Algo distinto, algo especial...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 17 de diciembre de 2006, Domingo III de Adviento del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Zapato1. CADA UNO DE NOSOTROS, SURGIDO DEL AMOR DE DIOS, ES ÚNICO E IRREPETIBLE... Por eso, aunque los zapatos se hacen en seria, dentro de dos o tres hormas, en diversas medidas (para adultos masculinos, desde 35 a 47, según las medidas que se usa en Argentina), siempre es difícil comprar zapatos. Cuando nos quedan bien en un lado (por ejemplo, no nos aprieta el empeine), no nos quedan bien de algún otro lado (nos sobra o nos falta en la punta). Es inevitable, porque aunque los zapatos se fabriquen en serie, tomando como punto de referencia las medidas más habituales, nuestros pies no están "hechos en serie", y pueden ser parecidos pero son distintos en cada uno, y con facilidad pueden escaparse de los moldes habituales...

En serieTambién la ropa con frecuencia se hace en serie, siguiendo la medida de diversos talles (estos responden a medidas ideales, que muchas veces no se corresponden con las que tenemos en realidad, y parecen obligarnos a ser todos "más o menos iguales", según lo que dicta la moda en cada tiempo). Por eso a algunos, por ejemplo con las camisas, si les quedan bien las mangas les falta o les sobra la medida del cuello, y si les queda bien el cuello, les falta o les sobra manga. Porque aunque los talles respondan a medidas estándar, nosotros no respondemos necesariamente a ellas, ya que somos cada uno distinto del otro...

Unicos e irrepetiblesA veces, por ejemplo cuando votamos, podemos considerarnos reducidos a un número, que suma o resta a las pretensiones del ganador, según hayamos inclinado nuestra opción hacia él o hacia alguno de los contrincantes. Sin embargo, los que votan igual no son entre sí iguales. No se los puede considerar sólo un número que suma o resta, ya que cada uno tiene sus propias inquietudes, aptitudes, necesidades...

Es que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, desde el momento en que hemos surgido del amor personal con el que Dios nos llamó a la existencia. Con nuestras virtudes y defectos, con nuestras capacidades y limitaciones, con nuestras posibilidades y necesidades, especialmente de la gracia redentora del amor de Dios, somos irrepetibles...

Por eso, aunque Jesús viene para todos en esta Navidad (lo decíamos el Domingo pasado), viene para cada uno de nosotros de manera especial, con los dones que a cada uno de nosotros nos hacen falta. Y como consecuencia, también la preparación de cada uno de nosotros a la Navidad toma su forma y su color especial...

San Juan el Bautista2. LA PREPARACIÓN DE LA NAVIDAD RECLAMA ALGO ESPECIAL DE CADA UNO DE NOSOTROS... Nos los recuerda San Juan el Bautista, con su predicación en el desierto exhortando a la conversión, al cambio de las actitudes y de las costumbres, con la que responde a las preguntas de todos los que se le acercan, cuando lo oyen predicar sobre la venida próxima del Reino de Dios y sobre la salvación. Y en sus respuestas encontramos luz para nuestra propia conversión como preparación a la Navidad, en la que hoy Dios se nos acerca nuevamente...

Hay algo que corresponde hacer a todos. Si Dios viene a salvarnos, con ese gesto inmenso de su amor que consiste en venir a compartir nuestra condición humana para elevarla desde la postración del pecado a la santidad original, para prepararnos a recibirlo tenemos que aprender de Él a compartir. Todos y cada uno de nosotros podemos compartir con alguien o con muchos lo que somos y lo que tenemos. Nuestro tiempo, nuestros bienes (nuestra ropa, nuestros alimentos, y quizás muchas otras cosas), los dolores y los sufrimientos de los demás. En todo caso, "compartir" es el nombre que toma el amor cuando se expande entre personas que, como nosotros, estamos siempre limitadas. El mismo Amor de Dios, cuando se hizo carne (Jesús), se expresó continuamente compartiendo todo su ser y todo su haber con nosotros...

CompartirPero además, como a los que le preguntaban, Juan el Bautista puede decirnos a cada uno de nosotros un modo propio y específico de convertirnos y preparar la Navidad. Para los que manejan los bienes de otros, como hacían los recaudadores de impuestos en tiempos de Jesús, que eran llamados publicanos, la exhortación es bien clara: no quedarse con lo que es de los demás. Dicho de manera más clara todavía, no robar con guantes blancos, de una manera disimulada, porque siempre será quedarse con algo que es de otro, y por lo tanto simplemente robar...

Manos abiertasA propósito, todos podemos pensar que lo que somos, lo que sabemos y lo que podemos es el mayor regalo que Dios nos ha hecho, y se trata de un regalo que debe servir a los demás. Por eso podemos decir justamente que no nos pertenecemos, y por lo tanto no nos podemos quedar con todo ello como si fuera un don que es sólo para nosotros mismos. Todo lo que Dios nos dio, y por lo tanto también nosotros, pertenece a los demás y los demás lo tienen que poder aprovechar y disfrutar...

Para los que ejercen alguna autoridad, como hacían los soldados romanos, representantes del imperio que sometía a los judíos en tiempos de Jesús (¿y quien de nosotros no ejerce cierta autoridad? se lo hace en la familia, en el trabajo, hasta con los amigos), la consigna será no utilizarla para obtener beneficios personales. La autoridad es legítima cuando se la entiende con relación a su origen, el "Autor", es decir, el que genera, el que da vida. Y por eso la autoridad debe entenderse siempre como un servicio que tiene por finalidad ayudar a hacer más digna, más fácil y más posible la vida de los demás...

Corona de Adviento3. JESÚS QUIERE VENIR A NUESTRO CORAZÓN: HAY QUE PREPARARLE UN PESEBRE... En definitiva, lo que hizo Juan el Bautista fue simplemente identificar las formas con las que el pecado se escondía en aquellos que le preguntaban, exhortándolos a cambiar. Nosotros, que queremos prepararnos para recibir a Jesús en esta Navidad, sabemos que el camino es la conversión, el cambio del corazón. El tiempo es breve, ya estamos en el tercer Domingo de Adviento, como nos lo indican las tres velas encendidas en la Corona de Adviento...

PesebreNos toca, entonces, descubrir sin demora las formas que toma el pecado para esconderse en nuestro corazón, y cambiar en eso, para que se convierta en un Pesebre, en el que Jesús se encuentre a gusto y en el que se quiera quedar. Este trabajo será necesariamente personal, porque de esa manera son también las formas con las que el pecado se esconde en nuestros corazones. El Pesebre que armemos, entonces, no puede ser hecho "en serie", según un modelo común que sirva para todos. Reclamará en nosotros algo distinto, algo especial, algo a la medida de cada uno. Para recordarlo, en el Pesebre que venimos armando desde que comenzó el Adviento, a lo que es común a todos agregamos ahora la nota "personal". Como se los indicó San Juan el Bautista a los que le preguntaban qué debían hacer, también nosotros tenemos algo especial para hacer antes que llegue esta Navidad, algo propio y personal...


Lecturas bíblicas del Domingo III de Adviento del Ciclo Litúrgico C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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