1. LA VIDA NO DEJA DE
PONERNOS ANTE LOS LÍMITES QUE NO SE PUEDEN SUPERAR... De una manera
simple pero contundente nos los muestra cada tanto el estómago. Ayer
festejábamos aquí en el Hogar Marín de manera conjunta los cumpleaños
de los últimos meses. Además del asado que los bienhechores nos
permitieron realizar, teníamos un gran huevo de Pascua para la
celebración, no tan grande como el de la foto pero suficiente como para
que cada uno tuviera un pedazo. Sin embargo, nadie pudo pasarse de un
límite razonable en la medida de lo que...
Sin embargo, no son
sólo las cosas duran poco. También algunas alegrías. Da lástima, por
ejemplo, ver a la madrugada o hasta entrada la mañana algunos jóvenes
que quedan tirados por la calle, por más que tomen energizantes para
tratar de resistir, la noche puede más que ellos y los deja "de cama"
después de haber abusado de la diversión...
Nosotros
mismos ayer
tuvimos aquí en el Hogar Marín una emotiva celebración de los
cumpleaños del mes, con la donación de un rico asado que pudimos
compartir y un coro familiar que nos
deleitó con sus cantos. Algunos animados por
el entusiasmo de la fiesta habrán tenido ganas de bailar, pero de todos
modos los huesos y el cansancio nos fueron llamando lentamente a la
siesta reponedora...
2. LA PAZ, LA ALEGRÍA Y
LA VIDA QUE DA JESÚS
DURAN PARA SIEMPRE... Dios nos ha hecho para la paz y para la alegría
sin límites, y ha sembrado en nosotros una vocación de eternidad. Nos
ha llamado a vivir con Él en una eterna comunión, que dure para
siempre. Pero todo esto no es posible en las estrechas dimensiones de
esta vida. Por eso, para salvarnos, para llevarnos a la altura de la
vocación para la que nos ha hecho, Jesús asumió nuestra condición
humana, y la llevó con amor y paciencia inclaudicable a la Cruz, y
desde allí nos la devolvió transformada por la Resurrección. Por eso
volvemos en este Domingo de la Octava de Pascua a las huellas visibles
de la Resurrección de Jesús, la Tumba vacía y las apariciones de Jesús
a los Apóstoles, huellas humanas de un hecho que rompe los límites del
espacio y del tiempo para ponernos en contacto con la realidad
sobrenatural a la que Dios nos llama...
Jesús es para
nosotros, y para todos los
hombres y mujeres de todos los tiempos, la fuente de una paz y de una
alegría que no se terminan. Y esto es posible porque la Vida del
resucitado es una Vida que vence al pecado y a la muerte, y es una Vida
eterna. Las primeras comunidades cristianas (leímos hoy en los Hechos
de los Apóstoles) compartían sus bienes con mucha libertad y movidos
por el amor al que nos llama la fe (nos dice hoy san Juan en su primera
carta). Puede llamar la atención esa disposición tan viva que lleva a
un grupo de fieles a un amor tan intenso por el que se decide
compartirlo todo. Y sin embargo la explicación es muy sencilla. Es un
amor que surge de la fe, que lleva a encontrar en Jesús la paz, la
alegría y la Vida. Por eso Jesús, cuando se aparece a los Apóstoles
después de la
Resurrección, les dijo insistentemente que venía a traerles la paz. Y
como consecuencia, al recibirlo, los Apóstoles se vieron inundados por
la alegría...
3. NO NOS HACE FALTA
VER SINO
CREER, PARA RECIBIR LA VIDA QUE DIOS NOS DA... Puede ser que alguna vez
hayamos pensado que a nosotros nos ha tocado la parte más difícil, ya
que fuimos llamados a la fe para encontrar la salvación, sin tener
demasiadas constancias visibles que nos garanticen la verdad de la
Resurrección de Jesús. Quizás hemos pensado que todo sería más fácil si
nos ofrecieran más pruebas que nos lleven a la fe. ahora bien, en todo
caso no seremos los primeros en tener esta ocurrencia. Ya lo pensó el
Apóstol Santo Tomás, de sobrenombre el Mellizo, que no se encontraba
con los demás la primera vez que se les apareció Jesús resucitado a los
Apóstoles...Volver al inicio de la predicación...