1. LA
LIBERTAD ES UNO DE LOS GRANDES ANHELOS DE TODOS LOS TIEMPOS... Hay
cosas que se repiten a lo largo de todos los tiempos. Una de ellas es
el anhelo de una libertad que nos permita ser lo que queremos ser, a la
medida de nuestras propias inquietudes...
Para
algunos la mayor aspiración consiste en liberarse del despertador, ya
que se les presenta como una imagen de la responsabilidad y las
urgencias
que tienen que atender de manera impostergable, más allá de los gustos
o
de las ganas que se tenga de hacerlo. Del despertador nos liberamos, a
veces, en tiempos de vacaciones, pero de todos modos sólo por unos
días. Quizás para otros el mayor anhelo sea
verse liberados de las limitaciones de una rodilla que no funciona del
todo bien, o de unas piernas que con el tiempo se han ido haciendo más
pesadas y no le permiten correr, y en los casos más graves hasta
caminar. Muchas veces podemos anhelar vernos liberados de una
enfermedad que se nos viene encima o nos tiene contra las cuerdas, sin
darnos respiro, y de la que nos podemos cansar...
Para
otros la mayor urgencia puede ser verse liberados de la pobreza, a
veces
extrema y fatal, en la que se han visto envueltos con alguna o ninguna
responsabilidad personal. Quizás otros anhelamos liberarnos de las
autoridades (del jefe en el trabajo,
de las autoridades políticas), de las "esclavitudes" a las que nos
someten o en las que nosotros mismos nos enredamos. Puede ser
también que queramos vernos liberados de personas que nos agotan y a
las que ya no queremos ver porque no las soportamos, o
porque nos hacen la vida muy difícil. En definitiva, quizás quisiéramos
contar con una libertad que nos permita volar por el
cielo, sin más limitaciones que el horizonte, anhelando la reconquista
de una libertad perdida, con la convicción que nos da la
fe de que Dios nos ha hecho para la libertad...
2. JESÚS
VIENE PARA TRAER A ESTE MUNDO NUESTRA LIBERACIÓN... Para eso ha venido
al mundo. Y para eso sigue viniendo todo el tiempo. Jesús vino para
liberarnos de las consecuencias del pecado y de la muerte, y eso lo
logró por su Amor, con su muerte y con su Resurrección. Así
nos abrió
las puertas del Cielo, donde ha ido a prepararnos un lugar en la Casa
de su Padre, que ha querido sea también la nuestra...
Cuando comenzamos a
preparar la Navidad, no sólo nos preparamos para evocar la venida de
Jesús en aquel tiempo pasado sino que especialmente nos abrimos a su
venida presente, en la que llega a nosotros con su Palabra y sus
Sacramentos, para darnos su salvación. Esto nos exige tener en cuenta
cómo y con qué
viene el que nos puede salvar de nuestras opresiones y esclavitudes.
Nos exige estar atentos a aquellas cosas que nos hacen anhelar la
libertad como un bien perdido y al mismo tiempo buscado con urgencia y
ansiedad...
Ya lo
decía el profeta Jeremías: nuestro salvador trae de la mano "la
justicia y el derecho". Por lo tanto, para recibirlo de corazón, habrá
que disponerse a encontrarlo alimentando nuestra vida con estas
virtudes. Dicho sea de paso, no se trata sólo de esperar que otros
hagan con nosotros justicia, mientras exigimos nuestros legítimos
derechos, sino de aprender a vivir desde lo más profundo de nuestro
corazón las exigencias que nos plantea ser justos con los demás, y
ocuparnos y preocuparnos por el respeto de sus derechos...
3. JESÚS
VIENE:
PREPAREMOS UN PESEBRE EN EL CORAZÓN PARA RECIBIRLO... Jesús viene, como
siempre, desde que se hizo Hombre y nació en Belén, para abrir nuestros
horizontes con su Resurrección, y para eso no necesita pedirnos
permiso. Sin embargo, en su sigiloso respeto de nuestra libertad, no
nos impone su salvación. Así como en Belén hubo quienes lo recibieron,
los pastores, en torno a un Pesebre en el que se alimentaban los
animales, y otros que lo dejaron fuera de sus casas (en las posadas y
en la ciudad), así también pasará en esta Navidad...
Iremos señalando con
la
Corona de Adviento nuestra preparación para la Navidad. Cada Domingo de
este tiempo de salvación iremos encendiendo una vela más, marcando de
este modo de una manera visible los cuatro pasos que daremos
preparándonos para recibir a Jesús...
Para
recibirlo a Jesús, que viene a nosotros con el regalo de la salvación,
a nosotros nos toca prepararle un lugar. Sabemos que no necesita un
palacio ni una gran mansión. Bastará que nos animemos a prepararle un
sencillo Pesebre en nuestro corazón...Volver al inicio de la predicación...