Una necesidad vital...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del 4 de agosto de 2002, Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. EL ALIMENTO ES UNA NECESIDAD VITAL Y COTIDIANA... No hay energía, y se apaga la vida, sin alimento. siempre fue así, aunque hoy le prestamos más atención, hasta científicamente. Todo está medido: las calorías que consumimos, las que gastamos (y la consecuente diferencia, que es lo que acumulamos, sobre todo a partir de cierta edad, formando los salvavidas que suelen aparecer, a la altura de la cintura y en otros lugares estratégicos, justo donde no queremos que aparezcan...).
 
Puede faltarnos la televisión (de hecho, hay muchos que no la tienen...), puede ser que no podamos comprar el diario, puede faltarnos el cine (seguramente hay muchos que nunca fueron...), puede faltarnos la computadora (que, por otra parte, tiene un porcentaje muy pequeño de la población...), puede faltarnos el acceso a Internet (el porcentaje que lo tiene es aún menor...), y no nos está faltando nada vital, por importante que parezca, pero no podemos vivir, si nos falta el alimento.
 
Y así como la vida es un don de Dios, que todos estamos llamados a cuidar, también es un derecho que viene de Dios el derecho al alimento necesario. Dios nos ha dado como casa un mundo en el que, con el trabajo del hombre, no faltan alimentos, y sin embargo, paradójicamente, hay millones de niños y de adultos que mueren de hambre. ¿Por qué?
 
2. DIOS PONE EN NUESTRAS MANOS EL PAN QUE NOS HACE FALTA...
Así sucede en la multiplicación de los panes. Dios hace lo suyo, para que a nadie falte el pan. A partir de los cinco panes y dos peces con los que cuentan, los multiplica y los pone en manos de los apóstoles, para que trabajen llevándolos a todos... De la misma manera, Isaías nos hace oír la invitación de Dios para que nadie se quede sin comer y sin beber lo necesario, aunque no tenga dinero, asombrándose de los que gastan la plata en algo que no alimenta...
 
Comer no es un lujo para los que pueden pagarse la comida. Otras cosas podrán ser lujos, pero nunca el alimento. Esto, en la Argentina empobrecida en la que vivimos, en la que viajar ya no es tan fácil como antes (más o menos 3,7o veces más difícil), en la que a todos nos resulta necesario ajustar nuestros gastos y distinguir con claridad lo que es primero y lo urgente de lo que ha pasado a ser secundario, hay que tomar conciencia que para algunos no se trata ya de no poder alcanzar cosas más o menos prescindibles, sino de la lucha cotidiana por la subsistencia, por el alimento.
 
Nada puede separarnos del amor de Cristo, nos dice San Pablo. De ese amor proviene este don inapreciable, por el que nosotros comemos todos los días y no nos falta el alimento. Pero ese mismo amor, del que nada nos puede separar, nos apremia...
 
3. DIOS NOS LLAMA A COMPARTIR EL PAN, PARA QUE A NADIE FALTE EL ALIMENTO... Esto sucede siempre, pero podemos estar seguros que, ahora más que nunca, nuestra fidelidad al amor de Dios reclama esta decisión profundamente cristiana y apostólica, de ayudar a Jesús a repartir el pan que Él multiplica para que coman todos sus hijos. Quizás incluso tengamos que privarnos de algo que no es vital, para que gracias a un amor que nos comprometa hasta las entrañas, a nadie falte el alimento. Y con el gesto austero de no desperdiciar nada, sepamos "recoger los restos", como los apóstoles, y aprovechar todo para que a todos llegue el alimento...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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