Frutos de la fe en la vida...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 11 de noviembre de 2012, Domingo XXXII del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico B, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

I.- Vídeo, en Youtube y en Facebook
II.- Versión escrita
III.- Lecturas bíblicas de la Misa



Alcancía ecológica1. HAY QUE APRENDER A AHORRAR, AUNQUE EL PELIGRO ES VOLVERSE MEZQUINOS... Hay muchos bienes necesarios que se están volviendo escasos: la energía (la electricidad, el gas), el agua, los servicios (el teléfono, otros instrumentos de comunicación). Por eso, aunque cuesta trabajo reunir dinero, es necesario ahorrar. Porque cada día se hace más difícil para solventar las necesidades cotidianas de nuestra vida terrenal. Ya no se trata sólo de "ahorrar para el futuro", es necesario hacerlo para llegar a fin de mes...

Ahorrar aguaPero además, hay que ahorrar los bienes escasos, y no malgastar. El agua, lo mismo que la energía (sea eléctrica o de cualquier otro tipo), son bienes escasos, que hay que aprender a administrar y conservar. Lo estamos experimentando en este tiempo en Argentina, basta que haga mucho calor (o mucho frío) para que lleguen los cortes de energía eléctrica, porque no alcanza con la que se tiene a mano. También el tiempo es hoy un bien escaso, y muy necesario. ¿Cómo se hace hoy, cuando vivimos a tal ritmo que siempre tenemos algo que hacer, para que nos alcance el tiempo, sin dejar de hacer nada de lo que nos parece importante, y al mismo tiempo tengamos nuestro momento para rezar, es decir, nuestro tiempo para alimentarnos del Único indispensable en nuestra vida, es decir, del mismo Dios?

MezquinoPero también puede suceder que puestos a ahorrar perdamos la medida de lo adecuado y terminemos siendo mezquinos. Es difícil encontrar la medida adecuada, saber qué hay que gastar y qué hay que guardar. Ante cualquier necesidad de alguien que lo rodea, alguno puede pensar en alguna posible necesidad de su futuro, y llegar fácilmente a la conclusión de que no tiene nada para compartir, ya que no puede abstraerse de sus propias necesidades. Escudados en las posibles necesidades del futuro nos puede suceder que nos olvidemos de "abrir las manos", que es necesario para dar pero además la única manera de recibir...

Por eso hoy Jesús llama nuestra atención y nos enseña a través de la viuda, que tenía muy poco, menos que nadie, y que sin embargo con un corazón grande supo sacar de su indigencia para dar todo lo que tenía para vivir. En el mismo momento había otros que daban mucho, pero Jesús nos muestra que dos pequeñas monedas de plata dadas con generosidad valen mucho más que la abundancia...

8N2. HECHOS PARA VIVIR CON LOS DEMÁS, PARA CRECER TENEMOS QUE APRENDER A COMPARTIR... Así es nuestra propia naturaleza. Estamos hechos para vivir con los demás, y eso no puede entenderse como si sólo podamos pensar que lo que nos toca es recibir de ellos, sino, en justa correspondencia, tanto dar como recibir...

No puede funcionar una sociedad en la que sólo importa levantar la mano o el dedo para reclamar lo que cada uno piensa que le corresponde por justicia. Cada uno tiene su propia lista de lo que necesita, pero si cada uno levanta la mano o el dedo para reclamar lo que le hace falta, nunca crecerá. Hechos para vivir con los demás, el modo de crecer es servir a los demás. Por eso es que podemos pensar que está enferma una sociedad que sólo levanta la mano cuando se trata de reclamar lo que a cada uno le hace falta. Porque en definitiva lo que todos necesitamos es un "bien común", un bien que es de todos y que hace falta para que cada uno pueda encontrar su propio bien. Construir el bien común requiere no solamente que cada uno reclame lo propio sino también estar dar lo que ese bien común pide a cada uno. Por eso podemos pensar que está enferma una sociedad en la que no faltan manos a la hora de reclamar pero que no genera la gente necesaria para gestionar el bien común.Tendremos así muchos dedos levantados, tanto como miembros de esa sociedad, pero nadie podría encontrar de ese modo quién se hiciera cargo de lo que cada uno considera como justo para sí. Sólo podremos crecer si primero aprendemos a compartir...

BienLa señora de esta imagen de la izquierda podrá estar contenta viendo crecer la planta que le gusta, el joven podrá pasar una buen domingo con su pelota y sus amigos, la chica podrá estar contenta con su osito en la mano, y la señora mayor podrá estar feliz saliendo a pasear con su cartera, para visitar a sus hijos o sus amigas. Pero nada de eso será posible sin muchas otras personas que crean las condiciones necesarias, que resumimos como el "bien común", para que cada uno puede realizar su propio bien. Y ese bien común se construye entre todos, porque es responsabilidad de todos...

Manos unidasEl bien común no es una entelequia abstracta que no se encuentra en ningún lugar. El bien común es algo muy concreto. Por ejemplo aquí en el Hogar Marín, si cada uno tirara un papel en cualquiera de los pasillos no bastaría lo que hacen los que están todo el tiempo limpiando para mantener limpio el Hogar. Tener cerradas las ventanas para conservar el calor de la calefacción en el invierno o la frescura de la casa en el verano requiere el cuidado de todos para conservar ese bien común. Basta que salgamos a la calle para que el bien común sea el tránsito. Si cada uno circulara como se le da la gana se destruiría ese bien común y ya nadie podría circular, como a veces pasa...

Todos buscamos nuestro bien. Pero nadie puede construirlo por sí solo. Por eso es necesario aprender a construir juntos lo que necesitamos juntos. Todos necesitamos el bien común, que es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. Y ninguno de nosotros puede encontrar su realización en sí mismo, prescindiendo de su ser «con» y «para» los demás. Por eso es que todos nosotros tenemos que superar la actitud mezquina que nos lleva a tener las manos abiertas sólo para recibir y cerradas con desconfianza a la hora de dar, para abrirlas generosamente y construir juntos el bien común...

Amigo3. UN EJERCICIO COTIDIANO: BUSCAR EL BIEN DE LOS DEMÁS PARA ENCONTRAR EL PROPIO... Correr es siempre un buen ejercicio (cuando se puede), y se convierte además en una buena experiencia que enseña para la vida. Pero así como no es posible intentar llegar a la meta en una carrera si no se ha hecho una preparación mínimamente adecuada, de la misma manera es necesario el ejercicio de la caridad para recorrer bien el camino de la vida. A veces nos tocará sostener a los demás porque somos más fuertes que ellos (como la señora que sostiene al niño), y otras veces también nos tocará sostenerlos, aún siendo más débiles (como los cachorros que apoyan al niño desde su espalda)...

Ancianos que se ayudanLa viuda sobre la que hoy Jesús nos hace fijar la mirada nos da la medida. Ella, desde su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir. De la misma manera nosotros, hechos para vivir con los demás, ejercitándonos cada día en el trabajo de construir el bien común podremos aprovechar y recorrer bien el camino de la vida. Estamos en el Año de la Fe declarado por Benedicto XVI con ocasión de los cincuenta años del inicio del Concilio Vaticano II. Sin duda en este año tendremos que crecer en la fe. Pero sin dejar de tener en cuenta que sea una fe que llega a la vida. Por eso este año que nos llama a crecer en la fe, es también un año para ejercitar los frutos de la fe en la vida.....

Apoyo Estos frutos se dejarán ver en la caridad. No tendremos que esperar, entonces, nadar en la abundancia, para que después de haber recibido de la sociedad lo que nos ayudó a crecer estemos en condiciones de devolver algo. Las dos pequeñas monedas de cobre de la viuda que dio todo lo que tenía para vivir es más que lo que dieron desde su abundancia...

Siempre tenemos la posibilidad de poner una mano sobre el hombro de alguien que está esperando ese apoyo. Esto podremos hacerlo a lo largo de toda la vida. Pero para que estemos dispuestos, sólo hay un modo: ejercitarnos en ello cada día. No se improvisa la virtud, que es justamente un hábito, porque es un ejercicio incorporado, que se nos ha hecho fácil porque lo hemos practicado muchas veces. La mano tendida para dar antes de pensar en lo que nos toca recibir, la prontitud para estar atentos a lo que los demás pueden esperar de nosotros, la disposición para buscar el bien de los demás nos hará constructores eficaces del bien común, y al mismo tiempo nos hará encontrar el propio, porque habremos ciertamente encontrado el sentido más profundo y eficaz, a la medida de Dios, de nuestra vida...

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