Tender la mano...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 2 de julio de 2006, Domingo XIII del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B, en el Hogar Marín:

Con el agua al cuello1. MUCHAS VECES LO QUE MÁS NECESITAMOS ES QUE NOS TIENDAN UNA MANO... Las manos no son muy útiles. Sirven, por ejemplo, para atajar penales (aunque, en realidad, para esto sirve cualquier parte del cuerpo del arquero, basta que la pelota rebote en él y no entre en el arco). Pero hay muchas oportunidades en las que, de tal modo el agua nos llega al cuello, que lo único que podemos esperar con esperanza de salvación es que alguien nos tienda una mano. Quizás por eso el de la mano tendida es un signo tan claro que no necesita explicación...

Ayua para caminarUna mano tendida es siempre una mano amiga. Si tenemos dificultades para caminar, porque nuestras piernas ya no logran mantenernos firmes, un bastón nos puede ser muy útil. Sin embargo, es muy posible que no alcance, o al menos que no nos dé la seguridad que nos puede dar una mano amiga que se llega hasta nosotros para sostenernos. Una mano tendida siempre nos acerca el calor del otro, nos comunica algo de su vida, nos hace sentir su pulso, nos permite adivinar la vibración de su corazón, además de hacernos sentir su compañía. Una mano tendida nos permite atravesar un paso que nos resulta difícil, nos da confianza en un ambiente al que llegamos y en el que no conocemos a nadie...

EnfermoPero de manera especial nos hace falta una mano tendida cuando nos llega la enfermedad, y sobretodo en el momento culminante de la vida que es para cada uno de nosotros su propia muerte. En ese momento una mano tendida puede más que muchas palabras, nos dice más que todo lo que puede hablarse en el momento en que las palabras no alcanzan, nos da más que lo que cabe en las valijas y en los camiones de mudanza, nos acompaña más que las multitudes y nos hace sentir más el calor de la vida que, lejos de acabarse, se está acercando al gran salto que nos lleva a su dimensión más profunda y verdadera (por eso, qué bueno sería que hiciéramos todo lo posible para que nadie llegue a la muerte sin una mano que lo sostenga; tengo para mí, y seguramente muchos coincidan, que al final de vida más que todos los medios extraordinarios que nos puedan "enchufar" para prolongar hasta el máximo lo que inevitablemente se acaba, lo que resulta verdaderamente importante es contar con una mano tendida que nos sostenga hasta el último instante)...

Yo creo que por eso Jesús, que como Hijo de Dios es la mano que Dios mismo nos ha tendido para hacernos llegar su salvación, en muchos de los milagros que  nos muestran ese don de Dios, como en los dos que hoy nos presenta San Marcos, se apoya en el signo de las manos que se tocan y acercan...

Mano de Dios que salva2. HAY MILAGRO SI DIOS TIENDE LA MANO Y SE ENCUENTRA CON LA NUESTRA TENDIDA... Pero para que se dé el encuentro con el don de Dios, que es para nosotros la salvación, no basta con que Dios nos tienda la mano. También es necesario que nuestra mano esté tendida hacia Él, para recibir lo que sólo él nos puede dar. Es la fe la que eleva nuestras manos hacia Dios, y siempre sucede el milagro de la salvación cuando la mano tendida de Dios hacia nosotros se encuentra con la nuestra tendida hacia Él...

La mujer que llevaba doce años sufriendo hemorragias y que seguramente por eso había perdido el don de la fecundidad propio de la mujer, había gastado inútilmente todo su dinero esperando que los médicos la curaran. Pero tenía confianza en que Jesús podía salvarla, y expresó su fe tendiendo su mano hacia Él, que pasaba por el camino, y enseguida quedó curada. Jesús mismo nos dice que su fe es lo que la salvó. Jesús estaba allí apretujado por una multitud, pero entre todos ella se acercó "a tocarlo" movida por la fe y tocó su manto, y ese encuentro se convirtió en un encuentro de salvación...

"Talitá kum"Otra mujer, esta vez una niña que tenía doce años y que por lo tanto se acercaba a la edad en que comenzaba a ser mujer, también estaba en apuros. Los amigos de Jairo, que había ido a suplicar a Jesús por su hija, le dicen que ya no lo moleste, ya que ella había muerto. Sin embargo, no necesita insistir, ya que el mismo Jesús es el que decide dirigirse a su casa en busca de la niña, llevando su mano tendida hacia ella...

Crucifixión, VelázquezCuando llegó a la casa, Jesús subió subir con los padres y con los tres Apóstoles (testigos) que lo acompañaban al lugar donde la niña estaba. Y una vez allí, lo primero que hizo fue tomarla de la mano. Con la orden de Jesús, la chica se levantó, y Jesús, siempre atento a los detalles, les dijo que le dieran de comer. Pero para que se produjera el milagro, a la mano tendida de Jesús había salido al encuentro el padre de la niña, a quien Jesús había dicho: "No temas, basta que creas". También aquí, entonces, la fe del padre de la niña fue la mano tendida que salió al encuentro de Jesús, que salva...

Las manos de Jesús están siempre abiertas y tendidas. Así fue en su vida terrena, en la que tendió la mano a todos, y así lo vemos en la Cruz. Esos brazos nunca se cierran, y esas manos siempre están tendidas, para que todo el que quiera pueda aferrarse a ellas. También Jesús resucitado es siempre una mano de Dios tendida hacia nosotros, para darnos la salvación que necesitamos y que sólo de Él puede venir, esa salvación que se resume en la meta hacia la que Dios nos ha llamado y que está en el Cielo. Esa mano tendida de Jesús, que puede dar frutos de salvación, está esperando encontrarse con la nuestra. Y espera paciente nuestra respuesta de fe, que nos haga elevar las manos hacia Él. Cuando nuestras manos tendidas hacia Él por la fe se encuentran con las suyas, siempre se produce el milagro de la salvación, aunque no siempre sea del modo en que nosotros la esperamos...

Manos hacia la Cruz3. HAY QUE TENDER LA MANO PARA ENCONTRAR A JESÚS Y PARA SERVIR A NUESTROS HERMANOS... Con la fe nuestras manos tienden hacia Dios, y al elevarse se encuentran con la Cruz, que resume toda la inmensa variedad de los sufrimientos humanos que podemos imaginar. Eso nos permite confiar que no hay dolor humano que no pueda ser redimido por Jesús, si elevamos con confianza hacia Él nuestras manos...

Manos fraternasPero una vez que nuestras manos se elevan abiertas hacia Dios, ya no podremos cerrarlas tan sencillamente. Porque en Dios nos encontraremos con todos sus otros hijos, nuestros hermanos. nuestras manos abiertas, entonces, por la fe, para tender hacia Dios, se convertirán también en manos abiertas hacia nuestros hermanos en el amor...

Hoy hay muchos que alrededor de nosotros están esperando que le tendamos una mano. Lo nuestro no será más que gratitud a Dios que se vuelve amor fraterno, porque nuestras manos abiertas hacia Dios han encontrado en Él la salvación, que sólo podremos conservar si permanecen abiertas, y se prodigan en el servicio (no hay manos que puedan conservar lo que han recibido cuando se cierran sobre sí mismas, ya que lo que contienen se escurre entre los dedos). La mano que Dios nos ha tendido, entonces, nos lleva ante nuestros hermanos siempre a tender la mano...


Lecturas bíblicas del Domingo XIII del Tiempo Ordinario del Ciclo B:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
Todas las predicaciones: http://www.awbunge.com.ar/predicaciones/
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