Responder con el perdón...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 3 de octubre de 2010, DomingoXXVII del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín (clic aquí para verla y oírla en Youtube):

Tomate1. CUANDO LAS COSAS ESCASEAN, SU PRECIO AUMENTA CON FACILIDAD... Lo comprobamos cada vez que cambia una estación. Casi de un día para otro suben las verduras que están fuera de estación, por ejemplo pasa con los tomates. Hay momentos en que en algunos Restaurantes dejan de ofrecer entre sus menúes económicos la ensalada de tomates. Son ocasiones que ayudan a descubrir las virtudes de otras verduras, que son muchas y buenas: brócoli, lechuga, acelga, zapallito. Es más, sería buena costumbre comer en cada momento las verduras propias de la estación, que suelen tener precios más normales...

PetróleoTambién sucede con otros elementos. Hace años que en todo el mundo (menos en la Argentina, donde al menos oficialmente los precios tienen siempre un aumento "limitado", a veces incluso artificialmente), el precio del petróleo sube sin parar, de modo que al menos aparentemente buena parte de los conflictos armados tienen que ver con el dominio de las reservas de tan importante fuente de energía...

De todos modos, no sólo los productos comerciables escasean. También pasa a veces con las virtudes. Es el caso de la paciencia, sobretodo en la vida de la ciudad. Aquí en San Isidro el ritmo de vida todavía no se ha acelerado tanto. Y en la Abadía de Santa Escolástica, como en el Hogar Marín, se vive especialmente como en un oasis, son remansos de paz y tranquilidad. A medida que nos acercamos "al centro" de la ciudad la vida parece cada vez más acelerada, y la paciencia comienza a ser cada vez una virtud más escasa. Las personas que caminan agitadas por las calles se miran con desconfianza, hay empujones dentro de los medios de transporte e incluso en la calle. Y cuando se vive bajo presión, nadie es todo lo bueno que podría ser, es muy fácil en esas condiciones reaccionar de mal modo. Hasta el más bueno y mejor educado puede perder la paciencia cuando es sometido a presión. ¿Cuánto más le ocurrirá al que no lo es tanto? Sabemos que la violencia no pone remedio a los males que nos aquejan, ya que "la violencia sólo engendra más violencia". Sin embargo cuando se agota la paciencia es posible la tentación de reaccionar de una manera violenta, para poner remedio a las situaciones que nos golpean también con violencia...

PacienciaPor eso yo creo que habría que admirarse de la paciencia del pueblo argentino. Hace ya veinte años, en el lejano 1990, los Obispos de la Iglesia en Argentina proponían líneas pastorales para realizar una nuevo anuncio del Evangelio para todo nuestro pueblo, señalando entre los desafíos que se presentaban en ese momento el de "una justicia demasiado largamente esperada" (tomaban esta frase de un Discurso de Juan Pablo II al Consejo Episcopal Latinoamericano, en 1984). Lo mismo y con más razón podría decirse hoy, porque a pesar del tiempo pasado no se ve que se haya avanzado mucho por el camino de las soluciones. No parece que las condiciones hayan mejorado, sino todo lo contrario. Por eso nosotros podríamos hoy preguntarle a Dios, como hacía el profeta Habacuc: "¿hasta cuándo?". Y para que no corramos el riesgo de perder el rumbo, Jesús nos enseña, como hizo con los Apóstoles, un camino difícil pero posible, el camino del perdón...

Paciencia2. LA FE NOS HACE CAPACES DE RESPONDER CON EL PERDÓN A TODOS LOS MALES... Perdonar setenta veces siete, como Jesús nos dice, significa perdonar siempre, y sin límites, cuando el que nos ha hecho un daño está dispuesto a cambiar su actitud. Los Apóstoles parecen adivinar nuestras dificultades para asumir semejante propuesta, y ponen en evidencia sus propias limitaciones. Por eso, ante este desafío, le piden a Jesús lo único que les permitirá llevarlo adelante, le piden que les aumente la fe...

La fe, que es siempre un don de Dios, nos permite mirar el mundo y las personas con una mirada distinta, con la mirada de Dios. Siempre hay algo más detrás de los males que nos aquejan, del mal que nos hacen, del mal que nos toca sufrir, que se oculta a la mirada del que está ofuscado o enojado. Pero la fe nos abre los ojos, y nos permite ver más allá del mal recibido. De esta manera nos ayuda a encontrar el bien que se sigue de dar, con paciencia, una y otra vez, una nueva posibilidad al que se quiere corregir. Por supuesto, no se trata de algo fácil. El camino de la fe nunca lo fue. El camino de la fe será siempre un camino que conlleva el sufrimiento. San Pablo se lo avisaba a Timoteo, invitándolo a compartir con él los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, y también nos lo dice a nosotros. En realidad, en la vida siempre aparece el sufrimiento, es parte de ella. Sin embargo, cuando proviene de las actitudes a las que nos lleva la fe, como el perdón sin límites al que hoy Jesús nos invita, se trata de un sufrimiento que, sin dejar de doler, edifica y construye, porque da frutos de salvación...

Semilla,La fe, aún siendo pequeña, siempre da sus frutos. Por su propio dinamismo, si la cuidamos y la alimentamos, la fe, don de Dios, crece día a día, y se va haciendo más fuerte. De allí la comparación que Jesús hace con la semilla de mostaza, muy pequeña, pero suficiente para dar lugar a un gran arbusto. Pero además, como los músculos que ejercita un deportista en sus entrenamientos cuando se prepara para sus desafíos más importantes, la fe crece con el ejercicio. Nada nos hace más capaces de perdonar que experimentar una y otra vez el bien que hace, al que lo da y al que lo recibe, el perdón. Ante cualquier mal es posible reaccionar con enojo y con violencia, y eso no hace más que aumentar el daño. Pero también es posible responder con el perdón, con lo que el mal sufrido pierde su batalla, ya que se convierte en ocasión para el bien que se hace con el perdón. Esto requiere paciencia, pero sobre todo una fe firme, que nos permita avanzar confiados por el camino que nos propone Jesús...

3. HAY QUE REAVIVAR EL DON DE LA FE PARA RESPONDER A DIOS CON GRATITUD... Por otra parte, cuando se trata del perdón, se trata también de gratitud, porque Dios nos ha perdonado primero. Dios puede pedirnos esta virtud, porque cada uno de nosotros somos fruto de Su perdón...

FuegoA Dios, que nos ha hecho sus hijos por su misericordia, le debemos el don de la fe, que nos ha hecho encontrar el camino de la salvación. Hace falta alimentar cada día la fe, y, como decía San Pablo a Timoteo y nos dice hoy a nosotros, reavivarla, como quien alienta y alimenta un fuego para que no se apague...

AbrazoDios, con su misericordia, nos ha hecho una sola familia, de la que todos somos parte. Por eso, como en las familias buenas, siempre es posible, aunque ciertamente difícil, el camino del perdón. Hechos para vivir en familia, comunicándonos unos a otros los propios bienes y dones, estrechando lazos y compartiendo abrazos, signo de amor y de perdón...

Cada día nos animamos a pedirle a Dios seguramente con bastante frecuencia (ojalá), cada vez que elevamos nuestra oración con las palabras que Jesús nos enseñó, el Padrenuestro, que perdone nuestras ofensas "como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". El perdón de Dios nunca nos ha faltado y nunca nos faltará. Sólo falta que cada día cada uno de los que rezamos con esta oración asumamos y cumplamos, con paciencia y con perseverancia, movidos por la fe, la promesa que Le hacemos cada día: estar nosotros dispuestos al perdón...


Lecturas bíblicas del Domingo XXVII del Tiempo Ordinario del Ciclo C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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