En el país de la oscuridad brilla la luz...

Queridos amigos:
 
Aquí va mi predicación del 27 de Enero de 2002, Domingo III del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
1. ES DIFÍCIL SENTIRSE SEGUROS CUANDO SE HACE DE NOCHE Y SE ACABA LA LUZ... Por ejemplo, si nos quedamos de golpe a oscuras en un lugar que no conocemos mucho, es mejor no moverse mucho, porque podemos llevarnos todo por delante. Cuando está oscuro la sensación es de inseguridad...
 
Nosotros, en Argentina, parece como si estuviéramos ahora en medio de una noche cerrada, rodeados de tinieblas muy oscuras, como también lo estuvo todo el pueblo en tiempos del profeta Isaías, y después en tiempos de Jesús. Si miramos para atrás, no vemos nada, no terminamos de darnos cuenta cómo se nos ha venido la noche encima, y si miramos para adelante, tampoco vemos la salida, el futuro... Y en medio de esta noche, la sensación de inseguridad es inmensa, y agobiante. Por todos lados se ve el peligro que acecha, de la violencia y la desintegración social.
 
2. Una cosa hay a favor: es en las tinieblas donde mejor puede resplandecer la luz. Jesús es nuestra luz. JESÚS VINO PARA ILUMINAR A TODO HOMBRE QUE NO SE RESISTA A SU LUZ... Es esa luz que surge de su amor, probado en la Cruz. Se puede decir muy sencillamente en qué consiste la luz que Jesús nos ha traído. Él es Dios, y es Hijo de Dios, y haciéndose Hombre nos ha hecho a nosotros mismos, hijos de Dios, miembros de su familia. Nos ha ayudado a reconocer que tenemos todos un mismo Padre, y somos miembros de una familia, hermanos entre todos nosotros.
 
Se entiende, entonces, que la Palabra de Dios, de la que San Pablo se hace eco nos llama, especialmente hoy en Argentina, a ponernos de acuerdo, superando todas las divisiones, para vivir en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y sentir: pensar y sentir como piensa y siente Jesús. Esto nos llevará a pensar y sentir buscando el lugar de todos y de cada uno en nuestra patria, sin ningún tipo de exclusión ni de excluidos. Pensar y sentir reservando los mejores pensamientos, intenciones y acciones en favor de los más pequeños y más urgidos. Pensar y sentir buscando cada uno a qué puede renunciar hoy, en favor del bien de todos, que se llama bien común (este bien requiere que todos y cada uno renuncie a un bien propio, pero resulta mayor que la suma de todos los bienes a los que cada uno renunció...). Pensar, sentir y hacer lo que cada uno puede aportar a la hora de construir.
 
Esto es lo que intentan promover los tres Obispos que, encargados por la Conferencia Episcopal Argentina, llevan adelante junto con un enviado de las Naciones Unidas, la mesa del "Diálogo Argentino", con la esperanza de que los diversos actores de la sociedad (políticos, empresarios, sindicalistas, organizaciones no gubernamentales, etc.), sumen sus aportes en algunos acuerdos básicos que nos pongan a todos caminando hacia un mismo destino y por un mismo rumbo.
 
3. Esto, sin duda requiere un cambio de actitud, en todos nosotros, que, como todo cambio que dura, comienza desde adentro, y se va manifestando poco a poco hacia afuera. Es un cambio de vida, fruto del encuentro con Jesús, y su luz, que se llama conversión. "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca", nos dijo Jesús. EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA, SI CONVERTIDOS, NOS DEJAMOS ILUMINAR POR JESÚS...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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