1. LAS
ALEGRÍAS QUE HOY SE OFRECEN SON
SUPERFICIALES Y CASI TODAS COMERCIALES... Además, incluso las que no
deberían serlo parece que se disfrazan de ese color. Cuando se acercan
las ya próximas elecciones legislativas en Argentina, a realizarse el
28 de junio, lo que más conocemos de los candidatos es su presentación
a través de propagandas televisivas que nos los muestran que candidatos
que deberíamos preferir...
Poco o
nada sabemos de lo que piensan sobre los asuntos principales a resolver
en nuestra patria, y de las leyes que se proponen propugnar en su
gestión. Así se nos presentan más como destinatarios de nuestra
elección, retocados en sus detalles para aparecer "más presentables",
como productos ofrecidos en las góndolas de los supermercados, inflando
sus virtudes y ocultando sus puntos débiles...
Es más
fácil la tristeza, la desilusión y la
desesperanza sobre todo si, frente a las circunstancias que nos rodean
nos quedamos pasivamente tirados en un sillón, mirando cómo las cosas
pasan, sin atinar a una respuesta con la que sumemos nuestra propio
esfuerzo para darles una dirección. También los Apóstoles, después de
la muerte de Jesús, se quedaron en el
Cenáculo con las puertas cerradas por temor a los judíos, que los
habían visto compartiendo con Él sus últimos días. En esas
circunstancias se les apareció Jesús que una vez resucitado esperaba el
momento oportuno para cambiarles el ánimo con sus apariciones, y
confiarles una misión...
2. EL ESPÍRITU SANTO
NOS DA LA PAZ Y LA
ALEGRÍA QUE VIENEN DE DIOS... Cuando se apareció a los Apóstoles, Jesús
expresamente les entregó el don de la paz, e inmediatamente ellos se
llenaron de alegría. Ambos dones provienen de Dios, y Jesús se los
comparte dándoles el Espíritu Santo, que es Dios junto con el Padre y
el Hijo (de eso nos hablará la celebración del próximo Domingo)...
Dios nos
hace
participar de la misión de la Iglesia. El, que puede hacer todo por su
cuenta, quiere hacerlo con nosotros. Nos hizo
semejantes a él, libres y artífices de nuestro destino, y nos dio parte
en la misión eclesial. Para eso no da
el Espíritu de Jesús, que animó a los Apóstoles y nos hace
participar de la Vida de Jesús, regalada a
cada uno de nosotros en el Bautismo. Por eso nosotros no tenemos que
enojarnos con este mundo que nos toca vivir, que se ha querido alejar
de Dios, sino que tenemos que abrirle confiados nuestros brazos,
ofreciéndole el perdón que necesita...
Si quisiéramos saber
con precisión cuál es el
don que el Espíritu Santo nos tiene preparado especialmente para cada
uno de nosotros en este día, bastaría que miráramos a nuestro
alrededor. Conociendo lo que necesitan de nosotros los que nos rodean
en cada lugar donde nos movemos, tendremos pistas claras del don que el
Espíritu Santo nos está dando. Porque, como dice San Pablo, en cada uno
el Espíritu Santo se manifiesta para el bien común. Podrá ser el don de
la sabiduría, que nos permite gustar las cosas de
Dios. O el don del entendimiento, para poder comprender los tristes de
hoy. El don del consejo, para encontrar el modo de acercar a Dios al
que se ha alejado. O el don de fortaleza, para soportar las amarguras
de estos tiempos sin soltarnos de la mano de Dios. O el don de ciencia,
para comprender los caminos que lleven este mundo nuevamente hacia
Dios. O el don de piedad, que vuelva nuestros propios corazones más
intensamente hacia Dios. O el don del temor de Dios, que consiste en el
temor de soltarnos de su mano, o más claramente todavía, en el amor a
Dios. Por esta razón, cada uno de nosotros podemos y debemos hacernos
responsables de lo que el Espíritu Santo pone en nosotros para
contribuir al bien común...
3. EL ESPÍRITU SANTO
NOS LLAMA A DAR FRUTOS
DE AMOR Y ALEGRÍA PARA EL BIEN COMÚN... El Espíritu Santo nos anima a
todos y a cada uno, para hacer lo que nos toca, en la Iglesia y en el
mundo, de manera que podamos aportar al bien común...
Para
llevar adelante esa misión,
que nos permite encontrar el sentido profundo de la vida, dando frutos
de amor y de
alegría, contamos con el don del Espíritu Santo, que se manifiesta en
cada uno de nosotros con lo que hace falta para el bien de todos. Esto
también sucede en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo, en
todos los ambientes en los que nos movemos, y también en la Argentina
de hoy...Volver al inicio de la predicación...