Un lugar para que se encuentre a gusto...
1. ¿PODEMOS HACERLE UN LUGAR A DIOS PARA QUE SE ENCUENTRE A
GUSTO?... Es una sana preocupación, y a veces muy dramática, que deja a muchos
en la calle en nuestra patria, la de encontrar el propio techo, donde sentirse
seguros. Quizás sea una herencia que hayamos recibido de los italianos que
inmigraron a nuestra tierra (en la primera parroquia en la que estuve, recién
ordenado, había muchos descendientes de italianos, y era común ver las casas que
construían, con su trabajo manual, a veces durante muchos años, en el fondo de
los terrenos de sus padres, y ayudados por ellos)...
Pasaron
muchos siglos, y aparecieron los templos góticos. En ellos toda la arquitectura
expresa no sólo el lugar en el que queremos encontrarnos con Dios, sino también
y principalmente nuestra búsqueda de Dios, a quien ponemos en la mayor altura.
Las agujas de los templos góticos, como pretende ser la Basílica de Nuestra
Señora de Luján, dirigen nuestra mirada hacia Dios. Y todos sus arcos, esbeltos
y elevados, al tiempo que nos hacen sentir pequeños ante la inmensidad de Dios,
elevan todo nuestro espíritu hacia el que habita "en lo alto" (las Iglesias
modernas, quizás con menos inspiración y con criterios más prácticos que miran
al fácil desplazamiento de los fieles, al alcance con la mirada, desde cualquier
lugar, al centro visual de la celebración, y a la mejor acústica posible, con el
apoyo de los elementos técnicos de nuestro tiempo)...
2. EN REALIDAD, ES DIOS EL QUE QUIERE PONER SU MORADA ENTRE
NOSOTROS... De todos modos, aunque todas estas preocupaciones para buscarle el
lugar a Dios en nuestra vida son importantes, conviene que no nos olvidemos que
es el mismo Dios el que quiere buscarse un lugar entre nosotros. En eso
consiste, precisamente, el misterio de la Encarnación. Dios, que está más allá
del tiempo y del espacio, nació en Belén para tener su morada entre
nosotros...
Pero Jesús no se limitó a quedarse en Belén (tierra en la
que vio la luz el Príncipe de la Paz, y que hoy sigue sometida al absurdo de la
guerra). Para salvarnos, murió en la Cruz, venciendo allí el poder del pecado y
de la muerte, y habiendo resucitado, viene con el Padre y el Espíritu Santo a
poner su morada en el corazón de cada uno de los que lo aman...
Nuestro amor a Dios nos hace vivir en comunión con Jesús, y
Él viene al que lo ama, junto con el Padre y el Espíritu Santo. Y el amor
humano, como el amor divino, es diálogo y servicio. Para que nuestro amor,
entonces, le habrá la puertas de nuestro corazón a Dios, que quiere poner en él
su morada, nos hace falta rezar, ya que la oración es la forma que toma nuestro
diálogo cuando se dirige a Dios. Pero además, hace falta que nos pongamos en
disposición de servicio, como Él mismo se puso al servicio de cada uno de
nosotros desde la Cruz y resucitando desde el sepulcro, que por la fuerza del
Amor de Dios se vio derrotado y quedó vacío. Y con esta disposición al servicio
seremos capaces de hacer lo que Él nos dice...
3. HAY QUE AMAR Y RESPETAR A TODOS, PORQUE DIOS QUIERE
HACER EN TODOS SU MORADA... Por otra parte este amor que nos hace vivir en
comunión con Dios nos hace comprender también la parte que más nos cuesta del
llamado al amor con el que Dios nos exhorta, con su Palabra más comprometedora,
el amor fraterno hacia todos los hombres...