Sólo hay un modo de crecer...

Queridos amigos:
 
Esta es mi predicación del 3 de noviembre de 2002, Domingo XXXI del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín y en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. A VECES LOS QUE MÁS SE VEN SON LOS QUE TIENEN MENOS QUE MOSTRAR... Nos puede pasar, por ejemplo, cuando vamos a una fiesta, que nos encontramos con algunos que siempre están tratando de hacerse notar. Y no suelen ser, casualmente, las personas más interesantes y más valiosas, que valga más la pena tratar de conocer...
 
Hay otros que, por la profesión a la que se dedican, y que no siempre honran, están haciéndose ver todo el tiempo. Pienso en los personajes de los medios de comunicación, que corren el peligro de ir acostumbrándose a ser de tal modo el centro, que les parezca que realmente lo son, de modo que todo tiene que circular alrededor de ellos. Así pueden rendirse de tal manera un ídolo muy peligroso, llamado raiting, que corren el peligro de terminar utilizando todo, hechos, circunstancias y personas en pos de su propia notoriedad, vendiendo la verdad para comprar la noticia, sin el menor escrúpulo por todo lo que pueden destruir obsesionados por el impiadoso culto de la notoriedad...
 
Jesús nos previene contra la ostentación, vicio soberbio de los que luchan a toda costa y a cualquier precio por estar siempre en el primer lugar...
 
2. SÓLO DIOS PUEDE OCUPAR EL PRIMER LUGAR, Y LO HACE SIN OSTENTACIÓN... Sólo Dios es Dios, y sólo a Él le corresponde ese lugar.
 
Y cuando Dios quiso ocupar el lugar que le corresponde en este mundo, se hizo hombre, se acercó a nosotros para salvarnos, y lejos de toda ostentación, puso con hechos y no con palabras el primer lugar en la Cruz. Desde allí el amor de Dios mostró toda su omnipotencia, que no es ni avasallante ni soberbia, que no se impone tiránicamente, sino que se propone con los brazos abiertos y en el más sencillo, humilde y contundente gesto, dando la Vida por todos nosotros, con la eficacia silenciosa del que no necesita gritar.
 
A nosotros nos invita a seguirlo por el mismo camino, y por eso nos reclama que no nos hagamos llamar ni maestros, ni padres ni doctores, ya que no son los títulos los que nos justificarán o salvarán (en mi caso, se ve que queda mucho camino por recorrer: yo me dedico a la enseñanza y me dicen muchas veces "maestro"; pero además, como se suele hacer con los sacerdotes, me dicen "padre"; y para completarla, para poder enseñar obtuve en derecho canónico el doctorado, y me llaman también "doctor"... me veo obligado a decirles que no deberían decirme ninguna de estas cosas, simplemente por fidelidad a la palabra de Jesús...).
 
 La Palabra de Dios tiene su propia grandeza y eficacia, y la debilidad de sus testigos nada le podrá quitar. Es verdad que muchas veces serán los hechos, no las palabras, las que se harán notar. Los que asumimos y predicamos las palabras de Jesús seremos más creíbles si acompañamos lo que decimos con nuestra coherencia y fidelidad. En todo caso, no serán las palabras, que a veces pueden llamar la atención y hacer mucho ruido, llenando horas de los medios de comunicación dedican sin decir nada y sin ninguna utilidad, sino los hechos, los que servirán para indicarnos cuál es nuestro lugar.
 
3. SÓLO HAY UN MODO DE CRECER DE VERDAD: SERVIR A LOS DEMÁS... Esto vale para todos, pero especialmente para quien crea que debe ocupar el primer lugar. Este es el único modo de ser grandes, el servicio a los demás. Dios nos ha hecho de esta manera, y sólo así se puede crecer.
 
Podrá ser el servicio sencillo y silencioso con el que atendemos las necesidades de nuestros hermanos más cercanos. Podrá ser el vaso de agua o plato de comida que damos a un chico abandonado, o a 10, o a 6.300, junto con un techo, educación y un clima de hogar. Podrán ser también muchos otros modos, pero será siempre el servicio cálido y fraterno el que nos hará crecer delante de Dios, ante quien sólo cuenta la caridad...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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