Es posible la Navidad...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación del 24 de diciembre en la Misa de Nochebuena en el Hogar Marín y en la Abadía de Santa Escolástica y de hoy, Navidad, en la Abadía Santa Escolástica:

Benedicto XVI1. LA NAVIDAD ES UNA FIESTA ALEGRE, AUNQUE NO SIEMPRE FÁCIL DE CELEBRAR... A muchos les cuesta esta fiesta, porque creen que no tienen motivos para la alegría, o no los saben encontrar. Quizás piensan que son muchas las amarguras que les han caído encima, y al tiempo que se ven sumergidos en el dolor pueden pensar que no pueden darse el lujo de la alegría...

MaioloLa joven mujer que se abalanzó sobre el Papa y llegó a derribarlo al comenzar la Misa de Gallo que celebraba hace unos horas en la Basílica de San Pedro (gracias a Dios sin consecuencias para él, aunque lamentablemente sí para uno de los Cardenales que lo acompañaba en la procesión) seguramente tenía más de una tristeza encima, además de un desequilibrio mental, según pudo saberse. Pero más allá de esta anécdota, hay muchas personas que sufren sobre las que cabe preguntarse: "¿qué espacio tienen para la alegría? ¿Cómo será para ellos su Navidad?". Y cuando vemos hoy mismo jóvenes que harán de esta noche una noche de fiesta sin siquiera preguntarse los motivos, podremos pensar que están desorientados, buscarán quizás en vano la alegría en donde es imposible encontrarla: en pasajeros momentos de borrachera o en el paraíso artificial de la droga...

JóvenesLo mismo podemos pensar nosotros hoy en nuestra Argentina cruel ante las víctimas de una sociedad que se hace cada vez más violenta, quizás también por la falta de horizontes que lleva a muchos a jugarse "todo por nada"...

Gracias a Dios, también hay muchos jóvenes, entre ellos todos los que han aparecido en estos días por el Hogar Marín para alegrar a los ancianos con sus cantos, sus regalos, sus cuidados y su mimos. Que saben dónde encontrar y cómo dar alegrías profundas y duraderas. Eso permite confiar en que hay muchos dispuestos a renovar nuestro mundo con las luces que reciben de Dios en este mundo que parece debatirse en las tinieblas, pero de todos modos, si queremos darnos un espacio para la alegría de la Navidad nos tenemos que preguntar cómo podrán celebrarla los que hoy sufren. Esto nos llevará hasta el sentido más profundo de la Navidad, donde encontraremos razones para una alegría que nada ni nadie nos pueda arrebatar...

Pesebre2. JESÚS VIENE ESPECIALMENTE PARA LOS POBRES, TAMBIÉN PARA LOS POBRES DE ALEGRÍA... Jesús, el Hijo de Dios, que lo es todo y lo puede todo, nace pobre en el Pesebre de Belén. Desde allí llega a todos, y nos rescata de nuestras pobrezas y miserias. La alegría de Dios que viene y salva pertenece a todos, pero más que a nadie a los más pobres, y por eso también y especialmente a los más pobres de alegría. Podemos seguir a Benedicto XVI en las últimas Navidades, y encontrar en sus palabras las luces des Misterio que viene a iluminar a todos, especialmente a "los heridos de la vida y huérfanos de alegría"...

En primer lugar nos recuerda que el secreto de la auténtica Navidad consiste en un Niño que, siendo Dios se hace hombre y nace en Belén para salvar a todos los hombres, ofreciéndonos el don de su salvación. Sólo un Amor como el de Dios puede ponerlo en marcha para hacer su casa entre nosotros. Y lo hizo en el silencio y en la pobreza de un Pesebre en una gruta de Belén destinada al refugio de los Pastores y los animales, es decir, en el silencio y la pobreza más completa...

En segundo lugar, nos recuerda que Jesús no es un Salvador "barato". Al nacer en la pobreza del Pesebre Jesús viene a ofrecer a todos la única alegría y la única paz que pueden colmar las ansias de nuestro corazón, y darnos la Paz que tantas cosas parecen querer arrebatarnos. Pero hay que estar dispuestos a recibirla en los caminos en los que se encuentra nuestra salvación. Ese Niño nacido en el Pesebre es el que llega después de un camino recorrido con paciencia y entrega total al drama de la Cruz, de donde surge resucitado para darnos la salvación. El coraje de recibirlo, como María, José y los Pastores, en la pobreza del Pesebre, con sencillez y humildad, reclamará después la fidelidad que María, y seguramente los mismos san José y los Pastores, tuvieron que sostener con perseverancia hasta la Cruz de Jesús y la propia. Y es así como se puede llegar a compartir con Él su Resurrección...

En tercer lugar, la señal de Dios es el Niño, nos recuerda Benedicto XVI. Es su modo de reinar. Jesús no viene con el poderío y la grandiosidad externas de quien muestra su poder, sino con la ternura de un Niño, que abre sus brazos en el Pesebre, y los mantiene abiertos hasta la Cruz, porque en Él todo es dar. Dios nunca quiere abrumarnos con la fuerza. Con la ternura del Pesebre nos evita el temor que podría provocarnos su grandeza. Sencillamente se hace Niño porque quiere pedirnos nuestro amor. No quiere de nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad de la renuncia que es parte esencial del amor, nos decía hace unos años en la Nochebuena...

Pesebre3. SI REGALAMOS EN NAVIDAD, QUE SEA COMO CON NOSOTROS HACE DIOS... Para todas las situaciones en las que sabemos que falta la Paz, para todas las familias huérfanas de alegría o agobiadas por las heridas de la vida y las preguntas sin respuesta, para todos los hombres que viven peleados o enfrentados, en fin, para todos los hombres en todo los rincones de la tierra, la Paz nacerá siempre del Pesebre, al que necesitamos acercarnos para recibirla. Y esa misma Paz, si nos encuentra dispuestos, inundará nuestros corazones y nos hará sus mensajeros...

La Navidad es una fiesta en la que se acostumbra hacer regalos, y esto viene de su profundo sentido religioso. Se trata de imitar a Dios, que se ha dado a sí mismo gratuitamente. Por eso a la hora de hacer regalos no deberíamos olvidar el modo que el mismo Jesús nos enseña a regalar. Así como Jesús se nos da del todo, desde la ternura del Pesebre hasta la crudeza de la Cruz, nosotros deberíamos tratar de darnos mutuamente unos a otros al menos algo de nosotros mismos. De esta manera nacerá en nosotros una alegría que encuentra sus raíces en los motivos profundos de la fiesta que celebramos. Para eso vale especialmente hacer regalos no sólo a quienes a su vez nos regalan, sino también a los que nadie hace regalos ni pueden darnos nada a cambio. Así lo hizo Dios, desde el Pesebre hasta la Resurrección, pasando por la Cruz, dándonos tu Vida. Vale le pena el intento: ¡Imitémoslo!...


Lecturas bíblicas de la Misa de Nochebuena:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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