¿Debemos esperar a otro...?

Queridos amigos:
 
Aquí va mi predicación del 16 de Diciembre de 2001, Tercer Domingo de Adviento. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de hoy:

Y dije más o menos esto:
 
Desconcierto1. Hoy es posible dudar, como Juan Bautista, y preguntarse: ¿HOY JESÚS PUEDE SALVARNOS, O DEBEMOS ESPERAR A OTRO...? Porque vemos lo que pasa en un país como el nuestro, que hunde sus raíces en una civilización "occidental y cristiana", pero está lleno de injusticias, donde "el vivo" vale más que el honesto, donde tenemos todas las posibilidades, pero estamos no hacemos nada bien... Porque toda la civilización "cristiana" cree cada vez menos, y vive con su meta más alta al ras del suelo...
 
2. JESÚS NOS DICE DÓNDE ESTÁN LOS SIGNOS DE LA SALVACIÓN QUE ÉL TRAE: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, porque hay gente que, movida por el amor de Dios, se dedica a ellos, los atiende y los cuida, les presta sus ojos, sus piernas, sus oídos, su tiempo y su corazón; los muertos resucitan, porque Jesús murió y resucitó para salvarnos, y la Buena Noticia es anunciada a los pobres, que esperan de Dios la salvación.
 
Adviento3Jesús vino, en Belén, para sanar nuestros corazones y volverlos hacia Dios. De esta manera, nos ha acercado entre nosotros, y nos ha enseñado a vivir como hermanos. No hace lo que a nosotros nos toca, pero nos muestra cómo hacerlo. Jesús no vino a enseñar economía (aunque con sus Palabras nos da la clave para hacer una economía más humana, que ponga a cada hombre, y no lo que hace o produce, en el centro de nuestras preocupaciones). Jesús no vino a organizar los partidos políticos (aunque su enseñanza es clave para quien quiera ser un buen político, que haga de su tarea un servicio útil para los demás). Jesús no vino para dirigir los equipos de fútbol para que puedan ser campeones (aunque su Palabra es clave, para hacer del deporte una actividad sana, que lleve al encuentro y a la fraternidad). Y así podríamos pasar revista a todas nuestras actividades.
 
3. POR LO TANTO, JESÚS ES NUESTRA SALVACIÓN, Y YA VIENE. ESPERAMOS CON CONFIANZA A JESÚS, pero no de brazos cruzados, sino con las puertas del corazón abiertas, en vigilante espera, de pie, como San José junto al pesebre. Dispuestos a aceptar sus signos de la salvación, como San Juan el Bautista en la cárcel, en vez de exigir los que nosotros queremos. Dispuestos a prestar nuestros ojos para que los ciegos vean, nuestras piernas para que los paralíticos caminen, nuestros oídos para  que los sordos oigan, dispuestos a vivir para los demás, y recuperar de este modo a Dios, Padre de todos, y salvación para quienes lo quieren...

Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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