Tareas que parecen imposibles...

Queridos amigos:
 
Esta fue la predicación que preparé para hoy, 4 de julio de 2004, Domingo XIV del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. La Misa la presidió el Cardenal Jorge Mejía, recién llegado de Roma, y por lo tanto fue él quien predicó. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Piquetes1. A VECES LA VIDA NOS PONE ANTE TAREAS QUE PARECEN IMPOSIBLES... Así deben pensar hoy los que tienen a su cargo el orden público, ante la creciente libertad con la que se producen manifestaciones de los movimientos piqueteros. Ayer a la tarde, por ejemplo, un pequeño grupo (no pasaban de 20, según las noticias periodísticas, aunque quizás eran unos pocos más, conforme a la foto), cortó una ancha Avenida (del Libertador) de la Ciudad de Buenos Aires, y pusieron en evidencia el enorme problema ante el que nos encontramos. ¿Cómo hacer, a esta altura, para controlar este fenómeno que, en aras de la defensa de los derechos de algunos (a veces más legítimos y trascendentes, otras veces más dudosos o secundarios), se apodera de los espacios, públicos y privados, a veces con acciones directamente delictivas, sin que se encuentre el modo de proteger los derechos de la inmensa mayoría, que sufre las consecuencias...?
 
Equipo de cocinaTambién podría parecernos una tarea imposible llevar adelante una obra como la del Hogar Marín, si no constatáramos todos los días cómo un pequeño grupo de Hermanitas, de una edad más bien madura, con un pequeño número de eficientes empleadas, alcanzan para tener en marcha esta Casa, verdadero Hogar en el que viven 90 ancianos, atendidos verdaderamente "como en su casa". Apenas unas pocas personas realizan en la cocina la tarea que permite preparar cada comida, como si fueran un equipo tan numeroso como el que vemos aquí al lado...
 
Peso grandeDe la misma manera, puede parecer una tarea imposible o una carga desmesurada la misión que hoy tiene la Iglesia. Se trata, nada menos, que de predicar una palabra sobrenatural de salvación a un mundo materialista y descreído, una palabra de misericordia a un mundo injusto y cruel, una palabra que pone la primacía del amor y del espíritu a un mundo que corre detrás de lo sensible, marginando los valores que la Iglesia está llamada a despertar y alimentar...
 
Esa desproporción que podemos constatar entre la inmensa tarea de la que participamos todos los bautizados, por el sólo hecho de serlo, y los pobres medios con los que nos puede parecer que contamos, no es una novedad, sino que ha sido tenida en cuenta por Jesús cuando nos hizo este encargo...
 
Carretilla2. JESÚS NOS ENVÍA A VENCER EL MAL CON LAS FUERZAS DEL BIEN... El envío de los setenta y dos discípulos, junto con Los Doce Apóstoles, a quienes pone al frente de la misión, nos deja en claro que todos tenemos un lugar en la misión de la Iglesia. Pero además de la misión, Jesús nos deja en claro los medios con los que contamos y el modo en el que podemos realizarla, aunque parezca que nos supera por todos lados. En definitiva, el primero nos da lo que después nos pide que llevemos en su nombre a todos nuestros hermanos...
 
PalaJesús resucitado nos ha cambiado la vida. Su fuerza redentora nos ha cambiado del todo, pasándonos del horizonte de la muerte al horizonte de la Vida eterna. De las tinieblas y la desgracia del pecado nos ha transportado a la luz y a la gracia, de la enemistad con Dios nos ha llevado a la comunión con Él. Toda esta enorme energía del Amor redentor que recibimos de Jesús, es la que Él mismo nos encarga que llevemos a nuestros hermanos...
 
OvejasPor eso, la tarea a la que Jesús nos llama puede parecer imposible, pero no lo es. Tenemos unas fuerzas que no son clamorosas y explosivas, pero que son capaces de cambiar la realidad que nos rodea, poco a poco...
 
Por eso, también, somos enviados "como a ovejas en medio de lobos". Nosotros somos enviados a realizar cotidianamente el bien, de la misma manera que Jesús lo ha realizado con nosotros. Y ese bien no se impone por la fuerza, sino por razón de su propio peso, de modo que la eficacia del bien que hacemos está en sí mismo, y no en nosotros...
 
Esta misión de hacer el bien involucra nuestra palabra y nuestro ejemplo, ya que se sostienen mutuamente. Por una parte, sólo el bien realizado es una palabra que los hombres de nuestro tiempo están dispuestos a escuchar sin demasiada discusión. Pero, por otra parte, la palabra ayuda a que nuestro anuncio no sea nebuloso, sino claro y explícito: es Jesús quien nos ha llevado de la muerte a la Vida, y es Él quien nos llama a todos a ser testigos de la Vida que de Él hemos recibido...
 
Lava platos3. TENEMOS QUE ANUNCIAR A JESÚS CON EL BIEN QUE PODEMOS HACER CADA DÍA... ¿Cuántos platos habrá lavado en su vida cada ama de casa que lea estas líneas? Seguramente, si se pudieran poner uno arriba de otro, harían un altísima pila, muy por encima de donde alcanza nuestra vista, y realmente nos asombraría (podría haber dicho lo mismo de los "amos de casa", pero sospecho que, al menos en algunos casos, la pila sería mucho más pequeña). Pero esa pila sólo se puede armar sumando los platos que se lavan cada día...
 
ConstruirCuando nuevos visitantes llegan al Hogar Marín se asombran porque, siendo una Casa tan grande, todo reluce (los pasillos, en el comedor, en la Capilla). Conviene tener en cuenta que eso no sucede de manera automática. Sólo es posible, porque todo se limpia de nuevo cada día...
 
Así, entonces, nuestra tarea de anunciar a Jesús con hechos y palabras, y de cambiarle de esta manera la cara a este mundo en el que vivimos, no se realiza de un día para otro, sino que es tarea de cada día. También el bien que hacemos cada día se acumula, y le cambia la cara a la realidad en la que vivimos...
 
Haciendo cada veinticuatro horas el bien que cada uno de nosotros tenemos a mano hacer cada día, estaremos construyendo un mundo mejor, en el que habremos podido sumar esa cuota de bien que estaba en nuestras manos, y con la que el mundo no hubiera podido contar, si nos hubiéramos quedado de brazos cruzados, sin hacer lo que nos correspondía. Así se lo anuncia a Jesús, no con la fuera de los elefantes, sino con la paciencia de las abejas y las hormigas...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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