Para que dure la paz y la alegría...
1. HAY
MUCHAS COSAS QUE, AUNQUE SEAN MUY BUENAS, NO DURAN MUCHO... Tomemos por
ejemplo el periódico. No resulta algo
especialmente bueno, pero de todos modos, el Domingo viene más grueso
que cualquier otro día, lleno de secciones especiales, artículos de
fondo y notas especiales. Por eso en ese día quizás nos disponemos con
un gusto especial para sacarle el jugo de la mejor manera posible. Sin
embargo, al término de un rato, no nos queda nada más que nos parezca
que valga la pena leer. Nos decía un profesor de filosofía durante mis
estudios en el Seminario
(eso pasó en el siglo pasado, es más, en el milenio pasado, pero vale
todavía hoy), que no hay nada más viejo hoy que el diario de ayer...
Lo mismo
pasa con todos los
"bienes consumibles" que, conforme a su propia naturaleza, en un rato
se consumen y ya no están más. Los alimentos, especialmente cuando son
muy buenos, siempre nos parece que duran poco. Lo mismo que algunas
bebidas especiales. Las destapamos, las olfateamos con cara de
entendidos, las probamos, y apenas las empezamos a compartirlas con
algunos amigos, nos damos cuenta que se han acabado. También pasa a
veces con
la ropa. Igual sucede con
alguna ropa a la que le tomamos especial cariño. Se nos pone vieja y
deshilachada antes que nos cansemos de ella, y tenemos que dejarla de
lado con pesar, porque no aguanta más uso. Es una de las luchas que
tienen conmigo las Hermanitas del Hogar. Cuando se llevan mi ropa para
lavarla, cada tanto me avisan que hay alguna camisa o alguna camiseta
que ya no admite más reparaciones, y les cuesta convencerme de dejarla
de lado...
También la paz, que es
un bien que no abunda, a veces dura muy
poco. No sólo en las frágiles situaciones de equilibrio en la
estructura social (en Argentina tenemos, desgraciadamente, demasiadas
experiencias
de esto). Después de unos días que nos tuvo en vilo en Argentina por el
paro del campo, pareció abrirse una puerta para el diálogo, pero a las
pocas horas todo estaba como al comienzo, y ya llevamos diecisiete días
de desencuentro. Lo mismo pasa en la vida familiar. Cuando todo parece
estar
bien, un grito o un impaciencia desencadena una "batalla"
cargada de reproches y agresiones. También en la cotidiana convivencia
social, un imprudente que no respeta un semáforo, aunque no produzca un
accidente puede provocar enojos, peleas, agresiones y muchas otras
cosas más...
2. LA PAZ, LA ALEGRÍA Y
LA VIDA QUE DA JESÚS
DURAN PARA SIEMPRE... Dios nos ha hecho para la paz y para la alegría
sin límites, y ha sembrado en nosotros una vocación de eternidad. Nos
ha llamado a vivir con Él en una eterna comunión, que dure para
siempre. Pero todo esto no es posible en las estrechas dimensiones de
esta vida. Por eso, para salvarnos, para llevarnos a la altura de la
vocación para la que nos ha hecho, Jesús asumió nuestra condición
humana, y la llevó con amor y paciencia inclaudicable a la Cruz, y
desde allí nos la devolvió transformada por la Resurrección. Por eso
volvemos en este Domingo de la Octava de Pascua a las huellas visibles
de la Resurrección de Jesús, la Tumba vacía y las apariciones de Jesús
a los Apóstoles, huellas humanas de un hecho que rompe los límites del
espacio y del tiempo para ponernos en contacto con la realidad
sobrenatural a la que Dios nos llama...
Jesús es la fuente de
una paz y de una
alegría que no se terminan, porque la Vida del
resucitado es una Vida que vence al pecado y a la muerte, y es una Vida
eterna. Las primeras comunidades cristianas (leímos hoy en los Hechos
de los Apóstoles) compartían sus bienes con mucha libertad. Los movía
el amor al que lleva la fe. Puede llamar la atención esa disposición
tan viva que lleva a
un grupo de fieles a un amor tan intenso por el que se decide
compartirlo todo. Nadie les ponía un revólver en la cabeza, para
"imponerles" la decisión de compartir sus bienes para el bien de todos.
La explicación es muy sencilla. El amor que surge de la fe, que lleva a
encontrar en Jesús la paz, la
alegría y la Vida, hacía posible para ellos pensar cada uno en los
demás, en vez de concentrarse sólo en el propio interés. A la luz de
esta experiencia, podemos pensar sin temor a errar mucho que si durante
el diálogo que tuvieron este fin de semana las autoridades y los
dirigentes del campo hubiera estado más presente Jesús en el corazón de
todos los que se sentaron a la mesa, hubieran sido otros los
resultados...
3. NO
NOS HACE FALTA VER SINO
CREER, PARA RECIBIR LA VIDA QUE DIOS NOS DA... Puede ser que alguna vez
hayamos pensado que a nosotros nos ha tocado la parte más difícil, ya
que fuimos llamados a la fe para encontrar la salvación, sin tener
demasiadas constancias visibles que nos garanticen la verdad de la
Resurrección de Jesús. Quizás hemos pensado que todo sería más fácil si
nos ofrecieran más pruebas que nos lleven a la fe. ahora bien, en todo
caso no seremos los primeros en tener esta ocurrencia. Ya lo pensó el
Apóstol Santo Tomás, de sobrenombre el Mellizo, que no se encontraba
con los demás la primera vez que se les apareció Jesús resucitado a los
Apóstoles...Volver al inicio de la predicación...
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