Por la causa de la paz...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 2 de marzo de 2003, VIII Domingo del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en estas frases de la Escritura:

 
1. ¿QUÉ SE PUEDE HACER CUANDO SE NOS PIERDE O CUANDO NOS QUITAN ALGO? La primera reacción puede ser enojarnos y hervir o quemarnos por dentro, hasta que nos salga humos por las orejas. Pero generalmente no da buen resultado, porque con sólo eso no aparecen las cosas que se nos han perdido, ni nos devuelven lo que nos han quitado...
 
También es posible acudir al Santo apropiado para la ocasión, que según la devoción popular es San Antonio (de Padua). Incluso los jóvenes o de mediana edad suelen acudir a él para encontrar el/la novio/a que sueñan (alguna efectividad he comprobado, ya que cuando peregriné a Roma con un grupo de jóvenes para la Jornada Mundial de la Juventud 2000, rezamos una Misa en Padua, en la Basílica de San Antonio, con esa intención, y al regreso, unos cuantos comenzaron a ponerse de novios/as...). De todos modos, esto no alcanza para todos los casos.
 
Muchas veces perdemos, o nos quitan, la paz. Es el caso de la crisis de Oriente, y la amenaza de guerra contra Irak, en la lucha despiadada por la posesión del petróleo... En todo caso, cuando se planea la guerra, es claro que se lo ha sacado a Jesús, no se la ha dejado espacio, ya que Jesús es el príncipe de la paz, y con Él no es posible la guerra.
 
Lo mismo podemos pensar que sucede en la lucha política, en ocasiones también despiadada, que se acelera a medida que se acercan las definiciones de las listas para la contienda electoral anunciada para fines de abril. Las luchas mafiosas que se dan en ese ámbito enlutan y ensucian nuestra convivencia ciudadana, y no dejan espacio para que Jesús esté presente, por eso falta tanto la paz, y bajo el telón de la democracia se vive bajo la violencia y la guerra...
 
Hoy Jesús nos propone un camino para cuando lo dejan afuera de los espacios de la convivencia, y por eso se vive sin paz y sin fiesta...
 
2. AYUNO Y ORACIÓN, PARA RECUPERAR A JESÚS CUANDO LO HEMOS PERDIDO... Los apóstoles no ayunaban mientras estaban con Jesús, porque con él estaban de fiesta, como cuando se está con el novio en una fiesta de bodas. Pero tendrían su momento de ayuno, les anticipan, cuando Jesús les fuera quitado. Entonces, así también podemos entenderlo nosotros: el ayuno y la oración nos sirven para recuperar a Jesús, y traerlo a nuestras vidas, si lo hemos perdido o nos lo han quitado...
 
Jamás podremos ser felices unos contra otros, decía el Papa el Domingo pasado antes del rezo del Angelus, la oración del mediodía, en la Plaza de San Pedro, y se refería a los azotes del terrorismo y de la guerra. Por eso, seguía, nosotros los cristianos, somos por vocación y llamado de Dios, centinelas de la paz, en todos los lugares donde vivimos y trabajamos.
 
La conclusión es inmediata. Todas las ocasiones en las que se cierne sobre nosotros el flagelo del odio y de la violencia nos llaman a hacer penitencia, también con el ayuno, y a rezar, pidiendo para todos el don de la paz. Por eso el Papa nos invitó a unirnos a él en una jornada especial, el próximo miércoles 5 de marzo, miércoles de ceniza y comienzo de la cuaresma:
 
(Aquí está el texto completo de las palabras del Papa antes del Angelus, el 23 de febrero de 2003).
 
3. EL PAPA NOS LLAMA: ORACIÓN Y AYUNO POR LA CAUSA DE LA PAZ, EL 5 DE MARZO... Nos pide que ofrezcamos nuestro ayuno de ese día como penitencia por el odio y la violencia que nos amenazan, y que recemos el Rosario, en todos los santuarios del mundo, y en cualquier lugar donde estemos, pidiendo a Dios el don de la paz... Nosotros aquí, en Argentina, podemos agregar nuestras motivos especiales, ya que tenemos también especiales amenazas a la paz, que todos conocemos y no necesitan un análisis detallado.
 
Tengamos en cuenta que el ayuno no es sólo una práctica gimnástica de pasar un poco de hambre comiendo menos que lo habitual. Es primeramente un modo de expresar nuestro amor a Dios y al prójimo. Por lo tanto, un ayuno agradable a Dios va siempre acompañado de la oración, y produce frutos y gestos de amor que nos acercan a nuestros hermanos, especialmente a aquellos de quienes, por la razón que sea, en algún momento nos hemos distanciado...
 
A esta altura, la paz en Irak parece prácticamente un milagro. Pues bien, sumemos nuestro ayuno y oración, poniéndonos en las manos de Dios, en vez de amargarnos o enojarnos...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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