1. CADA
UNO DE NOSOTROS, SURGIDO DEL AMOR DE DIOS, ES ÚNICO E IRREPETIBLE...
Por eso, aunque los zapatos se hacen en seria, dentro de dos o tres
hormas, en diversas medidas (para adultos masculinos, desde 35 a 47,
según las medidas que se usa en Argentina), siempre es difícil comprar
zapatos. Cuando nos quedan bien en un lado (por ejemplo, no nos aprieta
el empeine), no nos quedan bien de algún otro lado (nos sobra o nos
falta en la punta). Es inevitable, porque aunque los zapatos se
fabriquen en serie, tomando como punto de referencia las medidas más
habituales, nuestros pies no están "hechos en serie", y pueden ser
parecidos pero son distintos en cada uno, y con facilidad pueden
escaparse de los moldes habituales...
También la
ropa con frecuencia se hace en serie, siguiendo la medida de diversos
talles (estos responden a medidas ideales, que muchas veces no se
corresponden con las que tenemos en realidad, y parecen obligarnos a
ser todos "más o menos iguales", según lo que dicta la moda en cada
tiempo). Por eso a algunos, por ejemplo con las camisas, si les quedan
bien las mangas les falta o les sobra la medida del cuello, y si les
queda bien el cuello, les falta o les sobra manga. Porque aunque los
talles respondan a medidas estándar, nosotros no respondemos
necesariamente a ellas, ya que somos cada uno distinto del otro...
A veces, por ejemplo
cuando votamos, podemos considerarnos reducidos a un número, que suma o
resta a las pretensiones del ganador, según hayamos inclinado nuestra
opción hacia él o hacia alguno de los contrincantes. Sin embargo, los
que votan igual no son entre sí iguales. No se los puede considerar
sólo un número que suma o resta, ya que cada uno tiene sus propias
inquietudes, aptitudes, necesidades...
2. LA PREPARACIÓN DE LA
NAVIDAD RECLAMA ALGO ESPECIAL DE CADA UNO DE NOSOTROS... Nos los
recuerda San Juan el Bautista, con su predicación en el desierto
exhortando a la conversión, al cambio de las actitudes y de las
costumbres, con la que responde a las preguntas de todos los que se le
acercan, cuando lo oyen predicar sobre la venida próxima del Reino de
Dios y sobre la salvación. Y en sus respuestas encontramos luz para
nuestra propia conversión como preparación a la Navidad, en la que hoy
Dios se nos acerca nuevamente...
Pero
además, como a los que le preguntaban, Juan el Bautista puede decirnos
a cada uno de nosotros un modo propio y específico de convertirnos y
preparar la Navidad. Para los que manejan los bienes de otros, como
hacían los recaudadores de impuestos en tiempos de Jesús, que eran
llamados publicanos, la exhortación es bien clara: no quedarse con lo
que es de los demás. Dicho de manera más clara todavía, no robar con
guantes blancos, de una manera disimulada, porque siempre será quedarse
con algo que es de otro, y por lo tanto simplemente robar...
A propósito, todos
podemos pensar que lo que somos, lo que sabemos y lo que podemos es el
mayor regalo que Dios nos ha hecho, y se trata de un regalo que debe
servir a los demás. Por eso podemos decir justamente que no nos
pertenecemos, y por lo tanto no nos podemos quedar con todo ello como
si fuera un don que es sólo para nosotros mismos. Todo lo que Dios nos
dio, y por lo tanto también nosotros, pertenece a los demás y los demás
lo tienen que poder aprovechar y disfrutar...
3. JESÚS QUIERE VENIR A
NUESTRO CORAZÓN: HAY QUE PREPARARLE UN PESEBRE... En definitiva, lo que
hizo Juan el Bautista fue simplemente identificar las formas con las
que el pecado se escondía en aquellos que le preguntaban, exhortándolos
a cambiar. Nosotros, que queremos prepararnos para recibir a Jesús en
esta Navidad, sabemos que el camino es la conversión, el cambio del
corazón. El tiempo es breve, ya estamos en el tercer Domingo de
Adviento, como nos lo indican las tres velas encendidas en la Corona de
Adviento...
Nos toca,
entonces, descubrir sin demora las formas que toma el pecado para
esconderse en nuestro corazón, y cambiar en eso, para que se convierta
en un Pesebre, en el que Jesús se encuentre a gusto y en el que se
quiera quedar. Este trabajo será necesariamente personal, porque de esa
manera son también las formas con las que el pecado se esconde en
nuestros corazones. El Pesebre que armemos, entonces, no puede ser
hecho "en serie", según un modelo común que sirva para todos. Reclamará
en nosotros algo distinto, algo especial, algo a la medida de cada uno.
Para recordarlo, en el Pesebre que venimos armando desde que comenzó el
Adviento, a lo que es común a todos agregamos ahora la nota "personal".
Como se los indicó San Juan el Bautista a los que le preguntaban qué
debían hacer, también nosotros tenemos algo especial para hacer antes
que llegue esta Navidad, algo propio y personal...Volver al inicio de la predicación...