1. HAY
QUIENES QUIEREN
OCUPAR SIEMPRE EL PRIMER LUGAR... Esto sucede sin el menor espacio para
la duda en el ámbito de la política. A veces sucede de manera tan
despiadada, que la lucha es cruel. Algunos de tal modo buscan el primer
lugar, que no entienden la política si no como una lucha en la que es
necesario destruir a los demás. Se va entonces de batalla en batalla,
una fue en 2003, otra en 2007, otra en 2009, la próxima en 2011, y en
el medio no hay nada más que hacer que prepararse para la siguiente
batalla, llevando la más alta de las actividades en pos del bien común
al más bajo de sus niveles, haciendo de la política una continua
guerra...
Lo mismo sucede a
veces con el deporte. Haciéndose profesional, para algunos ha dejado de
ser una actividad recreativa, y se ha convertido en una verdadera
guerra, en la que sólo importa ganar. No deja de ser absurdo que una
determinado deporte en el que por ejemplo participan veinte
contendientes, sólo tenga valor el primer lugar, y "se matan" o
"destruyen" al otro, si es necesario, para alcanzarlo. Si así fuera
realmente, no haría más que matarse el deporte mismo, que requiere la
participación de muchos para que alguno, midiendo su capacidades con
los demás, alcance un lugar de honor, y los demás sigan participando
para poner en juego sus propias capacidades...
Lo mismo
pasa en muchos otros ámbitos de nuestra vida, si hemos sido entrenados
sólo para "ganar" y si hemos optado por ello por encima de cualquier
otra consideración, en cualquiera de
nuestras actividades habituales. Hasta los Apóstoles tuvieron la
tentación de buscar los primeros lugares. Lo hicieron Pedro y Juan, y
se indignaron los demás, seguramente porque habían pensado lo mismo
pero estos dos "hijos del trueno" les habían ganado de mano. Hay quien
pretende también en el campo de la virtud "ser el mejor", por ejemplo
"el más humilde", con lo cual se queda descalificado apenas comienza a
intentarlo...
2. LA
ÚNICA MANERA DE
SER GRANDES ES SERVIR A LOS DEMÁS... Los dos Apóstoles que pidieron a
Jesús "el mejor lugar" en el Reino de los Cielos, a su derecha y a su
izquierda, seguramente querían tomar atajos, en vez de asumir el único
camino posible, el que nos propone
Jesús. Santiago y Juan tuvieron que beber el mismo cáliz de Jesús,
fueron el primero y el último en dar la
vida por Jesús en el martirio. Habían reclamado a Jesús puestos de
excelencia y les tocaron lugares de preferencia en el servicio y la
entrega. La respuesta de Jesús fue contundente: "el
que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el
que quiera
ser el primero, que se haga servidor de todos"...
Me detengo
especialmente en lo que nos decía el Papa Benedicto
XVI en su Homilía, el día de la canonización, sobre santa
Juana
Jugan. Con su obra al servicio de las personas ancianas más
necesitadas, nos decía el Papa, es un faro para guiar nuestras
sociedades, que necesitan redescubrir el lugar y la contribución única
de este período de la vida. Santa Juana Jugan se preocupó de la
dignidad de sus hermanos y hermanas que la edad hacía vulnerables, y
reconocía en ellos la persona misma de Cristo. "Miren al pobre con
compasión", decía la santa y nos recordaba el Papa, Jesús los mirará
con bondad en su último día"...
Este servicio
compasivo a las personas ancianas procedía de su profunda
comunión con Dios, nos decía el Papa, y por eso era un servicio alegre
y desinteresado, ejercido con dulzura y humildad de corazón, deseando
ser ella misma pobre entre los pobres. Esta santa, como de algún modo
les ha pasado a todos los que responden fielmente a Dios, vivió el
misterio del amor aceptando con paz la oscuridad y el despojo hasta su
muerte (pasó doce años en que el único servicio que se le permitía
hacer era ir con su canasta de casa en casa recogiendo las limosnas con
los que se atendía a los ancianos en los Hogares de las Hermanitas de
los Pobres, y los últimos veintisiete años de su vida quedó "relegada"
en un rincón de la Casa Madre de las Hermanitas)...
3. SI
QUEREMOS LOS PRIMEROS PUESTOS TENEMOS
QUE SERVIR SIN LÍMITES... Todos queremos siempre crecer, ir para
adelante, alcanzar los mejores puestos. Es un impulso que nos viene
desde adentro, dada nuestra condición humana...
Sabemos
entonces cómo alcanzar lo que aspiramos. Se tratará de
ponernos cada uno de nosotros al servicio de todos. Se trata de ser
para todos dóciles servidores, dispuestos a atenderlos con las
delicadezas de un amor perseverante, puestos de manera incondicional a
su servicio, con todo lo que somos, con todo lo que tenemos y con todo
lo que sabemos. Como han hecho y hacen las madres, a quienes hoy
celebramos especialmente en Argentina y en otros lugares de América
Latina...
Su
carisma es siempre actual, nos decía Benedicto XVI el día de su
canonización, porque muchas personas ancianas sufren
múltiples pobrezas y soledad, a veces incluso abandonadas por sus
familias. El espíritu de hospitalidad y de amor fraterno, fundado en
una confianza ilimitada en la Providencia, es le mejor herencia que les
dejó a las Hermanitas de los Pobres, que siguen dando testimonio de la
misericordia de Dios y del amor compasivo del
Corazón de Jesús por los más pequeños...Volver al inicio de la predicación...