1. LAS ALEGRÍAS QUE HOY SE OFRECEN SON
SUPERFICIALES Y CASI TODAS COMERCIALES... Todavía no empezó el Mundial
de Fútbol que se jugará en pocos días más en Alemania, e incluso antes
que la pelota comience a rodar ya estamos saturados con la presión a la
que nos someten con todas las cosas que nos quieren vender con ocasión
de ese acontecimiento deportivo. Se nos quieren vender no sólo
pantallas de Televisión "para verlo mejor" (en cada país con la
camiseta de la propia selección), sino muchas otras cosas, hasta
"camisetas" para perros, pasando por todo tipo de bebidas y otras
cosas, que nos ofrecen una felicidad que no llega más que hasta la
superficie, y así de rápido como llega, con la misma velocidad se
acaba...
Mientras tanto, seguramente a todos nos
sobran motivos para que nuestro ánimo esté abatido. Por eso no alcanzan
pequeñas distracciones, como puede ser un triunfo futbolístico de la
selección nacional, para cambiar el clima de descreimiento que nos
envuelve. Es demasiado triste ver cómo los que deberían ocuparse del
bien común, ya que para eso fueron elegidos, se debaten entre tormentas
y luchas por el poder, de las que ya somos testigos al borde del
hastío...
Pero si miramos todavía más hacia lo
profundo, siempre es más fácil la tristeza, la desilusión y la
desesperanza, sobretodo si, frente a las circunstancias que nos rodean,
nos quedamos pasivamente tirados en un sillón, mirando cómo las cosas
pasan, sin atinar a una respuesta con la que sumemos nuestra propio
esfuerzo para darles una dirección...
2. EL ESPÍRITU SANTO NOS DA LA PAZ Y LA
ALEGRÍA QUE VIENEN DE DIOS... Cuando se aparece a los Apóstoles, Jesús
expresamente les entrega el don de la paz, e inmediatamente ellos se
llenaron de alegría. Ambos dones provienen de Dios, y Jesús se los
comparte dándoles el Espíritu Santo, que es Dios junto con el Padre y
el Hijo (de eso nos hablará la celebración del próximo Domingo)...
Y a nosotros Dios nos hace
participar de esa misma tarea. Dios, que puede hacer todo por su
cuenta, quiere hacerlo con nosotros, porque para eso nos hizo
semejantes a él, libres y artífices de nuestro destino. Para eso no da
el Espíritu de Jesús, el que animó a los Apóstoles, el que nos hace
participar de la Vida de Jesús, ganada en la Resurrección, y regalada a
cada uno de nosotros en el Bautismo. Por eso nosotros no tenemos que
enojarnos con este mundo que nos toca vivir, que se ha querido alejar
de Dios, sino que tenemos que abrirle confiados nuestros brazos,
ofreciéndole perdón que necesita...
Si quisiéramos saber con precisión cuál es el
don que el Espíritu Santo nos tiene preparado especialmente para cada
uno de nosotros en este día, bastaría que miráramos a nuestro
alrededor. Conociendo lo que necesitan de nosotros los que nos rodean
en cada lugar donde nos movemos, tendremos pistas claras del don que el
Espíritu Santo nos está dando. Porque, como dice San Pablo, en cada uno
el Espíritu Santo se manifiesta para el bien común...
3. EL ESPÍRITU SANTO NOS LLAMA A DAR FRUTOS
DE AMOR Y ALEGRÍA PARA EL BIEN COMÚN... El Espíritu Santo nos anima a
todos y a cada uno, para hacer lo que nos toca, en la Iglesia y en el
mundo, de manera que podamos aportar al bien común...
Para llevar adelante esa misión,
que nos hace construir la vida de los otros, y al mismo tiempo
encontrar el sentido profundo de la nuestra, dando frutos de amor y de
alegría, contamos con el don del Espíritu Santo, que se manifiesta en
cada uno de nosotros con lo que hace falta para el bien de todos. Esto
también sucede en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo, en
todos los ambientes en los que nos movemos, y también en la Argentina
de hoy...Volver al inicio de la predicación...