Nos vendrá a buscar...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 6 de noviembre de 2011, Domingo XXXII del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

I.- Vídeo, en Youtube y en Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa



Pesebre1. LAS FIESTAS COMIENZAN A VIVIRSE CUANDO SE LAS EMPIEZA A PREPARAR... Las Hermanitas del Hogar Marín nos tienen felizmente acostumbrados a celebrar todos los motivos de fiesta que nos ofrece la vida, que es ella misma una fiesta a la que Dios nos ha llamado. Esas fiestas, como todas, no comienzan en el momento de su celebración, sino mucho antes, cuando se empiezan a preparar. Pienso especialmente en las tres o cuatro veces al año en las que la celebración de las fiestas en el Hogar incluye la realización de una obra de teatro, con la participación de los ancianos residentes en el Hogar y de los voluntarios y sus familias. Así sucede, por ejemplo, cada año, con el Pesebre viviente que se prepara con ocasión de la Navidad. Esas obras se preparan con mucho esmero, mucho amor y mucha dedicación, y todo el tiempo de la preparación es ya parte de la fiesta...

FiestaEsto sucede también con las fiestas más cotidianas, por ejemplo las que los jóvenes tienen en este tiempo del año con mayor frecuencia. Estas fiestas suelen comenzar muy tarde y terminar también muy tarde, a veces los jóvenes parecen confundirse pensando que el modo de prepararse es enajenar su libertad en manos del alcohol. Pero en todo caso, bien o mal, comienzan a vivirse mucho antes, cuando uno se empieza a preparar, ensayando una y mil veces lo que dirá, lo que hará, lo que responderá, etc....
 
Esto vale la pena tenerlo presente, porque nosotros hemos sido hechos para la fiesta, en realidad para Una Fiesta, que es el Cielo. Toda nuestra vida no es más que el tiempo que recibimos de Dios para responder a su invitación. Por eso mismo, el Cielo es un fiesta que ya comienza a vivirse anticipadamente cuando lo vamos preparando mientras respondemos a Dios...

Cruz y2. LA FIESTA DEL CIELO, A LA QUE DIOS NOS INVITA, NO SE PUEDE IMPROVISAR... Como las vírgenes prudentes de la parábola que hoy proclamamos en el Evangelio, con la sabiduría que se nos ofrece paso a paso cuando vamos profundizando en la Palabra de Dios, también nosotros nos vamos preparando para el momento oportuno en el que recibamos el último llamado para entrar a la fiesta del Cielo. Es que hace falta llegar a ese momento con "las lámparas llenas de aceite", es decir, con la vida cargada de sentido y de coherencia, a fuerza de trabajar una y otra vez con el esfuerzo de hacer las cosas bien, tendiendo la mano continuamente al servicio de nuestros hermanos, y dando frutos con todo lo que Él ha puesto en nuestras manos. Jesús nos mostró con claridad cuál es el camino de esta preparación para el Cielo, poniendo la Cruz en el horizonte...
 
Lámpara de aceiteEsta preparación para el Cielo no se puede improvisar. Dios llega a nosotros, de una manera contundente y decisiva, al final de nuestra vida. Pero para recibirlo como hacer falta en ese momento, con la alegría que merece la fiesta a la que nos invita, es necesario ir respondiendo también cada día, cuando viene hacia a nosotros en la mano del que nos pide algo que tiene derecho a esperar de nosotros, cuando viene a nosotros en la oración, cuando se hace presente con su llamada en todo lo que hacemos cada día...

CompartirEl aceite, entonces, que hay que tener siempre a mano, para que nuestra lámpara esté siempre encendida, es el amor, que hace que estemos siempre dispuestos para recibir a Dios, que viene a buscarnos a través de cada uno de nuestros hermanos que se presentan esperando de nosotros una mano tendida para servirlo en algo...
 
Es verdad que muchas veces nos confiamos a la oración de otros, para que Dios nos tenga piedad, y está bien que lo hagamos. A mí muchas veces me pasa que me encuentro con parientes que me dicen: "Che, vos, que sos sacerdote, y que por lo tanto estás mas cerca de Dios, rezá por todos nosotros, para que Dios nos salve". Por de pronto, habría que tener en cuenta que el sacerdocio no le garantiza a nadie la santidad, que es el único modo de estar más cerca de Dios. Pero además, la salvación no es transferible...

Niño3. LA PREPARACIÓN PARA EL CIELO NO SE PUEDE PEDIR PRESTADA, ES SIEMPRE PERSONAL... La vírgenes necias de la parábola no pudieron llenar sus lámparas con el aceite de las prudentes. De la misma manera, la preparación para la fiesta del Cielo no es transferible...

Así como la preparación que cada uno hace para una fiesta rinde sus frutos también para otros pero sólo enriquece verdaderamente a los que la han hecho, así también todo lo que hagamos para preparar nuestra participación en el Cielo podrá rendir frutos para muchos, ya que serán actos de amor con los que les haremos un bien, pero no podrá reemplazar de ninguna manera lo que le tocará hacer a quien quiera alcanzar el Cielo al que Dios invita a todos...
 
Cada uno de nosotros llegaremos al Cielo, o dejaremos de hacerlo, por lo que personalmente hayamos hecho en todo el tiempo de nuestra vida, tiempo de preparación para la gran Fiesta a la que Dios nos ha invitado. Por eso, cada día, y en cada momento, mientras vamos de camino, el modo de aprovechar el tiempo es hacer disfrutar de la preparación del Cielo. Y eso se hace ejercitándonos en el amor, ya que en eso consiste la Fiesta a la que hemos sido invitados. Se trata, simplemente, de ir respondiendo a Dios, que nos hace presente su invitación de mil maneras cada vez que alguien tiene derecho a esperar de nosotros una respuesta de amor. De esta manera el Cielo, que ciertamente superará todo lo que nos podamos imaginar, sin embargo no nos tomará por sorpresa, ya que lo habremos ido preparando y disfrutando con emoción, con los actos de amor y servicio fraternal, que se convierten en anticipos de esa gran Fiesta para la que Dios nos ha hecho, y estaremos preparados cuando nos venga a buscar...

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Lecturas bíblicas del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario del Ciclo "A":

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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