1. ES DE BUENA
EDUCACIÓN LAVARSE LAS MANOS ANTES DE COMER... Es una cuestión de
higiene y de salud, que hemos aprendido desde niños. Pero hay que tener
cuidado, puede convertirse en un gesto vacío, si nos olvidamos para qué
lo hacemos, y no cuidamos como hay que hacerlo la higiene y la salud.
También en muchas otras cosas, además del lavado de las manos, es bueno
que cuidemos las formas exteriores. Sin embargo, igual que con la
limpieza de las manos, no alcanza con los cuidados exteriores si al
mismo tiempo no tomamos la precaución de ocuparnos de las cosas de
fondo...
Por ejemplo, si vamos a
comprar un auto usado, es bueno que aparezca prolijo, lustrado y bien
pintado. Pero no podríamos hacer una buena compra si no tuviéramos el
cuidado de mirar también cómo está el motor, en qué condiciones se
encuentran las suspensiones, qué partes están bien y cuáles están
demasiado gastadas. También, si vamos a una entrevista en búsqueda de
un trabajo, está bien ir bien presentados, con ropa limpia y adecuada a
la ocasión, con el pelo prolijo y bien peinado, pero seguramente no
alcanzaría con eso, si no tenemos las precaución de reunir también las
condiciones de fondo que se piden para ese trabajo...
2. NO ES
LO DE AFUERA, SINO LO DE ADENTRO, LO QUE PUEDE HACERNOS DAÑO... Por eso
Jesús nos enseña, lo mismo que a los Apóstoles, a no preocuparnos tanto
por lo que nos viene desde afuera, porque no es de allí desde donde nos
vienen los peores males, sino por lo que hay adentro, porque de allí
salen las cosas que nos pueden hacer daño...
No es
lo de afuera, sino lo de adentro, lo que puede arruinarnos la vida y
hacernos daño. Jesús hizo una lista de esas cosas que
nacen dentro del corazón y que pueden dañarnos. Se las presentó a los
Apóstoles y hoy nos la vuelve a presentar a nosotros: las malas
intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los
adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades,
la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas
cosas nacen en el corazón de los hombres y son las que pueden dañarnos.
Podríamos agregar algunas más, cada uno según su propia sensibilidad y
atento a sus propias debilidades: nuestra impaciencia, nuestra
indiferencia, nuestros egoísmos, nuestros odios, nuestras pequeñas o
grandes venganzas...
También cada sociedad
tiene sus propias debilidades, y por allí es por donde se cuelan sus
males. Cuando la vida se convierte en "un problema", cuando comienzan a
dar vueltas las propuestas legislativas que convierten el útero materno
en un lugar de muerte en el que corren peligro las personas más
indefensas, cuando se piensa que basta con no ver para no tener que
hablar de asesinato (la "píldora del día después", tomada dentro de las
24 horas después de una relación sexual, tiene entre otros efectos el
de evitar que si el óvulo ha sido fecundado y se ha engendrado una
nueva persona, ésta pueda desarrollarse con normalidad, haciendo que el
útero materno, santuario de la vida, se convierta en el lugar de la
muerte), cuando la sociedad que tiene por finalidad propia cuidar de la
vida de todos, especialmente los más indefensos, se permite en cambio
atentar impunemente contra la vida, es señal de que algo muy grave la
ha herido, y se ve urgida de ser sanada en lo más profundo de su
cultura...
3. HAY QUE ABRIR EL
CORAZÓN A DIOS, PARA ESTAR SIEMPRE A FAVOR DE LA VIDA... La vida es un
don de Dios, que todos nosotros hemos recibido personalmente, a través
de nuestros padres. Por eso conviene que las preguntas sobre la vida
nos las hagamos siempre de manera personalizada...
Para
poder estar siempre a favor de la vida, nosotros y la sociedad entera,
es necesario abrir el corazón a Dios. Tomando conciencia que de Él
hemos recibido este don, es como podremos defenderlo siempre, para
nosotros y para todos los demás. Dios nos llamó a la vida por amor. Y
Dios nos hizo a la medida del amor. Nos hizo capaces del amor, pero
además nos hizo de modo tal que nuestro corazón encuentra su salud y su
salvación en el amor...Volver al inicio de la predicación...