1.
SI QUEREMOS TENER TODO, LAS COSAS SE ACUMULAN SIN NECESIDAD... A
todos nos gustan las cosas ricas, y con mucha facilidad podemos
tentarnos cuando las tenemos a mano. Pero si además somos golosos,
la tentación puede llegar a hacerse irresistible, y las
consecuencias también. Porque si tomamos todas las golosinas y los
helados que se nos ponen por delante, inevitablemente vamos subiendo
de peso. La mejor fórmula para hacer un régimen de comidas que
nos
mantenga en el peso justo sigue siendo siempre la más clásica: no
hay que incorporar más calorías que las que gastamos. Todo lo que
incorporamos de más inevitablemente se acumula
en forma de grasa, que se ubica en sus lugares preferidos, formando
"rollos"...
Pero además, si
queremos tener todo, las cosas también se nos acumulan en los
estantes, en las cajas, en el altillo y en tantos otros lugares
donde las vamos guardando, "por las dudas", y van haciéndonos cada
vez más difícil el camino. No hay que perder de vista que la vida es
un camino, ya que partimos de Dios y vamos en marcha hacia Dios,
precisamente por el camino de la vida. Y cuando se nos acumulan las
cosas (no sólo las que tenemos en la casa, sino todas las otras, que
se acumulan tan rápidamente, a veces casi sin que nos demos cuenta),
se nos hace más difícil caminar por la vida. El peso de las cosas
puede ser tanto, que nos haga perder hasta el gusto de la vida. ¿No
será por eso que a veces nos cruzamos con tantas personas que van
por la vida con las caras largas, la sonrisa desdibujada y las cejas
arqueadas?...
Por otra parte, a medida que
nos vamos dejando absorber por las cosas, también crecen las
preocupaciones por mantener lo que vamos adquiriendo y acumulando. Y
pueden crecer tanto, que lleguen a sepultarnos. Cuando esto sucede,
cuando quedamos sepultados por las preocupaciones que nos llevan
detrás de las cosas (para obtenerlas y para mantenerlas), en vez de
prestarnos un servicio para desarrollar de la mejor manera nuestra
vida, las cosas no nos dejan disfrutar de ella. Así, las cosas
pierden claramente su lugar. Dejan de ser instrumentos, se
convierten en el fin y en la meta de la vida. Por eso, para que no
quedemos atrapados por las cosas, hoy Jesús quiera enseñarnos a
ponerlas en su lugar y a utilizarlas de modo tal que nos ayuden a
alcanzar la verdadera meta de la vida...
2. TODO LO HEMOS RECIBIDO, PARA
PONERLO CON AMOR AL SERVICIO DE LOS DEMÁS... Todas las cosas son
instrumentos que hay que aprender a usar. Tienen su finalidad, y
fuera de ella pierden su sentido y se corrompen. Para comprender
bien esta enseñanza de Jesús, conviene asumir todo el contexto en el
que Jesús nos la da...
Cuando
hablamos de los bienes que Dios pone en nuestras manos tenemos que
pensar no sólo en los materiales, sino en todos. También son bienes
que hemos recibido para administrar, dando frutos de amor en el
servicio a los demás, todos los dones y capacidades, que llamamos
talentos con lenguaje del Evangelio. Benedicto
VI en la Vigilia de oración por la beatificación del Cardenal
Newman nos decía ayer que este hombre de Dios nos enseña con
su vida que no podemos guardar para nosotros este don de la fe, sino
que debemos dar testimonio de ella con valentía. Los mártires de
hoy, nos decía el Papa, puede ser que no sean ahorcados,
descoyuntados o descuartizados, pero tendremos que estar dispuestos
a que seamos excluidos, ridiculizados o parodiados, como puede
pasarnos si vivimos lo que creemos...
En este viaje a
Inglaterra Benedicto XVI visitó ayer un Hogar de Ancianos de las
Hermanitas de los Pobres fundado en el año 1863, todavía en vida de
santa Juana Jugan, su fundadora. El Papa
nos recordó en esa visita al Hogar San Pedro, en Londres, que
el número creciente de ancianos de nuestra sociedad, gracias a los
avances de la ciencia que nos permiten vivir más tiempo, son una
bendición, ya que cada generación aprende de la experiencia y de la
sabiduría de la que la precedió. Por eso, decía el Papa, la caridad
con la que se asiste a los ancianos debería considerarse no tanto un
acto de generosidad como un acto de gratitud. Si todos los bienes,
entonces, son instrumentos del amor, y dan sus frutos si los ponemos
al servicio de los demás. servir a los ancianos como enseñó santa
Juana Jugan a las Hermanitas de los Pobres, no es más que un ejemplo
claro sobre el modo de poner todo al servicio de los demás. Mujer de
fe, atendía a los ancianos, que recibía en las casas que rápidamente
se extendían por todos lados, con los bienes que, a través de los
bienhechores, recibía de la providencia, y que no dejaba de pedir a
través de su intercesor preferido, San José...
3. PARA LLEGAR AL
CIELO, HAY QUE ADMINISTRAR LO QUE RECIBIMOS DANDO CON GENEROSIDAD...
No son los bienes de la tierra los que Dios nos ha querido dar como
propios, sino los del Cielo. Esa es nuestra herencia, que tenemos
prometida...
Por eso, los bienes que ahora
están en nuestras manos los tenemos que asumir según su propia
condición. No son nuestro fin y nuestra meta, son sólo nuestros
instrumentos. Su finalidad es que nos ayuden a caminar por la
tierra de modo que podamos alcanzar nuestra meta que está en el
Cielo. Para eso tenemos que administrarlos de manera tal que den
sus frutos para nosotros y para toda la familia de la que formamos
parte (es decir, toda la familia humana)...Volver al inicio de la predicación...
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