1. LA MUERTE GOLPEA EN TODAS
LAS PUERTAS, A VECES DE MANERA ABSURDA... Hay una pregunta que es tan
antigua como Adán: la pregunta que cada uno de nosotros nos hemos hecho
en algún momento de nuestra vida, y que seguramente se han hecho
también todos los que en este mundo han vivido, comenzando por el mismo
Adán. Es la pregunta sobre nuestra propia muerte. Es más, es posible, y
hasta es normal, que nos hagamos muchas veces esta pregunta a lo largo
de la vida, e incluso podemos pensar que nos pasamos toda la vida
tratando de encontrar una respuesta a esta pregunta...
Sin embargo, la pregunta sobre la muerte se
nos vuelve más dramática cuando se trata de muertes que para el sentido
común parecen más absurdas. En esos casos la pregunta se hace acuciante
y nos urge una respuesta, para que no nos parezca absurda la misma
vida. Sin dudas esto sucede en primer lugar cuando se trata de la
muerte de aquellos que no llegan a nacer, porque los padres u otros que
han intervenido les han puesto la cruel barrera del aborto...
También nos resulta absurda la muerte, cuando
envuelve a los jóvenes que se encuentran en plena adolescencia, y ven
truncada su marcha y su crecimiento, sus esperanzas y su futuro, por la
violencia que se les cruza y los atrapa. Una violencia que ven y
adoptan del mundo de los adultos, que los envuelve y los sorprende en
espectáculos masivos o lleva a unos a matar a otros, como si nada
valiera la vida. No puedo dejar de advertir que aunque hoy esto
aparezca en las primeras planas de los periódicos a raíz de algún caso
reciente más resonante, la realidad de los jóvenes que bajo el impulso
de la bebida y de la droga agreden y se agreden con violencia está
presente hace ya un tiempo entre nosotros, y lo seguirá estando
seguramente, aunque dentro de unos días ya no se ocupen de ella los
medios de comunicación...
2. DIOS TIENE UNA PALABRA DE
AMOR, QUE PUEDES MÁS QUE LA MUERTE: JESÚS... La Palabra de Dios se hizo
carne, y nació en Belén. Es una sola Palabra, que tiene todas las
respuestas para nuestras preguntas. Es Jesús, la Palabra de
Dios, que todo lo dice...
Este Amor de Dios, que resucitó a Jesús,
puede sanar todas las
heridas, puede reconstruir todo lo que se ha roto. Jesús, desde la
Cruz, y con su Resurrección, rescata nuestra vida del fracaso al que la
llevan nuestros pecados, redime nuestra condición humana, nos salva de
la muerte definitiva, rehace lo que nuestra rebeldía ha desecho en
nuestra relación con Dios, reconstruye lo que nuestra desobediencia u
oposición a los planes de Dios ha destruido. En definitiva, Jesús, con
su Cruz y su Resurrección, eleva nuestra condición humana a la altura
de los hijos de Dios, herederos de su gloria...
Dios remueve la piedra que tapa
el sepulcro, porque la muerte no puede con Él. Como María Magdalena y
los Apóstoles, también hoy nosotros vemos las huellas de Jesús
resucitado: a) El sepulcro vacío; b) Las apariciones a los Apóstoles,
de las que ellos nos dan un testimonio vivo y contundente, ya que lo
vieron, lo tocaron, hablaron y comieron con Él. A nosotros sólo nos
hace falta hacer lo que hicieron María Magdalena y los Apóstoles, como
nos muestra el Evangelio de hoy: ver y creer. En realidad, sólo nos
hace falta convencernos de algo que es evidente: Dios puede más que la
muerte, los signos de la muerte no pueden con Él. Y para convencernos
de esto basta que aceptemos el regalo que Él mismo nos hace, cuando nos
da la fe...
3. HAY QUE RECIBIR EL AMOR DE DIOS Y VIVIR EN
ÉL, PARA PODER MÁS QUE LA MUERTE... El Amor de Dios es poderoso. Puede
más que el pecado y que la muerte. Ese Amor se hizo hombre y habitó
entre nosotros, probó nuestra muerte y resucitando nos dio su Vida.
Bastará, entonces, que
estemos dispuestos a recibirlo a Jesús, a recibir el Amor de Dios con
las ventanas del corazón bien abiertas, para que
también nosotros podamos más que la muerte...
A Jesús lo hemos recibido por
primera vez sacramentalmente en el Bautismo. En la Vigilia Pascual
hemos renovado las promesas y los compromisos que nuestros padres y
padrinos, si nosotros éramos infantes, hicieron por nosotros el día de
nuestro Bautismo. Hemos seguido recibiendo a Jesús cada vez que hemos
celebrado los
Sacramentos o nos hemos alimentado con la Palabra de Dios, en la que el
Amor está vivo...Volver al inicio de la predicación...