Lo de adentro...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 31 de agosto de 2003, XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Manos limpias1. ES DE BUENA EDUCACIÓN LAVARSE LAS MANOS ANTES DE COMER... Es una cuestión de higiene y de salud, pero también puede convertirse en un gesto vacío, si nos olvidamos para qué lo hacemos, y no cuidamos en todo lo que hay que hacerlo la higiene y la salud...
 
También en muchas otras cosas, además del lavado de las manos, es bueno que cuidemos las formas exteriores, pero eso no alcanza si al mismo tiempo no tomamos la precaución de ocuparnos de las cosas de fondo...
 
Por ejemplo, si vamos a comprar un auto usado, es bueno que aparezca prolijo, lustrado y bien pintado. Pero no podríamos hacer una buena compra si no tuviéramos el cuidado de mirar también cómo está el motor, cuál es la condición de las suspensiones, qué partes están bien y cuáles están demasiado gastadas. También, si vamos a una entrevista, en búsqueda de un trabajo, está bien ir bien presentados, con ropa limpia y adecuada a la ocasión, con el pelo prolijo y bien peinado, pero seguramente no alcanzaría con eso, si no tenemos las precaución de reunir también las condiciones de fondo que se piden para ese trabajo...
 
De la misma manera, cuando queremos presentarnos ante Dios, no alcanza con cuidar las formas exteriores (que usamos con mucho fruto, por ejemplo para la oración personal y comunitaria, para las prácticas penitenciales y en otras cosas), si no nos sirven para ocuparnos de las más importantes, que son las de fondo...
 
Corazón2. NO ES LO DE AFUERA, SINO LO DE ADENTRO, LO QUE PUEDE HACERNOS DAÑO... Por eso Jesús nos enseña, lo mismo que a los Apóstoles, a no preocuparnos tanto por lo que nos viene desde afuera, porque no es de allí desde donde nos vienen los peores males, sino desde adentro, de donde salen las cosas que nos pueden hacer daño...
 
Cada uno de nosotros, sobretodo en Argentina, podemos estar seguros que no nos va mal porque son muy ineptos o corruptos los políticos. En todo caso, es a ellos a quienes les va mal por esas causas. Tampoco nos va mal porque el Imperio de hoy parezca haberse apoderado del mundo, teniéndonos a todos tomados de las narices. Esto también pasaba en los tiempos de los Apóstoles, de los primeros mártires y de los primeros santos, con el Imperio romano. Y nada de eso, sin embargo, lograba que sus vidas fueran un fracaso.
 
No es lo de afuera, sino lo de adentro, lo que puede arruinarnos la vida y hacernos daño. Jesús hizo una lista competa de esas cosas que nacen dentro del corazón y que pueden dañarnos: las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Podríamos nosotros agregar algunas más, cada uno según la sensibilidad que nos permite estar atentos ante nuestras propias debilidades: nuestra impaciencia, nuestra indiferencia, nuestros egoísmos, nuestros odios, nuestras pequeñas o grandes venganzas...
 
De todos modos, así como de adentro sale lo que puede dañarnos, también adentro es donde podemos poner el remedio, ya que, como dicen los médicos, "hay que poner el remedio donde está la enfermedad". Bastará cuidar el corazón y purificarlo para que nuestra vida no sea un fracaso...
 
Amor3. HAY QUE PURIFICAR EL CORAZÓN CON EL AMOR PARA AGRADAR A DIOS... Y puestos a purificar el corazón, nada será mejor que el amor para lograrlo...
 
Dios nos hizo a la medida del amor. Nos hizo capaces del amor, pero además nos hizo de modo tal que nuestro corazón encuentra su salud y su salvación en el amor. Podemos intentar muchas cosas, pero nada funcionará mejor que el amor. Del amor surgirá la vida (así la recibimos nosotros de Dios, y así pueden darla los padres a sus hijos). Del amor surgirá una sonrisa en los padres y en los hijos. Del amor surgirán flores en nuestra vida, flores que podremos hacer llegar a los demás y flores que recibiremos, entre espinas, como sucede con las rosas. El amor nos hará agradar a Dios, que para eso nos ha creado...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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