Tirando para el mismo lado...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 7 de julio de 2002, Domingo XIV del Tiempo Ordinario. Me basé en las siguientes frases de la Escritura:
  1. Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victoriosos, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna (Zacarías 9, 9).
  2. Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes (Romanos 8, 11).
  3. Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños... Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana (Mateo 11, 25 y 28-30).

 
1. A VECES HAY COSAS QUE SON MUY DIFÍCILES DE ENTENDER... Por más que les demos vuelta en la cabeza, no las alcanzamos a comprender nunca.
 
Por ejemplo, a veces, cuando se muere alguien, los motivos que habría para unirse más, terminan siendo los motivos de pelea y separación de una familia. Los recuerdos del familiar que murió, que son el patrimonio común que debería unir a todos, ceden el lugar a la pelea por las pequeñas o grandes cosas que constituyen la herencia, que terminan separando a los que deberían unirse por ella.
 
De la misma manera, resulta muy difícil comprender cómo en esta gran familia que constituimos como nación, con la enorme riqueza y abundancia natural de nuestras pampas, montañas, ríos y minerales, y con nuestra enorme riqueza humana de este formidable crisol de razas, estemos en la situación de postración en la que nos encontramos, para asombro del mundo entero y vergüenza de nosotros mismos, que no podemos pensar que se trata sólo de una confabulación de todos contra nosotros...
 
De todos modos, no serán las ciencias de los sabios, economistas o políticos, las que pongan luz sobre todas estas cosas difíciles de comprender. Hay una sabiduría mayor, que Dios ha cerrado a los "sabios y prudentes", y ha reservado para los pequeños. Es la sabiduría del corazón, la sabiduría de las cosas de Dios. La sabiduría que nos permitiría no sólo para comprender estas cosas incomprensibles que nos suceden, sino también poder cambiarlas, a la medida de Dios.
 
2. LOS PEQUEÑOS SON LOS QUE CAMBIAN Y MUEVEN EL MUNDO... Porque tienen acceso a la sabiduría de Dios. Nos sobran los ejemplos, que de una u otra manera nosotros mismos hemos podido comprobar más de una vez. Las pequeñas cosas, que se hacen firmes y consistentes con la sabiduría de Dios, son las que provienen del amor. Y con este amor perseverante, no sólo se comprenden sino que también se transforman todas las cosas, a la medida de Dios.
 
Arquímides decía que le bastaba que le dieran un punto para apoyar su palanca, y podría mover todo el mundo. A nosotros nos sobraría incluso ese punto de apoyo. Nos basta esta sabiduría que nos ha regalado Dios. Nos basta el amor que nos enseñó Jesús, ese amor perseverante de Dios hecho hombre, que se entrgó en la Cruz y que resucitó, para cambiar nuestra familia, nuestro entorno más inmediato, nuestra nación y el mundo entero, con perseverancia y tezón.
 
Puede parecernos una empresa gigante, imposible e ilusoria, una carga insoportable, que no nos animemos a emprender por temor al fracaso y al papelón, esta audacia de confiar en la fuerza del amor para poner remedio o cambiar las cosas que no funcionan. Pero Jesús nos dice que es una carga ligera y un yugo suave...
 
3. EL YUGO ES SUAVE Y LA CARGA LIGERA SI SE LE LLEVA CON JESÚS... El yugo es un instrumento fenomenal. Hace que los que se unen con él tiren para el mismo lado y sumen sus fuerzas. Por eso, la invitación de Jesús es a compartir su yugo y su carga, a que carguemos con Él lo que Él ya llevó desde la Cruz a la Resurrección. Si lo hacemos, estaremos tirando para el mismo lado que Dios, y sumando con Él nuestras fuerzas. ¿Qué mejor garantía podemos pedir de llegar a la meta?
El yugo y la carga es el amor, para cambiar con él nuestra familia, nuestra tarea, nuestra empresa, nuestra nación. Un amor que se toma en serio hacer lo que es bueno para todos, y nos ayuda a tirar a todos para el mismo lado, para el lado para donde tira Dios...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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