1.
CUANDO
RECIBIMOS A ALGUIEN, TENEMOS QUE PONER EN ORDEN LA CASA... De vez en
cuando nos toca recibir visitas o personas que directamente se suman a
nuestra casa. Así de este modo la diócesis de San Isidro se apresta
para recibir mañana, 7 de diciembre, a su nuevo Obispo coadjutor, que
comenzará su ministerio entre nosotros con la Misa que se celebrará a
las 20:30 en el atrio de la Catedral. Cuando nos toca recibir a
alguien, además de la alegría de
compartir con ellos nuestra vida, es una oportunidad que
nos sirve para poner en orden la casa. Así, por ejemplo, hubo que
prepararle un lugar al Obispo coadjutor en la casa episcopal...
A veces
la ropa se va amontonando en
una silla, o en un rincón de un pasillo, o simplemente en un rincón,
esperando que le llegue el turno de ser lavada y planchada.
Otras veces son los zapatos que han quedado fuera de lugar. En alguna
ocasión pueden ser los
platos que se quedaron escurriendo en el escurridor. Puede ser que a
veces baste con pasar un plumero, si todo está más o menos ordenado,
como sucede siempre en los Hogares de las Hermanitas de los Pobres,
pero otras veces es tanto el desorden de las cosas que están
fuera de
lugar que parecería hacer falta una topadora para poner cada cosa en su
lugar...
Además
de
todo lo que hay que quitar, hay que poner algunas cosas. Por ejemplo,
algunas flores, un poco de perfume o un sahumerio. A lo mejor hay que
colgar un cuadro que hace tiempo tenemos ahí apoyado en una pared, o
sobre un mueble, pensando: "mañana lo cuelgo". A lo mejor hay que poner
una bombita de luz para reemplazar otra que se quemó. También hay que
inflar los almohadones de los sillones y hacer muchas otras cosas para
que todo esté en su lugar...
2. PARA PREPARARLE
NUESTRA CASA A JESÚS, NECESITAMOS CONVERTIRNOS... Jesús viene a
nosotros como en la primera Navidad, aquella de Belén, con sólo un
Pesebre para recibir a Dios hecho hombre. En realidad, volvemos a
celebrarla cada año, para que en Navidad podamos recibirlo nuevamente a
Jesús, como María, José y los Pastores en aquella primera
Navidad...
Como siempre, Jesús
viene a nosotros pero no impone su presencia. Para que llegue a
nosotros tenemos que abrirle el corazón, cuya puerta sólo tiene llave
desde adentro. Para que pueda entrar, tenemos que quitar las barreras,
tenemos que allanarle los caminos, nos dice San Juan el Bautista, con
su predicación en el desierto...
3. JESÚS
VENDRÁ AL
PESEBRE QUE LE HAGAMOS EN NUESTRO CORAZÓN, CON AMOR... En definitiva,
para preparar esta Navidad, y la diócesis para recibir al Obispo
coadjutor, convendrá tener en cuenta que no son
palacios ni grandes mansiones las que buscará Jesús (y su Pastor) para
alojarse. Le
bastará un sencillo Pesebre. Jesús vino en un tiempo determinado, que
el Evangelio según San Lucas no presenta con precisión, señalándonos
las autoridades que había en cada lugar. También ahora lo recibimos en
una situación determinada, con las cosas como están y con todas las
circunstancias propias de nuestro tiempo...
En estas
circunstancia nos toca recibirlo y prepararnos para hacerlo de la mejor
manera. La Corona de Adviento nos va señalando la brevedad y la
urgencia de este tiempo. La semana pasada teníamos encendida una sola
vela, hoy son dos, y quedan para agregar sólo otras dos más. El tiempo
urge, no lo podemos perder, no nos podemos demorar...Volver al inicio de la predicación...