No hace falta ver sino creer...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 11 de abril de 2010, Domingo II de Pascua (de la divina misericordia) del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín (clic aquí para verla y oírla en Youtube):

Buen vino1. LAS COSAS MALAS EMPEORAN CON EL TIEMPO, Y LAS BUENAS MEJORAN... Lo podemos comprobar fácilmente, por ejemplo, con el vino. Un vino de mala calidad no va a mejorar con el tiempo, por mucho que lo dejemos añejar. Un vino tinto bueno, en cambio, si lo conservamos en el recipiente y en las condiciones de temperatura, humedad y luz adecuadas, es muy probable que mejore con su añejamiento, siempre dentro de los límites que cada vino y cada condición permite...

AmargoEsto mismo se puede aplicar a cada uno de nosotros. Con el paso del tiempo nuestros defectos no suelen corregirse. Al menos no se corrigen solos. Si los dejamos estar, cada vez serán más notables. Si somos malhumorados y no trabajamos para mejorar nuestro humor, cada vez lo tendremos peor. Si somos cascarrabias, cada vez lo seremos más, salvo que trabajemos para mejorar este defecto. Y si somos pesimistas, cada vez lo seremos más, a menos que nos pongamos a trabajar para tener una mirada más positiva sobre las cosas de la vida...

De la misma manera, nuestras virtudes irán creciendo con el tiempo, si es que que no nos dedicamos a echarlas a perder. Si somos pacientes, el ejercicio de la paciencia nos la hará crecer cada día. Si somos serviciales, lo seremos cada vez más, aunque con el tiempo puedan disminuir nuestras fuerzas y tengamos que ir adaptando a nuestras posibilidades reales el tipo de servicios que podamos brindar a los demás...

Cruz y Cielo2. LA PAZ, LA ALEGRÍA Y LA VIDA QUE JESÚS NOS DA SIEMPRE PUEDEN CRECER MÁS... Dios nos ha hecho para la paz y para la alegría sin límites, y ha sembrado en nosotros una vocación de eternidad. Nos ha llamado a vivir con Él en una eterna comunión, que dure para siempre...

Pero todo esto no es posible en las estrechas dimensiones de esta vida. Por eso, para salvarnos, para llevarnos a la altura de la vocación para la que nos ha hecho, Jesús asumió nuestra condición humana, y la llevó con amor y paciencia inclaudicable a la Cruz, y desde allí nos la devolvió transformada por la Resurrección...

Tumba vacíaPor eso Jesús es para nosotros, y para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, la fuente de una paz y de una alegría que no se terminan. Y esto es posible porque la Vida del resucitado es una Vida que vence al pecado y a la muerte, y es una Vida eterna, que Jesús nos regala desde el Sepulcro vacío por su Resurrección. Por eso la fe de la Iglesia, que da testimonio de ella a los hombres de todos los tiempos en todos los rincones del mundo se basa en la fe de los Apóstoles, testigos de las apariciones de Jesús resucitado y del Sepulcro vacío...

AbsoluciónJesús, cuando se aparece a los Apóstoles después de la Resurrección, les dijo insistentemente que venía a traerles la paz. A medida que los Apóstoles fueron pasando del temor a la fe, también se les cambió el miedo por la alegría. En la medida de su fe, creció en ellos la paz, la alegría y la Vida del resucitado, que inundó progresivamente sus corazones...

Jesús envió a los Apóstoles como testigos y artífices de esta paz. Esta misión de los Apóstoles es celebrada por la Iglesia dentro de la Octava de Pascua. Para eso en el segundo domingo de Pascua, llamado de la divina misericordia, la Iglesia nos presenta este relato que nos hace San Juan del encuentro de Jesús resucitado con los Apóstoles. Jesús sopla sobre ellos el Espíritu Santo, y los envía a perdonar en su nombre los pecados. Este ministerio del perdón confiado a la Iglesia hace que podamos enriquecernos cada vez más con el misterio de la divina misericordia, en la medida en que nos arrepentimos de nuestros pecados. Y de este modo, bañados continuamente por la misericordia de Dios, podrá crecer cada día más en nosotros la paz, la alegría y la Vida que sólo Jesús nos puede dar...

Santo Tomás, Caravaggio3. NO HACE FALTA VER SINO CREER, PARA RECIBIR LA VIDA QUE JESÚS NOS DA... Puede ser que alguna vez hayamos pensado que a nosotros nos ha tocado una parte difícil, ya que somos llamados a la fe para encontrar la salvación, sin tener demasiadas constancias que nos garanticen la verdad de este fe, y que todo sería más fácil si nos ofrecieran más pruebas que nos lleven a la fe. Sin embargo, no seremos los primeros que tengamos esta ocurrencia. Ya lo pensó el Apóstol Santo Tomás, de sobrenombre el Mellizo, que no se encontraba con los demás la primera vez que se les apareció Jesús resucitado a los Apóstoles. El Domingo siguiente Santo Tomás pudo ver a Jesús resucitado, y también pudo creer. Seguramente no fue sólo Santo Tomás el que quiso saciar su curiosidad metiendo sus dedos en las llagas de Jesús...

El gran pintor Caravaggio (1571-1610) seguramente pensaba en los demás Apóstoles, pero también en cada uno de nosotros, cuando ponía en su pintura de esta escena no sólo a Santo Tomás introduciendo su dedo en la llega del costado de Jesús, sino también a otros dos que, por encima de Santo Tomás, y como queriendo apoyarse en su incredulidad para no poner en evidencia la propia, se asoman casi con morbosidad para ver las llagas de Jesús...

MisericordiaEn todo caso, no fue lo que vio Santo Tomás lo que lo llevó a la salvación, sino la fe. Por eso la alabanza de Jesús no fue para él, sino para nosotros, cuando nos dijo: «¡Felices los que creen sin haber visto!». No es, entonces, "ver" más lo que nos hace falta, sino creer más y mejor, y vivir con más compromiso y decisión las consecuencias de esta fe a la que Jesús nos llama, para que alcancemos esa paz y alegría que nadie podrá quitarnos, y para alcanzar la Vida que sólo Jesús nos puede dar, y que es la única que puede más que el pecado y que la muerte...

Nuestro, tan necesitado de paz y de alegría, tiene por eso mismo necesidad de volverse hacia Dios, para encontrar en el corazón de Dios lugar para sus miserias, y acogerse así a la misericordia de Dios. Por eso en la medida en que movidos por la fe sepamos abrirnos a la misericordia de Dios, seremos capaces de recibir de Él lo que sólo Él nos puede dar, la Vida, la Paz y la Alegría sin medida...


Lecturas bíblicas del Domingo II de Pascua del Ciclo C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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