1.
NO SE PUEDE TENER SIEMPRE TODO, NO HAY MÁS REMEDIO QUE ELEGIR... A
lo largo de la vida nos pasamos eligiendo, y no puede ser de otra
manera. No se puede tener todo. Por eso resulta muy útil, de vez en
cuando, mudarse. En ese momento, a la hora de preparar la mudanza,
seguro que encontraremos una cantidad de cosas que hemos ido
guardando, que hemos usado muy poco o nunca. En verdad, basta volver
a verlas para que nos demos cuenta que podemos prescindir de ellas,
sin que por eso nos falte nada que tenga importancia. A la hora de
la mudanza nos convendrá separar aquellas cosas que de algún modo y
en algún momento nos podrán resultar útiles, de todas aquellas que
no lo serán y que podremos dejar...
Lo mismo sucede
cuando tenemos que hacer un viaje, también en este caso es necesario
elegir. No cabe todo en la valija, y hay que optar por aquellas
cosas que nos parecen más importantes, según el lugar donde vamos y
el tipo de viaje que estamos por emprender, para que no nos
carguemos de peso con cosas que no vamos a necesitar, ni se nos
queden sin llevar las que más nos harán falta...
2. PARA SEGUIRLO A
JESÚS, HACE FALTA ESTAR DISPUESTOS A TODO... Podemos decir que toda
la vida cristiana siempre es un misterio de elección. No se lo sigue
a Jesús sólo por seguir la corriente, porque eso no nos llevaría a
ningún lado. Cuando elegimos personalmente seguirlo a Jesús,
entonces el camino de la fe se hace un camino apasionante, con una
meta precisa a la que somos llamados. Y eso es lo que vemos si
fijamos nuestra mirada en la Beata
Teresa de Calcuta, de cuya muerte, es decir, su nacimiento
para el Cielo, hoy se cumplen 13 años. Ella decía de sí misma: "De
sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la
fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo.
En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al
Corazón de Jesús". Se fue a la India eligiendo seguir a
Jesús,
vivió sus primeros años en Calcuta en un Hogar de las Hermanitas de
los
Pobres, aprendió a hacerlo en el servicio de los abandonados
para alegrarles el final de la vida y fundó las Misioneras
de la Caridad...
Dios nos ha hecho
para la vida Eterna, y hacia allí vamos cuando con nuestra decisión
nos proponemos seguirlo a Jesús. Somos, de esa manera, peregrinos
que marchamos hacia el Cielo. Jesús nos habla hoy de tres cosas
fundamentales, sin las cuales no podremos ser capaces de seguirlo
por su camino y hacia su meta de eternidad, que Él ha querido que
sea también la nuestra...
A veces podrá
parecernos que cuando se acerca el sufrimiento e incluso la muerte,
nos encontramos ante un precipicio, que no sabemos cómo superar.
Pero en ese momento convendrá que tengamos en cuenta que Jesús no
nos llama a cada uno en forma aislada a recorrer este camino. Como
sucede con los chicos de este dibujo, si vamos hacia la Cruz
cargándola junto con otros, veremos cuánto podemos hacer unos por
otros en el camino de la Cruz. Habrá momentos en que nos toque a
nosotros poner más el hombro para cargar con la Cruz, la propia y la
de los otros. Pero también llegarán momentos en que los otros lleven
el peso mayor, y nosotros podamos, simplemente colgados de la Cruz
que los otros llevarán sobre sus hombros, sostenernos gracias a
ellos en las partes más difíciles del camino...
Por otra parte,
sólo el amor puede hacernos seguir a Jesús con decisión, por el
camino que lleva a la Vida eterna. Y Jesús nos recuerda que el amor
que nos lleva a seguirlo nunca podrá estar en un segundo
lugar. El
amor de Jesús sólo admite el primer lugar. El amor a Dios sólo es
tal si está por encima de cualquier otro, ya que nadie puede estar
por encima de Dios. De todos modos, no hay por qué inquietarse. El
Amor es uno solo. Y por eso, el amor a Dios siempre integra a los
otros, aunque no necesariamente suceda al revés. Si queremos a Dios
más que a nadie, ese amor podrá integrar de manera ordenada nuestro
amor filial (al padre y a la madre), matrimonial (al cónyuge),
paternal y maternal (a los hijos), fraternal (a los hermanos),
social (a nuestros hermanos en el sentido más amplio del término) y
hasta a nuestra propia vida, ya que justamente en Dios todo esto
adquirirá su sentido...
3. CONFIEMOS EN
JESÚS. CON ÉL TENEMOS TODO LO QUE NOS HACE FALTA... La confianza es
el gran paso al que nos llama la fe. Y ante el desprendimiento al
que Jesús nos llama, para que nada ni nadie se nos ponga delante de
Él y nos tape el camino de la salvación, hace falta que, con mucha
confianza, tengamos la certeza de que con Jesús, nada nos falta...
Podemos decir que
lo que más anhelamos es la vida, que es la vez un signo y un resumen
de todos los dones que nos vienen de Dios. Del mismo modo, a lo que
más le tememos es al sufrimiento y a la muerte, que se oponen a la
vida. Por eso, para crecer en nuestra confianza hace falta que
recordemos que detrás de la Cruz está la Resurrección. Si lo que
necesitamos ante las horas que nos tocan vivir, que en más de un
sentido nos pueden parecer horas y días de oscuridad, hace falta que
tengamos en cuenta hasta qué punto detrás de todo el sufrimiento que
se representa la Cruz, está la luz que surge del sepulcro vacío, de
Jesús resucitado...Volver al inicio de la predicación...
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