1. HAY QUIENES CON SU SOLA PRESENCIA IMPONEN
UN RESPETO MUY ESPECIAL...
Todos hemos conocido alguna persona con esas características tan
especiales que, con su sola presencia, eran o son capaces de dejar una
huella indeleble en todos los que entran en contacto con ellos. Quizás
haya sido un abuelo o una abuela, o los propios padres, o un tío o tía,
o algún otro pariente más o menos cercano. Así era también Juan Pablo
II, que fue visto e incluso saludado personalmente por tantos millones
de personas a lo largo de sus casi veintisiete años y medio de
pontificado, en todas las cuales dejó un recuerdo imborrable. Pero esto
no sucede sólo con las personas. También las ciudades tienen su propio
"carácter y su propia "personalidad", que en algunos casos se impone
inmediatamente a cualquier visitante...
De todos modos, esto no es lo más importante
de la Ciudad de Asís. Sus
Iglesias, comenzando con la Basílica de San Francisco (con su Iglesia
superior, su Iglesia inferior y su Cripta, en la que se encuentra la
tumba del santo y el Convento donde estoy pasando estos días) de por
los frailes franciscanos conventuales,
Santa Clara (en la que se encuentra el cuerpo de la santa) atendida por
las Hermanas Clarisas, San Damián (lugar de la conversión de San
Francisco y donde se instaló Santa Clara con sus seguidoras) y Santa
María de los Ángeles (al pie de la colina, lugar donde San Francisco se
instaló con sus primeros seguidores) atendidas por los frailes
franciscanos menores, así como todas sus otras Iglesias (la Catedral
dedicada a San Rufino en primer lugar) y sus múltiples lugares de
peregrinación, llevan una huella muy especial, que inmediatamente eleva
el pensamiento al pobre de Asís, San Francisco. ¿Qué hizo este santo
durante su corta vida (murió a los cuarenta y cuatro años),
para dejar marcada de tal modo una Ciudad que por generaciones y
generaciones mantiene tan presente y tan viva su memoria?...
2. TODA AUTORIDAD PROVIENE DE DIOS, ES "EL
AUTOR", QUE TODO LO HACE POR
AMOR... Yo creo que San Francisco hizo algo muy sencillo, en tiempos en
que la Iglesia se había complicado un poco, enredándose en las cosas
del mundo. Simplemente, habiendo experimentado el fracaso jugando sus
banderas en las contiendas mundanas, descubrió el corazón del Evangelio
cuando un pobre leproso a quien encontró por el camino le pidió su
ayuda. Siguiendo los relatos que tenemos de su conversión, en ese
momento se le hizo la luz sobre la llave que le permitió comprender su
existencia y el sentido de su vida. Descubrió que él, como todos los
demás hombres y mujeres de todos los tiempos, provenía del Amor de
Dios, el Autor de su vida, y que había sido hecho para el amor. Desde
ese momento, dejó de lado todo lo secundario (riquezas, honores,
veleidades), y se propuso vivir comprometido con el Evangelio, de la
manera más sencilla e integral posible, en el amor...
Benedicto XVI, en su primera Encíclica
titulada Dios
es amor, dada a
conocer el pasado 25 de enero, parece llamarnos a todos a hacer el
mismo camino. En ella pretende darnos no sólo la imagen cristiana de
Dios, sino también la consiguiente imagen del hombre y su camino, nos
dice en la introducción de la Encíclica. Dios es en su naturaleza más
íntima el Amor mismo, nos ha hecho por amor y nos ha hecho para el
amor. De allí que, nos dice el Papa, no pueda pensarse que se comienza
a ser cristiano por una decisión ética ("voy a ser bueno"), o por una
gran idea ("voy a creer verdades"), sino por el encuentro con una
Persona, Jesús, que da un nuevo horizonte a la vida, una orientación
decisiva que nos cambia, como lo cambió en su momento a San Francisco...
3. EL AMOR AL PRÓJIMO ABARCA TODOS LOS
ÁMBITOS DE NUESTRA VIDA, Y SE REALIZA CADA DÍA... Nuestro amor al
prójimo no es mera "filantropía". No es sólo una empresa humana.
Nuestro amor al prójimo hunde sus raíces en el amor con el que Dios
mismo nos ha amado. Es un amor que responde, es un amor de gratitud
ante tanto amor con el que Dios nos ha tratado. Por eso es que la
caridad no es sólo un compromiso personal con el prójimo, sino también
un compromiso eclesial, nos dice Benedicto XVI (cf. ns.
20-24 de la Encíclica). Pero es un amor con los pies en la tierra,
como el que vivió San Francisco de Asís. La tarea del amor involucra
toda la vida de cada uno de los fieles, es decir, de cada uno de
nosotros. Por eso Benedicto XVI en la segunda parte de su Encíclica nos
muestra cómo diversos ámbitos de nuestra vida se ven comprometidos por
el amor, incluso el ámbito de la política. Un autor católico, dos días
después de publicada la Encíclica
del Papa, escribía en un periódico de gran difusión en la Argentina un
comentario a la misma titulado: "La caridad tiene una
dimensión política"...Volver al inicio de la predicación...