1. ¿ES
NECESARIO TANTO
SUFRIMIENTO, EL DE JESÚS EN
LA CRUZ Y EL QUE VEMOS EN EL MUNDO?... Cada año tenemos de nuevo la
oportunidad de volver sobre esta pregunta. La Lectura de la Pasión
según san Juan nos pone cada Viernes Santo ante esta pregunta
inevitable que nos plantea el sufrimiento que Jesús asumió para darnos
con su Vida la salvación. ¿No era posible para Dios otro modo de darnos
este don?...
2. JESÚS
DESDE LA CRUZ NOS MUESTRA LA EFICACIA DE SU AMOR, QUE PUEDE MÁS QUE
TODO SUFRIMIENTO... Puede sorprendernos,
pero Jesús desde la Cruz no nos dice ninguna palabra que nos explique
las razones de su sufrimiento, del nuestro, y el de toda la humanidad.
No son palabras, por otra parte, las que necesitamos para comprender y
superar el dolor. Por eso en la Cruz Jesús calla y asume. Y de esa
manera nos da una respuesta a la vez silenciosa y contundente. Jesús
nos dice en la Cruz todo lo que Él mismo es, y todo lo que nos hace
falta...
Del
costado de Jesús, traspasado por el golpe de la lanza del soldado, no
sólo salió agua sino también sangre. Esto nos muestra como Jesús no
sólo habló (lo hizo a lo largo de toda su vida
pública), sino que se entregó a sí mismo por nuestra salvación. Por eso
Jesús puede lavarnos con la potencia sagrada
de su sangre, es decir, con su entrega "hasta el final", que encuentra
su momento culminante en la Cruz. Por eso Su palabra es algo más que
simplemente hablar, es carne y sangre "por
la vida del mundo", y cuando celebramos los sacramentos nos encontramos
nuevamente ante el Señor que se arrodilla
ante nuestros pies y nos purifica. Si nos dejamos penetrar por el baño
sagrado de su amor, quedaremos verdaderamente purificados (cf. Benedicto
XVI, Cena del Señor del año 2008)...
Recorriendo los
personajes de la Pasión enseguida encontraremos cada uno de nosotros en
qué necesitamos ser purificados por el amor redentor de Jesús, que
viene a nosotros en su sacramentos, especialmente el de la
reconciliación o penitencia. A nosotros no nos gusta perder el puesto
(en el
trabajo, en la mesa, en el aula, en la sociedad), y quizás más de una
vez hemos sacrificado, al menos un poco, la justicia, con tal de
sostenerlo (como Poncio Pilato).
Como
Barrabás, nos preocupamos por lo
nuestro sin que
nos importe demasiado las consecuencias que eso tiene para los demás. Como
a Judas, nos puede perder
la atracción por el dinero, no
tratando de hacernos millonarios pero sí con pequeñas trampas. Somos
todos un poco vehementes, y también cobardes, a la hora de
defender a Jesús y poner en claro nuestra fe ante los demás, como
Pedro. Pero, ¿de la misma manera somos
rápidos para
reconocer nuestra falta y pedir perdón? Somos rápidos, como
Anás, Caifás y los demás sacerdotes
del tiempo de Jesús, por reclamar para nosotros privilegios. Pero,
¿estamos dispuestos a cederlos, cuando nos enfrentan con Jesús? Los
soldados, que en la crucifixión
cumplían órdenes, en cuanto vieron la posibilidad de una ventaja no
pensaron en lo que podían hacer para aliviar el sufrimiento de Jesús,
se burlaron de su debilidad y se repartieron sus vestiduras. Quizás no
lleguemos nosotros a decisiones tan duras, pero quizás también más de
una vez sólo pensemos cómo aprovechar las circunstancias para que
lleven agua hacia nuestros molinos, desentendiéndonos de los demás. Y
en nuestra fe enseguida estamos prontos para reclamar los beneficios,
como el Pueblo que
aclamó a Jesús el Domingo
de Ramos y clamó por su crucifixión el Viernes Santo. Esperamos de Dios
milagros y somos rápidos para pedir, sin tener, quizás, la misma
disposición para dar. Por eso no hay espacio para el rencor ante el
dolor que nos toca sufrir, sino súplica de perdón por el que nosotros
causamos...
3. JESÚS
EN LA CRUZ ES DIOS QUE AMA Y PERDONA
PARA LLEVARNOS A LA VIDA. POR ESO LA ADORAMOS... Está claro que nadie
lo arrastra a Jesús a la Cruz contra su voluntad. Él se entrega
libremente, porque con ese acto de amor y de sumisión, se entrega al
Padre para salvarnos. Por eso desde el silencio de la Cruz resuena de
manera tan contundente el Amor de Dios...
No nos hacen falta
explicaciones del
sufrimiento, desde el momento en que Jesús lo ha convertido en la mayor
expresión del amor. No nos hace falta buscar culpables de la Cruz, sino
admirar este acto tan grande del Amor de Dios, empeñado en salvarnos.
Lo que realmente nos hace falta es dejarnos amar por este amor redentor
de Jesús. Esto nos llevará a adorar en el misterio de la Cruz a este
Dios de bondad infinita que a nadie deja abandonado, mientras lo siga
buscando...Volver al inicio de la predicación...
Para
suscribirse: predicacionesawb-subscribe@gruposyahoo.com.ar