La parte del mundo que nos toca...
1. TAMBIÉN LOS PETISOS
PODEMOS MIRAR A LOS
DEMÁS POR ENCIMA DEL HOMBRO... Basta subirnos a un
escalón (o más, si
hace falta), estirar un poco el cuello, tirar un poco la cabeza hacia
atrás y mirar un poco hacia abajo: enseguida nos
parecerá que todos han
quedado un
escalón más abajo...
Esto
resulta muy cómodo, porque cuando miramos a los
demás
por encima del hombro, convencidos que todos, menos nosotros, tienen la
culpa de todo lo malo que pasa, enseguida podemos comenzar a criticar y
quedarnos tranquilos, esperando cómodamente que los
demás se hagan
cargo de
arreglar todo lo que anda mal en el mundo, mientras a nosotros nos toca
sólo dar las indicaciones...
2. TODO LO BUENO VIENE DE
DIOS. TODOS SOMOS
MENDIGOS DE SU MISERICORDIA... En esto todos nos parecemos. Nadie es
bueno por su propia capacidad. Todos podemos encontrar como razones de
nuestra bondad (en la medida en que la tengamos), las huellas de
nuestra
herencia familiar, las ventajas de nuestro temperamento, la calidad de
la educación que hemos
recibido, los buenos ejemplos que nos han dado. Pero además,
y
sobretodo,
es la gracia y el amor con el que Dios nos sostiene lo que nos permite
hacer algo bueno. Por esta razón, delante de Dios no nos
sirven como
carta de presentación nuestros méritos, sino
nuestro arrepentimiento,
porque si en algo no somos como deberíamos ser, se debe a
nuestro
pecado y nuestra falta de respuesta a los dones de Dios...
Cuando optamos por recibir la comunión
en nuestras propias
manos, las tendemos hacia adelante, unidas. La izquierda hace de
trono, en la que el Ministro pondrá el Cuerpo de
Jesús. Y la derecha
está abajo sosteniéndola. Así
dispuestas, nuestras manos son manos de
mendigos, con las que acudimos a recibir la misericordia con la que
Dios nos alimenta...
3.
TENEMOS QUE CAMBIAR LA PARTE DEL MUNDO QUE NOS TOCA: NOSOTROS MISMOS...
Hay una parte del mundo que está en nuestras manos. Y, en
vez de
quejarnos por lo que no hacen los demás, o quedarnos
esperando que los
demás mejoren el mundo en el que vivimos, podemos meter
manos a la
obra. Vimos en los días pasados un equipo de argentinos que
enfrentó
con compromiso y decisión un sinnúmero de
dificultades para lograr un
resultado, y nos alegramos y admiramos por lo que alcanzaron. Enseguida
a alguno se le ocurrió pensar que teníamos que
tomarlos como modelo
para toda la Argentina. Y a alguno quizás le
gustaría que ellos, que
supieron cómo emprender lo que les tocaba, se hagan cargo de
nuestra
Argentina. No faltará, quizás, quien cansado de
los malos resultados de
nuestra democracia ponga una foto de los Pumas en el sobre de su voto
en el día de hoy...
Pero
eso
no serviría. Ellos hicieron bien lo suyo (y
deberán seguir haciéndolo),
y cada uno tiene que realizar del mismo modo su parte. Hoy votaremos
por los que asumirán la responsabilidad de conducirnos
políticamente en
los próximos años. A nosotros nos toca hacerlo
con responsabilidad y a
conciencia, a ellos responder ante Dios y ante nosotros por lo que
hagan. Pero además ya, ahora (o
a lo sumo dentro de unos minutos si nos tomamos un momento de
reflexión),
sin quedarnos esperando lo que harán los dirigentes de las
naciones, de
las
multinacionales o del mundo entero, o de los clubes o de los deportes,
nosotros mismos podemos empezar a mejorar el
mundo...Volver al inicio de la predicación...
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