1. HAY ETAPAS EN LA
VIDA QUE NOS MARCAN, Y NOS AYUDAN A REVISAR LA MARCHA... Todos hemos
recibido la vida como un don de Dios, que nos toca llevar adelante y
desplegar a medida que vamos avanzando. Hay etapas que marcan de manera
especial esa marcha. Una de ellas, sin duda, comenzó cuando en 1958 nos
encontramos en un grupo de chicos que todavía llevábamos pantalón
corto, para comenzar una largo camino que nos vería juntos (abajo, a la
derecha, estoy yo)...
Doce años
después, es decir, hace cuarenta años, ya no éramos los mismos. Algunos
ya no estaban porque habían llegado a la meta, otros se habían sumado,
y todos habíamos crecido, llevábamos ya los pantalones largos y el
ímpetu y entusiasmo de los audaces, que al terminar nuestra etapa de
colegio, nos preparábamos para lo que todavía nos esperaba (en la fila
de abajo, el segundo comenzando desde la derecha, estoy yo)...
Cuarenta años después
de haber egresado del Colegio, somos los mismos, aunque en muchos
sentidos se puede decir que no somos iguales. Más kilos, más canas,
menos pelo, y todo lo que cada uno ha vivido. Además ya todos podemos ser calificados de sátrapas (= hombres sagaces, que saben gobernarse con astucia e inteligencia, según una acepción del DRAE). Algunos más ya se sumaron
a los que llegaron a la meta, y a los que todavía vamos de camino esta
es una ocasión que nos invita a todos al encuentro que hoy realizamos,
acogidos por la caridad de las Hermanitas de los Pobres y los ancianos
residentes del Hogar Marín (en la foto de la derecha, tomada durante el
encuentro, después de la Misa, aparezco en el centro de la segunda
fila, empezando desde abajo). Por eso mismo es una ocasión muy especial
para revisar lo que hemos hecho hasta ahora. Nosotros, que hemos
recibido la vida como un don, y en lo que somos y en lo que aprendimos
hemos recibido las herramientas con las que nos toca labrar nuestra
huella, podemos aprovechar las instrucciones precisas que Jesús nos da
sobre el uso que se
ha de dar a los instrumentos o herramientas con los que nos ha dotado
para ir adelante en el camino...
2. CON
LA MIRADA EN LA
META, TODO TIENE QUE SERVIRNOS PARA SEGUIR BIEN EL CAMINO... Nuestra
vida consiste esencialmente en una vocación, porque parte de un llamado
de Dios. Pero como llamado que es, requiere una respuesta, que está en
nuestras manos. Nos llama a la Vida eterna, y para responder
adecuadamente, lo primero que hace falta es poner la mirada en la meta.
Aunque resulte esencial vivir con los pies sobre la tierra, hay que
mirar al Cielo si en algún momento pretendemos alcanzarlo...
Por eso
Jesús nos advierte con dureza que, si no nos sirven para eso, sino que
se hacen herramientas del pecado, que nos alejan de Dios y de nuestros
hermanos, más nos vale desprendernos de ellos, y llegar al Cielo, que
conservarlos, pero sólo para la condenación y la frustración eterna,
como consecuencia de habernos negado a seguir el camino por el que Dios
nos ha llamado...
Lo mismo
hay que pensar de las herramientas con las que Dios nos ha dotado a
cada uno de nosotros. Revisar la marcha significa preguntarnos qué
hemos hecho de los dones recibidos. Y así como esperamos, por ejemplo,
que los Obispos y el Papa utilicen todos los instrumentos que tienen a
su disposición, el micrófono y la
palabra, escrita o pronunciada, para servir al bien común
predicando la Palabra de Dios sin atarse a cálculos humanos, también
nosotros podemos plantearnos la urgencia de usar bien lo que nos ha
sido dado...
3. TODO
NOS TIENE QUE
SER ÚTIL PARA EL SERVICIO DE DIOS Y DE LOS HERMANOS... En resumen, la
advertencia de Jesús nos llama a estar atentos, para utilizar todo lo
que Él nos ha dado, para la precisa finalidad para la que nos ha sido
dado: para el servicio de Dios y de los hermanos...
Pero
no
podemos olvidarnos que tenemos también las manos. Ellas son
instrumentos vivientes, que respondiendo a las decisiones de nuestro
corazón, pueden ponerse al servicio de nuestros hermanos. Estas manos
pueden acercarse a ellos vacías, o cargadas de flores, reales o
simbólicas, que muestren lo que estamos dispuestos a hacer por ellos,
sirviéndolos en el amor. No nos olvidemos: vivimos junto a otros,
queramos o no, así es nuestra condición humana. Pero podemos también, y
esto ya no es automático sino fruto de una decisión que debe renovarse
a cada paso, vivir no sólo junto a otros, sino al servicio de ellos,
servicio al que nos lleva el amor...Volver al inicio de la predicación...