En la Cruz, Jesús siempre vence...

Queridos amigos:
 
Aquí va mi predicación del Domingo 25 de noviembre de 2001, Solemnidad de Jesús Rey del Universo. Me apoyé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de hoy:

1. TODO DOLOR HACE SUFRIR, PERO DUELE MÁS CUANDO PARECE INJUSTO Y/O INÚTIL. En esas ocasiones aparece la más peligrosa de las tentaciones, desconfiar de Dios, que nos carcome con una pregunta insistente: ¿Cómo puede ser que Dios permita esto? 

Ante el "espectáculo" de Jesús en la cruz, la gente miraba. Nosotros hoy también tenemos "espectáculos" tremendos. Hoy hay gente que sufre sin necesidad, o sin culpa, o sin escape. Pienso en los chicos que piden en la calle, en las barreras, en los semáforos, quizás explotados por mafias que con ellos hacen plata; ¿qué será de ellos, que crecen en la miseria, quizás no solamente sin alimentos, remedios, techo y calor, sino también, y más tremendo aún, sin amor que los contenga? Pienso también en las multitudes que se desplazan por los desiertos, a pie, con todas sus pertenencias, que no son muchas, a cuestas, buscando un lugar con alguna paz para los suyos. 

2. Jesús nos responde desde la cruz: DIOS ESTÁ SIEMPRE JUNTO AL QUE SUFRE. Por el pecado entró en el mundo la muerte y el sufrimiento, que nos angustia, porque es como un martilleo penetrante que nos golpea una y otra vez, como queriendo insinuarnos que quizás puede ser que todo sea absurdo, y todo termine finalmente mal, con la muerte.

La cruz de Jesús es el colmo del sufrimiento injusto, del espectáculo deprimente del dolor. Pero Jesús no se termina en la cruz. Jesús resucita, y rompiendo las ataduras de la muerte, nos muestra en la cruz lo que quiere y puede: hace del sufrimiento y del dolor un instrumento de su amor.
 
La aceptación silenciosa que Jesús hace de su crucifixión se convierte en la demostración más palpable del amor inclaudicable de Dios. El quiere la Vida. Por eso, no abandona a la creatura más preciosa de la creación: cada hombre y mujer, que de Él viene. Y viene a buscarnos en el sufrimiento, donde la vida más duele.

El sufrimiento nos pone siempre ante el amor misericordioso de Dios. Vuelve a reclamar nuestra confianza. Y Jesús en la cruz promete a quien reconoce su miseria y su pecado, y sufre con aceptación, nada menos que el Paraíso, lo que todos buscamos ansiosamente, y tantas veces nos parece que se nos ha perdido. Ese Paraíso no está en manos del poder y del dinero, sólo Jesús lo puede prometer, porque es Rey verdaderamente, y cuando se trata de la Vida, nunca pierde, siempre vence.

3. Por eso, ACEPTANDO A JESÚS LLEGA LA PAZ. Esta aceptación no es cruzarse de brazos ante los sufrimientos que se pueden evitar, sino trabajar con amor para aliviar el dolor de los demás, y ofrecer el propio como Jesús en la cruz. Jesús reina desde la cruz, le basta ese trono. PORQUE EN LA CRUZ JESÚS SIEMPRE VENCE...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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