido. Pero vale la pena tener en cuenta esto con ejemplos concretos de lo que sabemos y podemos hacer...
 
TrabajadorLo vemos bien fácilmente aquí en el Hogar Marín, en el que residen 90 ancianos, al cuidado de las Hermanitas de los Pobres, los voluntarios y algunos empleados, que con mucho cariño y dedicación se hacen cargo de sus necesidades. Porque los mismos residentes toman a su cargo con entusiasmo las tareas que saben y pueden hacer. Sirvan aquí sólo algunas referencias a la tarea de los residentes del Hogar. Por ejemplo, cuando se trata de barrer, don Julio es un especialista. Cuando agarra la escoba, las hojas del jardín ya se ponen todas a temblar, porque saben que terminarán todas amontonadas en un mismo lugar. Para poner la mesa, nadie supera a Merceditas. Antes en el Comedor mixto, ahora en el Comedor de las Señoras en el primer piso, allí está, cuando termina una comida, lista y con el delantal en la mano, para empezar a poner en su lugar los platos y los cubiertos para la que sigue. De la misma manera, en la Portería contamos con los Eduardo, así como también con Carmelo y Francisco, más los otros que los ayudan a atender con calidez a todos los que tocan el timbre. Y cuando se trata de ayudar a Hugo en las tareas de mantenimiento, allí está el otro Francisco como colaborador del taller, y Carlos Alberto como colaborador puertas afuera", para que no le falten asistentes de primer nivel. Allí los tenemos también a Horacio, Domingo y Justo colaborando en la tarea de la lavandería, y al mismo justo junto con chiquita y los demás que cada día ayudan a secar todos los platos después de cada comida...
 
Lo que importa es que todos tenemos nuestros propios talentos, que hemos recibido como dones de Dios, y que, puestos al servicio de los demás, pueden dar muchos frutos. De todos modos, no basta con tener los talentos. Porque podríamos quedarnos sentados con ellos, por miedo a perderlos o a fracasar, y de esa manera no sólo no ayudaríamos a nadie, sino que además deberíamos someternos al derecho de los demás a reprocharnos...

2. NO ALCANZA CON TENER TALENTOS, ADEMÁS HAY QUE HACERLOS PRODUCIR... Pero no basta con tener talentos, solos no pueden dar frutos, para eso hace falta que nos hagamos cargo de ellos y los hagamos crecer, aprendiendo a hacerlos producir buenos frutos para los demás, y decidiéndonos con amor a ponerlos en marcha...
 
CocineroSucede con los talentos que cada uno de nosotros tenemos lo que sucede con todo don de Dios, no sólo son un regalo sino que al mismo tiempo significan una tarea. Es decir, los talentos no son dones terminados, acabados en sí mismos, que simplemente hay que sentarse a disfrutar, sino dones destinados a dar frutos gracias a nuestro cuidado y dedicación, en primer lugar para cultivarlos, hacerlos crecer, protegerlos del desgaste y del deterioro natural, y, finalmente, para ponerlo al servicio de los demás...

CocineroTodos conocemos los dones de la Hermanita María Sagrario, así como de su colaboradoras en la Cocina, Angela y Zulema, como también de sus ayudantes Ada, Cecilia y Leticia. Todas ellas juntas hacen que, cualesquiera sean los ingredientes para preparar nuestros alimentos, siempre éstos sean un regalo no sólo alimenticio, sino especialmente sabroso. Pero nada de esto podría suceder, si simplemente se quedaran "mirando las ollas". Para que los dones de nuestras cocineras den su frutos, ellas los tiene que poner en marcha, los tiene que utilizar para servirnos. Sirva también tener en cuenta, por ejemplo, a Domingo. La primera vez que se le pidió que me ayudara aquí en el altar como monaguillo, no conocía esta tarea, pero con atención y dedicación fue aprendiendo la tarea, que hoy desarrolla con soltura, eficiencia y aplicación ejemplar, ya que puso en marcha los talentos que para ello tenía. Lo mismo podría decirse de las señoras que planchan la ropa, cosen la que está rota o es necesario arreglar. No basta que sepan hacerlo, además hace falta que se dispongan a dar frutos con lo que saben hacer...
 
Dios, que nos hizo por amor, nos hizo también para el amor. Por eso, todo lo que de Él hemos recibido encuentra finalmente su sentido en el servicio y en don a los demás. Por eso no somos dueños sino administradores de todo lo que hemos recibido de Dios, empezando por la vida, y los diversos dones que la acompañan. Todos estos dones encuentran su lugar cuando, en vez de descuidarlos o destinarlos sólo para el beneficio propio, lo ponemos fielmente al servicio de los demás. No pensemos, sin embargo que sea necesario realizar grandes gestos de entrega y generosidad para que nuestros dones den sus frutos, no pensemos que sólo vale lo que se hace llegando al extremo del heroísmo, se trata simplemente de dar los frutos que podemos dar...

Cruz y Cielo 3. LOS FRUTOS PEQUEÑOS DE CADA DÍA SIRVEN PARA PREPARAR LA FIESTA FINAL: EL CIELO... Cuando hablamos de los frutos que estamos llamados a dar con los dones o talentos que hemos recibido de Dios tenemos que pensar también en los pequeños frutos de amor y de servicio de cada día. Como decíamos el Domingo pasado, el Cielo no se puede improvisar, se llega a Él en primer lugar porque Dios nos invita, pero además si le respondemos cada día, cuando viene hacia a nosotros en la mano del que nos pide algo que tiene derecho a esperar de nosotros, cuando viene a nosotros en la oración, cuando se hace presente con su llamada en todo lo que hacemos cada día...
 
Señalando el CieloTodas las parábolas de estos últimos Domingos del año litúrgico, que nos hablan del Cielo, nos sirven para estar atentos y despiertos, preparando la fiesta que esperamos en todo y con todo lo que hacemos cada día. Estas parábolas, entonces, nos ayudan a vivir con los pies en la tierra, para tomar conciencia de todos los dones que de Dios hemos recibido, pero al mismo tiempo con la mirada siempre puesta en el Cielo, al que nadie va a llegar por mera casualidad.

Será una gran alegría, incomparable y sin igual, participar en esa fiesta sin fin en la que consistirá el Cielo. Pero ciertamente no llegaremos al Cielo porque sí no más, con los brazos cruzados. Los dones que hemos recibido son los instrumentos que Dios nos ha dado para que nosotros mismos participemos en la preparación del Cielo al que nos ha invitado. Por eso el camino al Cielo siempre será una Cruz, ya que hacerlos rendir sus frutos siempre implicará un trabajo, el trabajo del amor y del servicio al que Dios nos ha llamado. El Cielo será fruto, será fruto, sin duda, en primer lugar de la misericordia de Dios, sin la cual para nadie es posible el Cielo. Pero será también la consecuencia que Dios ha querido regalarnos de los pequeños frutos de cada día que, con amor y perseverancia, poniendo todos nuestros talentos al servicio de nuestros hermanos, especialmente lo más necesitados y abandonados, hayamos podido producir...


Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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