No hay tormenta que pueda aislarnos...
1.
EN TIEMPOS DE TORMENTA, TODO ES MÁS GRAVE SI NOS AISLAMOS... La tormenta puede
ser una enfermedad, a veces nos aislamos cuando nos enfermamos, y no queremos
ver a nadie, y la soledad encierra... La tormenta puede ser también la tristeza,
y no queremos vernos con nadie, y no abrimos las ventanas de la casa, y nos
cubre la oscuridad... La tormenta puede ser también el corralito, y una
respuesta de quien se aísla puede consistir en pensar. "yo tengo mis derechos,
los bancos que se arreglen, yo lucho por lo mío, que cada uno se arregle..."...
La tormenta puede ser el peligro de la escacez de alimentos, y quien se aísla
sale corriendo al supermercado, para llenar su despensa, sin pensar en nada más.
Quizás esto tenga que ver con un vicio, que no es seguramente exclusivo de
nuestra tierra, pero que en nosotros me parece que abunda, que consiste en
ocuparnos más en reclamar lo que nos toca recibir, que en poner lo que nos toca
dar, "en justa correspondencia", diría un cantautor catalán...
DIOS, QUE ES AMOR, NOS UNE EN COMUNIÓN CON ÉL Y ENTRE NOSOTROS... Esto
celebramos y hacemos especialmente cuando celebramos la Misa. Si lo amamos, nos
dice Jesús, cumpliremos sus mandamientos. Y su mandamiento principal consiste,
precisamente, en el amor, en la comunión. Por eso San Pedro nos exhorta a dar
razón de nuestra esperanza: el mundo de su tiempo, como nuestro mundo de hoy,
tiene necesidad del testimonio creíble de quienes hemos creído que el camino, y
la meta, es el amor. Por eso también nos exhorta a perseverar en la decisión de
hacer el bien, aunque nos toque sufrir. Y esta perseverancia en la decisión de
hacer el bien es la verdadera caridad, que en nuestros tiempos reclama la
decisión de unirse sólidamente a los que están más en peligro de "naufragar" en
la exclusión y la marginación (en esto consiste la solidaridad).
3.
CON JESÚS, DISPUESTOS A HACER EL BIEN, YA NO HAY TORMENTA QUE PUEDA AISLARNOS...
Los dramas de los demás son también nuestros dramas, los problemas de los demás
son también nuestros problemas. El hambre de los demás es también nuestro.
Nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestra comunidad, nuestra patria, necesita
el testimonio de los que hemos creído en el amor, y sabemos que las tormentas no
tienen que aislarnos. Nuestra patria necesita que mostremos, con nuestro
testimonio, que con espíritu de familia, se construye, se reconstruye y se da
vida a la patria, que es, mientras vamos de camino al Cielo, nuestro
Hogar...