Para vivir en su amor...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 11 de enero de 2004, Solemnidad del Bautismo del Señor. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Poder del agua1. EL AGUA ES PODEROSA Y VITAL, PERO NO PUEDE HACERLO TODO... En este tiempo de enero, en las sierras de Córdoba, basta una lluvia repentina para que los lechos de los arroyos que bajan de la sierra, pasen de un momento a otro desde la calma inicial al torrente arrollador que barre con todo lo que se encuentra por el camino. De esta y muchas otras maneras, sobretodo en las inundaciones, pero también en los maremotos y otra cantidad de fenómenos, el agua nos muestra su poder. Sin embargo, no lo puede todo. Las sierras cordobesas hace muchos siglos que reciben ese torrente de agua que corre por ellas barriendo con todo lo que encuentra, y siguen allí, prácticamente inmutables, sin moverse visiblemente de lugar y sin ser arrastradas por el agua...
 
De tal modo resulta vital el agua, que cuando los norteamericanos aterrizaron en la luna, entre las cosas más importantes que realizaron fue verificar si era posible encontrar allí agua. Como no la encontraron, dejó de ser un lugar de interés (a pesar de que ahora vuelva a hablarse de ir nuevamente a la luna, probablemente con inconfesables fines bélicos...). También en los intentos de estos días de conocer algo más sobre el planeta Marte, con la zonda que allí se mueve, el interés mayor es saber si allí hay agua, porque sería el signo de la posibilidad de la vida...
 
El agua resulta tan importante y vital, que, según dicen los que saben, el 70 % de nuestro cuerpo está compuesto por agua. Será por eso que, cuando hace mucho calor y transpiramos mucho, enseguida tenemos una sed abrasadora que nos impulsa a reponer el agua perdida. Sin embargo, el agua no lo puede todo. De nada serviría tomar sólo agua, si no incorporáramos de vez en cuando alimentos. De hecho, cada tanto lo hacemos de modo especial (como lo hicimos aquí en el Hogar Marín el pasado 6 de enero, con un asado para todos los ancianos residentes, los empleados y algunos voluntarios). En esas ocasiones parece no alcanzar sólo el agua, y agregamos algún otro líquido que ayude a "disolver las grasas" y gustar el asado o lo que hayamos comido...
 
El agua, además, es muy útil para la limpieza, pero también allí tiene sus límites. Hay cosas que no se pueden limpiar con agua. Si se nos ha caído aceite en la camisa, o se nos ha manchado con grasa, por más que le pasemos agua, y la dejemos sumergida en ella mucho tiempo, la mancha no saldrá. No se mezclan el agua y el aceite, y el agua resbala sobre la grasa...
 
De la misma manera, el agua que utilizaba Juan el Bautista para bautizar en el Río Jordán no alcanzaba a "lavar" ni "perdonar" los pecados de los que, por medio de dicho Bautismo, se preparaban a recibir al salvador, el Mesías, que sabían que estaba por llegar. Por eso Jesús se dejó bautizar por el mismo Juan Bautista en el Río Jordán, para transformar el Bautismo, y darle al agua una capacidad que hasta ese momento no tenía... 
 
Bautismo de Jesús2. JESÚS SE BAUTIZÓ EN EL JORDÁN, PARA QUE EL AGUA PUEDA HACERNOS RENACER... Jesús, siendo el Hijo de Dios, estaba unido al Padre desde toda la eternidad. Pero se hizo hombre para participar de nuestra condición humana, y de esa manera hacernos participar de su condición divina...
 
Habiendo nacido de María en Belén, como hemos celebrado recientemente en Navidad, creció silenciosamente durante treinta años en Nazaret, junto a María y a José. Y en el momento en que inició su "vida pública", quiso comenzar haciéndose bautizar por Juan el Bautista en el Río Jordán. No porque le hiciera falta, en Él no había nada que limpiar, ni ninguna conversión que realizar. No había en Él nada que cambiar o completar. Haciéndose bautizar, Jesús quiso transformar el Bautismo mismo. Dios, su Padre, se hizo oír, manifestando toda su predilección, y el Espíritu Santo se hizo ver, en forma de paloma. Y desde ese momento, cuando somos bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", derramándose sobre nosotros el signo del agua, somos penetrados por la gracia de Dios y  somos llamados por el Bautismo a participar de la vida de Dios, pasando a ser sus hijos. Por eso somos llamados a participar de su eternidad, y a vencer la muerte para resucitar como Jesús, al fin de los tiempos...
 
El Bautismo hace posible que nuestra vida no tenga fin. Nos abre un destino de eternidad. Por eso le dice San Pablo a Tito, y a nosotros, que Jesús nos salvó haciéndonos renacer por el Bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo, haciéndonos herederos, como hijos suyos, de lo que pertenece sólo a Dios, la Vida eterna...
 
Pero como sucede siempre con los dones de Dios, el Bautismo es al mismo tiempo un don y una tarea, es decir, un don que conlleva una tarea, que consiste en responder al don recibido. Para que el don del Bautismo pueda obrar con toda su fuerza en nosotros, es necesario, con palabras del profeta Isaías, "que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados en planicies". Es decir, que saquemos todos los obstáculos y pongamos de nuestra parte todo lo que hace falta, para que Dios pueda obrar en nosotros. Como decía San Agustín: "Dios, que te creó sin ti [sin pedirte permiso], no puede salvarte sin ti [sin pedirte permiso]"...
 
Dios Padre se hace presente en el Bautismo de Jesús y nos llama su atención sobre Él, para que prestemos atención a su Palabra, que nos señala con claridad el camino que nos lleva a la meta a la que nos ha invitado. El Espíritu Santo también se manifiesta ese día en forma de paloma, para que no tengamos duda que Dios, con toda la frescura de su amor, nos ha hecho sus hijos y nos ha llamado a compartir su Vida...
 
Caridad3. EL BAUTISMO NOS HACE A TODOS HIJOS DE DIOS, PARA VIVIR EN SU AMOR... Dios se ha manifestado en el Bautismo de Jesús, y ha transformado el Bautismo en el instrumento con el que la Iglesia, a lo largo de los siglos, hace renacer como hijos de Dios a todos los que lo reciben, y son llamados a vivir como hijos de Dios...
 
Y así como Dios, en su intimidad, es puro Amor y donación de sí, los hijos de Dios somos llamados a vivir en su amor. Miguel Angel, cuando pintó el techo de la Capilla Sixtina, imaginó el poder creador de Dios representado en el "dedo de Dios". También tenemos que tener en cuenta que somos animados por el amor de Dios, cuando somos "tocados" por Él en el Bautismo, y somos llamados a vivir fielmente comprometidos en el amor, con el que su Vida da frutos en nosotros...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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