Benedicto XVI nos
recordaba el Angelus
del 17 de diciembre pasado que especialmente en Oriente próximo, en
las tierras donde nació Jesús y en sus alrededores, pero también en
algunas zonas de Africa y en otras partes del mundo, hay muchos que hoy
viven el drama de la guerra. Y le surgía entonces espontáneamente la
dramática pregunta: "¿qué alegría pueden vivir? ¿Cómo será su
Navidad?". También hay hoy muchos enfermos, nos recordaba ese día el
Papa, que sufren no sólo en su cuerpo la enfermedad, sino también en su
espíritu, porque se encuentran solos y abandonados. Junto a esto, nos
recordaba, está también el drama de los jóvenes que están
desorientados, porque buscan en vano la alegría en donde es imposible
encontrarla: en una carrera desenfrenada hacia un éxito que no se
alcanza y que no sacia, o en falsas diversiones, o en pasajeros
momentos de borrachera o en el paraíso artificial de la droga...
2.
JESÚS VIENE ESPECIALMENTE PARA LOS POBRES, TAMBIÉN PARA LOS POBRES
DE ALEGRÍA... Jesús, el Hijo de Dios, que lo es todo y lo puede todo,
nace pobre en el Pesebre de Belén. Desde allí llega a todos, y nos
rescata de nuestras pobrezas y miserias. La alegría de Dios que viene y
salva pertenece a todos, pero más que a nadie a los más pobres, y por
eso también y especialmente a los más pobres de alegría. Como nos decía
el Papa en el Angelus
ya citado, la alegría de la Navidad es especialmente para "los heridos
de la vida y huérfanos de alegría"...
3. LOS
REGALOS DE NAVIDAD ADQUIEREN SENTIDO SI NOS DAMOS CUENTA LO QUE DIOS
NOS REGALÓ... Para todas las situaciones en las que sabemos que falta
la Paz (las describíamos al comenzar esta predicación), para
todas las familias huérfanas de alegría o agobiadas por las heridas de
la vida y las preguntas sin respuesta, para todos los hombres que viven
desencontrados o enfrentados, ya sea por diferencias de raza, o de
religión, o por las injusticias para las que no encontramos
explicaciones ni solución, en fin, para todos los hombres en todo los
rincones de la tierra, la Paz nacerá siempre del Pesebre, al que
necesitamos acercarnos para recibirla. Y esa misma Paz, si nos
encuentra dispuestos, inundará nuestros corazones...Volver al inicio de la predicación...