Amigos de Dios...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 20 de julio de 2003, XVI Domingo del Tiempo Ordinario, coincidente esta vez con el Día Internacional del Amigo. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Amigo1. UN AMIGO ES ALGUIEN EN QUIEN SIEMPRE PODEMOS DESCANSAR... Se trata de alguien que está siempre dispuesto para prestarnos un oído, especialmente cuando más lo necesitamos... Un amigo está para sostenernos, cuando las cosas o el piso tiemblan... Está también para contenernos, cuando no cabemos dentro de nosotros mismos, ya sea por una alegría grande, o una tristeza que nos abate, o un enojo que nos hace explotar... También es alguien que es capaz de advertirnos, e incluso retarnos, para ayudarnos a ver nuestros errores, y en esto un amigo es el mejor aliado de nuestra conciencia... Un amigo, en definitiva, es alguien que siempre busca nuestro bien, y lo busca bien, por el buen camino, y por eso es alguien en quien siempre podemos descansar...
 
Si todo esto vale para nuestros amigos (los que reúnan todas estas cualidades seguramente serán pocos, y los más profundamente amigos, aunque a veces usamos el término sin tanta pretensión y de una manera más extendida...), ciertamente lo podemos decir especialmente de Jesús, que se acerca a nosotros extendiéndonos la mano de Dios, llena de Amor redentor y de Amistad...
 
Jesús Eucaristía2. JESÚS NOS LLAMA A DESCANSAR CON ÉL, NOS OFRECE SU AMISTAD... Él, que era Dios, se hizo Hombre, para que nosotros, los hombres pudiéramos llegar hasta Dios. Él, que era distinto, se hizo igual a nosotros, para que lo pudiéramos ver, oír y entender. Él que estaba lejos (porque nosotros nos habíamos alejado de Él), acortó las distancias...
 
Como a los Apóstoles, también a nosotros, que lo hemos conocido, nos llama a descansar con Él, nos llama a compartir su intimidad. El encuentro con Jesús, que tiene su momento culminante en la Eucaristía, nos lleva a vivir en su amistad. La Eucaristía se hace presencia continua de Jesús, que nos espera en cada Sagrario, para que podamos descansar en Él. Pero la amistad con Jesús no se improvisa. Él la ofrece cada día, pero nosotros sólo podemos descubrirla y sostenerla con el trabajo continuo de encontrarnos y compartir nuestra vida con Él, de la misma manera que Él comparte la suya con nosotros... (la amistad puede continuar con los verdaderos amigos, a pesar de que las circunstancias de la vida nos alejen de ellos; pero esto sólo es posible después de haber compartido muchas horas juntos y habernos conocido y querido tan profundamente que ya nada nos pueda separar).
 
Sabemos (lo decíamos el Domingo pasado), que nuestra vida es una misión, que consiste en ser testigos de Jesús, con lo que hacemos y con lo que decimos. Pero este testimonio, y por lo tanto la fidelidad a nuestra misión, no es posible si no vivimos en un continuo encuentro con Él, que nos permita conocerlo cada vez más, y  de esta manera compenetrarnos cada vez más de su Vida, como sucede con los amigos. La finalidad a nuestra misión sólo es posible viviendo una amistad siempre creciente con Él...
 
Por otra parte, así como se acerca a nosotros, Jesús se acerca a todo hombre con la amistad de Dios. Por eso, ya no hay distancias que no se puedan superar. No hay distancias entre los que están cerca y los que están lejos. Con Jesús se ha hecho claro que Dios llama a un mismo destino de salvación a todos los hombres de todos los tiempos. Es posible, por la tanto, una paz que se entienda como amistad social, en la que todos nos animamos a poner por delante de todo un bien común, que es de todos, que es para todos, y que se construye entre todos. Esta amistad social, que es la base de toda comunidad humana que crece, y que en nuestra patria está tan golpeada y herida, se reconstruye cada día cuando, descansando en Jesús, nos disponemos y nos preparamos para tejerla pacientemente siendo testigos fieles de todo lo que recibimos de Jesús...
 
Atención al enfermo3. DESCANSANDO CON JESÚS APRENDEMOS A SER SUS TESTIGOS Y A SERVIR A LOS DEMÁS... El contacto con Jesús nos va impregnando de Él, y eso nos va cambiando la vida...
 
Ayer murió, y hoy enterramos, a una anciana de casi ochenta y un años, Carolina Ghersi, que pasó los últimos 6 años de su vida aquí en el Hogar Marín, al que llegó cuando perdió todos sus bienes. A ella le encantaba acompañar a los ancianos que tenían que ir al Hospital, y le daba de comer a los más desvalidos. Se llamaba a sí misma "paramédica", por esta función que cumplía llena de amor. Se consideraba "lavadora oficial", porque lavaba los platos con entusiasmo después de comer...
 
En todo esto nos mostraba a Jesús como fiel testigo. Pero no improvisaba, como tampoco puede hacerlo ninguno de nosotros. Como hacía ella, también nosotros, tomándonos el tiempo para descansar en Jesús, aprenderemos a ser sus testigos y a servir a los demás...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
Consultas o comentarios, aquí:Correo



Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge: