Llamados a responder...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del 8 de septiembre de 2002, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. A VECES NOS GUSTARÍA VIVIR EN UNA ISLA, LEJOS DE TODOS LOS DEMÁS... Y, si no podemos aislarnos en una isla, por lo menos encerrados en un cuarto, que es lo que tenemos a mano en casa, y que es más o menos lo mismo...
 
Sobre todo tenemos esa tentación de aislarnos del mundo cuando las cosas andan mal. Quisiéramos aislarnos de la familia,  de los amigos, y del mundo entero, y que nos dejen en paz. Pero, en realidad, sabemos que no es posible. Todos dependemos, más o menos, de los demás. No podemos  bastarnos solos, para tener la ropa y los alimentos que necesitamos, para cuidar nuestra salud, no sólo física, sino también y sobretodo la mental. Pertenece a nuestra más íntima naturaleza la necesidad de vivir en contacto y en comunión con otros. Somos un "animal social" (a veces más animales y a veces menos sociales...).
 
Necesitamos unos de otros para desarrollarnos humanamente, y aunque a veces nos pese el contacto con los demás, no nos podemos aislar. Vivimos y crecemos en una mutua interdependencia, aún antes que se inventara la globalización, que en definitiva no es más que una consecuencia de nuestra más primitiva naturaleza, nuestro ser social, en este tiempo en el que se acortan las distancias debido a los múltiples instrumentos que hoy facilitan la comunicación y los desplazamientos...
 
Ahora, si dependemos unos de otros, si no podemos vivir aislados, ¿qué tenemos que ver cada uno de nosotros con lo que hacen los demás? Hoy, cuando vemos tantas cosas que no nos gustan, tanto desastre que probablemente sería evitable, y tanto dolor que nos puede parecer innecesario... ¿Podremos quedarnos encerrados tratando de sacarnos las culpas de encima, y preocupándonos sólo de que no nos arrastre la ola que va tirando todo y a todos, sin parar?
 
2. SOMOS RESPONSABLES: LLAMADOS A RESPONDER TAMBIÉN POR LOS DEMÁS... Jesús nos muestra hoy que una misteriosa solidaridad se da entre todos, no sólo en la gracia y el amor de Dios, sino también en el pecado. Por eso nos llama a hacernos cargo del mal que hacen los otros, invitándonos a la corrección fraterna en la comunidad de la que somos partes, en la Iglesia y en la patria. Ya el profeta Ezequiel recibía esta advertencia de Dios: los demás morirían por las culpas de sus pecados, pero a él le pedirá cuenta de sus sangre, si no fue capaz de advertirlos a tiempo para que pudieran cambiar.
 
Responsable es el que está obligado a responder por otros. Y eso nos pasa a todos: somos responsables, tenemos que responder ante Dios no sólo por nosotros mismos, sino también por los demás. Por supuesto, cada uno es responsable ante Dios por sus propias acciones u omisiones, pero todos tenemos también una misteriosa solidaridad que nos hace en alguna medida responsables de lo que hacen o dejar de hacer los demás, sobretodo si no hemos hecho nada para ayudarles a corregir sus malas conductas, si por comodidad o por indiferencia hemos convivido con la mentira y con el robo, como si no tuviéramos nada que ver (dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece; esto es especialmente cierto cuando además es el gobierno que elige; pero yo diría también que cada pueblo tiene el gobierno que quiere tolerar, sobretodo si no hace nada para corregirlo y cambiarle el rumbo, con la fuerza de las urnas y de la crítica constructiva, en el marco de la ley...).
 
Esta responsabilidad de unos por otros tiene su raíz más profunda es nuestro origen. Todos los que hemos nacido en este mundo hemos venido del amor de Dios, y hemos sido hechos sus hijos por el amor de Jesús, que se ha manifestado para todos en la Cruz y en la resurrección. Por eso,
 
3. NACIDOS DEL AMOR DE DIOS, NUESTRA DEUDA ES EL AMOR MUTUO... San Pablo nos habla de la única deuda que no podemos desatender. No existía todavía el FMI, pero si hubiera existido, San Pablo hubiera dicho lo mismo. Puede ser que algún momento, en alguna circunstancia especial, y por algún tiempo, pueda postergarse el pago de una deuda al FMI, aún a riesgo de que nos quieran tirar "fuera del mundo". Pero la deuda del amor mutuo con los que nos rodean más cercanamente, sobretodo cuando se trata de un amor que nos llama a acudir en auxilio de nuestros hermanos que luchan por la más elemental subsistencia, será siempre la única deuda que no se puede desatender...
 
De eso se trata en la Colecta Más por Menos, que hoy se hace en todas las Iglesias católicas del país, y también fuera de ellas, para ayudar a las diócesis más necesitadas. Una Colecta que hace crecer no sólo a los que recibirán sus frutos, sino primero y quizás principalmente, a todos los que participen en ella con su granito de arena o poniendo una playa entera, según lo que cada uno puede. Hoy privarnos de algo que podíamos y pensábamos gastar, para ponerlo en la Colecta, puede significar para otro la posibilidad de comer... Llamados a hacernos responsables de los demás también en el pecado, cuánto más tendremos que serlo en el amor. Y ese amor nos hará crecer...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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