1. LA
EXPECTATIVA DE VIDA SE HA PROLONGADO, HOY SE PUEDE LLEGAR A TENER
MUCHOS AÑOS... Los avances de la medicina lo permiten, de
una manera
quizás insospechada unos años atrás.
En la Argentina la expectativa de
vida es de 74 años, Aunque, a decir verdad, cuando se llega
a esa edad
lejos de pensarse que se está en el límite es
normal pensar que todavía
quedan unos cuantos años por delante: pasados los 70 se
imagina que es
posible llegar a los 75, y desde allí, cuando se llega, se
van
tendiendo puentes, pensando que se puede llegar a los 80, 81, 82, y
así
siguiendo, siempre un poco más, y además llegar
con una sonrisa...
En realidad, no es tan
novedad que se puedan vivir muchos años. El pasado 4 de
diciembre se
celebraba la memoria de San Juan Damasceno, considerado el
último Padre
de la Iglesia de Oriente, que nació en el año 776
y murió en el año
880, quiere decir que vivió ¡104 años!,
y eso entre el siglo VIII y el
siglo IX, es decir, cuando la expectativa de vida era mucho menor que
la de hoy...
2. MARÍA,
INMACULADA
DESDE EL PRIMER INSTANTE
DE SU CONCEPCIÓN... Quiere decir que María,
porque así lo quiso y así
lo hizo Dios, fue preservada de la huella del pecado original, y nacida
sin pecado, de tal modo respondió siempre y en todo con
fidelidad a
Dios, que conservó para siempre su integridad. Aunque desde
siempre
esto formó parte de nuestra fe, y ya los Santos Padres en
los primeros
siglos de la Iglesia se referían de una manera u otra a este
misterio,
fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el Papa Pío IX
proclamó de manera solemne y definitiva el Dogma de la
Inmaculada
Concepción, afirmando: "La bienaventurada Virgen
María fue preservada
inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su
concepción, por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente, en
atención a los méritos de Jesucristo, Salvador
del género humano"...
3.
ELEGIDOS POR DIOS, SÓLO FALTA NUESTRA
RESPUESTA DE AMOR... En María la fidelidad estuvo
garantizada de
manera automática, sino que requirió su continua
y constante respuesta
al Amor de Dios. Tampoco puede estarlo en el caso de ninguno de
nosotros, como tampoco de las
Hermanitas. María tuvo que responder con fidelidad cada
día al don de
Dios con el que había sido especialmente bendecida, y lo
hizo con
integridad y plenitud. También nosotros, como las
Hermanitas, para
mantener la alegría de la fe tenemos
que renovar cada día la fidelidad al don que hemos recibido.
Por eso,
aunque ellas han hecho estos votos de una vez para siempre, en este
día
vuelven a elegir de manera solemne, como necesitan hacerlo cada
día en
el silencio de la oración, su consagración a
Dios. Y lo hacen en
cualquier lugar del mundo por donde tienen sus casas...
María fue
preservada Inmaculada, sin huella del pecado original, desde el primer
instante de su concepción. Nosotros, en cambio, hemos sido
purificados
por el Bautismo, que nos ha permitido superar las barreras que nos
imponía el pecado y sus consecuencias, la muerte y la
pérdida de la
vocación de eternidad. Ella respondió a la
plenitud de la gracia
recibida, y a nosotros nos toca responder cada día al don de
la gracia
con la que Dios nos llama a la vida eterna. Estas Hermanitas de los
Pobres que aquí se ven son de Colombia, una de ellas ha
hecho este año
su profesión perpetua, y las otras tres se vienen preparando
para
hacerlo en poco tiempo más. Ellas, como todas las
demás Hermanitas de
los Pobres, renuevan hoy su
consagración, reafirmando con su sí ya dado. Y
con ellas, también cada
uno de nosotros, dándonos cuenta que hemos sido elegidos,
como ellas, y
como María, por el amor
de Dios, podemos renovar nuestro propósito de responder al
Amor de
Dios. Sólo falta cada día, con perseverancia,
nuestra respuesta,
una respuesta también de amor...Volver al inicio de la predicación...
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