Cuando nos llaman
para hacer
algo, espontáneamente nuestra primera respuesta sale del corazón,
pero hay que estar prevenidos, porque el corazón no siempre acierta, a
veces se equivoca. A veces las palabras
surgen fácil y rápidamente del corazón, para responder que sí a
cualquier cosa que nos piden. Pero después, cuando comenzamos a evaluar
el alto costo que puede tener nuestra
respuesta, por más que hayamos dicho que sí nunca terminamos de
hacer lo que nos han pedido, y nuestras primeras palabras quedan
finalmente como palabras huecas...
Otras
veces sucede al revés.
Cuando nos piden algo nuestro corazón se opone e inmediatamente nos
nace un no como respuesta, e incluso hasta una protesta. Al poco
tiempo lo pensamos mejor y nos damos cuenta que nos hemos apresurado,
que en realidad
si queremos hacer lo que corresponde no podemos negarnos a lo que nos
han pedido, y a pesar de haber comenzado con una negativa, terminamos
haciendo lo que nos han pedido...
En las dos ocasiones
nuestra primera respuesta fue la del
corazón. En la primera de ellas el corazón acertó respondiendo con
amor, pero
la reflexión después lo nubló y las manos no nos acompañaron para
convertir en hechos la respuesta. En la segunda ocasión el corazón
comenzó errando, pero después la reflexión nos ayudó a encontrar la luz
y a cambiar con los hechos nuestra respuesta, las manos
vinieron en nuestra ayuda para dar en los hechos la respuesta correcta.
Así
también, cuando Dios nos habla, no es sólo en el corazón, sino en los
hechos donde espera Él encontrar nuestra respuesta...
2. PARA SEGUIR A JESÚS
NO ALCANZAN LAS PALABRAS, HACEN FALTA LOS HECHOS... A Jesús, que nos
llama a
seguirlo y espera pacientemente nuestra respuesta, no le alcanzan
nuestras palabras. El mundo entero está hoy especialmente cansado de
las palabras, que cuando no van acompañadas de hechos se quedan vacías
de sentido. A Dios, hoy y siempre, hay que responderle con hechos, más
que con palabras, para que se trate de una verdadera respuesta...
Será una
respuesta al llamado de
Jesús que se concreta en hechos y no se queda en simples declamaciones
de
fidelidad, lo que nos podrá llevar al Cielo. Jesús nos dice que las
prostitutas y los publicanos precederán a los creyentes en su llegada a
los Cielos. Sobre las prostitutas no hace falta demasiada aclaración
para saber en que ha consiste su dedicación. Sobre los publicanos
conviene tener en cuenta que se dedicaban a recaudar fraudulentamente
los impuestos para pagar a los romanos, la potencia extranjera que
dominaba a los
israelitas en tiempos de Jesús (cualquier semejanza con organismos
internacionales de nuestro tiempo, públicos o privados, es
mera semejanza o pura casualidad, o quizás no tanto)...
3. DIOS
LLAMA A TODOS, Y
SIEMPRE ESPERA CON PACIENCIA LA RESPUESTA... Nosotros, que sufrimos con
cierta impotencia y quizás hasta con cierta bronca la decadencia en la
que nos encontramos, podríamos lamentarnos y
despotricar hoy por la corrupción y la mentira, por la exuberancia de
palabras y la ausencia de buenas obras que se dan en nuestros tiempos.
Pero también podríamos intentar pasar de las palabras a los hechos. Y
eso nos llevaría a asumir en nuestra vida cotidiana una
respuesta a
Dios comprometida, que no se queda en palabras sino que pasa a los
hechos...
No importa mucho lo
que haya sido de nosotros
hasta hoy, esto sólo representa el punto de partida desde el que hoy
queremos rehacer nuestra respuesta a Dios. No importa tampoco demasiado
si somos todavía jóvenes (en todo caso, es un defecto que se corrige
con el tiempo) o si ya son muchos
los años que cargamos sobre nuestras espaldas (la ancianidad es una
virtud que sólo puede llegar con los años)...
Lo que
importa, ciertamente, es
que nuestro corazón y nuestra razón apunten hacia Dios, y nuestra
decisión nos ponga en camino, con hechos y no sólo con palabras, hacia
esa meta. Si el corazón arrancó bien, aceptando la invitación de Jesús
a responderle con amor, que la razón lo sostenga. Si el corazón se
resiste a tomar la buena marcha, que la razón lo dé vuelta. En
definitiva, ya sea el corazón o la razón el que emprende primero el
buen camino, que arrastre al otro, para que por una decisión que se
confirma en los hechos, no haya sólo palabras en nuestra respuesta...Volver al inicio de la predicación...
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