Dejémonos conmover...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 11 de julio de 2004, Domingo XV del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Vecino que barre1. NO SIEMPRE ES FÁCIL LLEVARSE BIEN CON TODOS LOS VECINOS... Cuando llega un vecino nuevo, sobre todo si vivimos en las afueras de la ciudad o en un barrio tranquilo, en zona de casas, nos encontramos ante la urgencia de saber de quién se trata. Cualquier excusa es motivo para saber algo de él. Quizás salimos a barrer la vereda, y en cuanto es posible no asomamos por la reja, para ver cómo es, qué hace, cuáles son sus movimientos. O pasamos por la puerta de su casa, y con todo disimulo agudizamos la mirada para pescar algo que nos sirva de pista. Hasta es posible que nuestra curiosidad nos lleve a saludarlo, y de paso entrar un poco en su vida, para saber de quién se trata...
 
Pero, posiblemente, no tarden en aparecer las discusiones. Que si el tacho de la basura hay que dejarlo ahí o un poco más allá, que si las hojas las barremos a la tarde o a la mañana, que si tiene que enjuagar la vereda justo cuando yo salgo a pasear el perro o lo puede hacer un poco más tarde...
 
Música fuerteTambién los vecinos se abalanzan sobre nosotros, por ejemplo con sus ruidos. Ya sea que se trata de un vecino de departamento, o de casa, o un vecino de cuarto en una pensión, o en el Hogar Marín. Justo cuando queremos descansar nos encontramos con que el vecino decide ponerse a ver televisión, u oír música, y como es un poco más sordo que yo, pone el volumen de modo tal que se oye casi más en nuestra casa que en la suya. O justo el día en que estamos más cansados, los hijos de los vecinos deciden hacer una fiesta con todo, y aparece un disk jockey que pone la música de modo tal que tiembla literalmente toda la cuadra...
 
Como último ejemplo, se me ocurre pensar en la frecuencia con que los vecinos, sobre todo en los departamentos, deciden "mover todos los muebles". Sentimos desplazamientos que van de aquí para allá, que parecen interminables. Nos surgen punzantes las preguntas: "¿Qué estará haciendo? ¿No piensa terminar nunca? ¿Puede ser que tenga tantos muebles, o lo hará sólo para molestarme?"...
 
Por estas y por muchas cosas más, no es fácil llevarse bien con los vecinos. Pero es posible, y por lo tanto, hay que intentarlo. Jesús nos propone hoy el camino y nos muestra cómo hacerlo. El camino es el amor, que es el más importante de todos los mandamientos. Y en la parábola que nos propone nos muestra cómo se hace...
 
Dolor del vecino2. EL AMOR REQUIERE QUE NOS DEJEMOS CONMOVER POR EL DOLOR DEL VECINO... El sacerdote y el levita estaban dedicados al culto, que se realizaban en el Templo de Jerusalén, y del que probablemente volvían (se "baja" de Jerusalén a Jericó, que está cerca de 1000 metros más abajo). Quizás pensaban que eso era más importante que atender al que estaba medio muerto, y por eso siguieron de largo. El samaritano es "un enemigo" del que está medio muerto, pero se deja conmover por éste, que le aparece al lado sin haberlo buscado, y se convierte en "su vecino". Por eso se detiene, y se pone en movimiento para atenderlo...
 
Jesús da vuelta las cosas. No contesta a la pregunta "quién es mi prójimo", porque si lo hiciera dejaría en el centro de la escena al que pregunta. Nos dice que se comportó como prójimo el que se acercó a atender al que sufría, poniendo el centro de la escena la necesidad del vecino...
 
AncianoAsí es que para comportarnos como prójimos tenemos que dejarnos conmover por el dolor del vecino. De los niños que nos tocan el timbre, con hambre de pan y sed de Dios. De mi vecino de cuarto, que quizás está muy solo y aburrido. De nuestros amigos del primer piso (en el Hogar Marín), que son los que tienen más dificultades para moverse y para valerse por sí mismos, porque la enfermedad u otras limitaciones los tienen más postrados. De todos los que nos cruzamos por la calle y no cuentan hoy con un trabajo que les permita tener una fuente de ingresos con la que mantener dignamente a su familia. En definitiva, estamos llamados a comportarnos como prójimos de todos los que llegan a golpear las puertas de nuestro corazón con el rostro de Jesús, que está en cada hermano que nos necesita, y que nos reclama una respuesta de amor...
 
Estamos celebrando esta Misa pidiendo a Dios por el eterno descanso de dos personas que nos han mostrado con su propia vida en qué consiste el recorrido de este camino. Carlos Capparelli, que lo hacía prácticamente "por profesión". Yo siempre le decía que su función en la Municipalidad de San Isidro era "hacer felices a los vecinos". Ya que, ya sea como Secretario de Gobierno, como también en las otras funciones que se le confiaron, durante muchos años, siempre su tarea podía resumirse en poner solución a los problemas que le acercaban los vecinos. Y Alicia Pérez Companc que, por vocación, dedicaba su vida a caridad...
 
Juan Pablo II en Africa3. HAY QUE ACERCARSE AL DOLOR DEL VECINO PARA ALCANZAR LA VIDA ETERNA... Nuestra meta es la Vida eterna (aunque parezca que no tenemos apuro en llegar). Por esta razón, nos interesa la pregunta del doctor que quiere poner a prueba a Jesús, pero sobre todo su respuesta. Toda nuestra fe encuentra su expresión más completa en este doble mandamiento del amor que está en el centro de la respuesta de Jesús (amor a Dios y a nuestros hermanos). El Papa nos enseña a vivirlo con intensidad. Es, primero que nada, un hombre de oración, y así se hace "vecino" de Dios, se acerca cada día más a Él. Pero es también un hombre que vive toda su vida como una misión, y llevando a Jesús por todos los rincones del mundo no ha perdido oportunidad para acercarse al dolor y a las necesidades de todos los hombres (aquí los vemos compartiendo un poco de jugo de frutas y quizás algunos sándwiches con gente del lugar, en uno de sus viajes por África)...
 
EnfermoAcercarse al dolor de nuestros vecinos puede llegar a conmovernos, es decir, a poner en movimiento nuestro corazón para acudir de una manera eficaz a sus necesidades, con todo aquello que esté en nuestras manos, comportándonos así como prójimos de ellos...
 
Puestos ante el buen samaritano, y ante muchas personas que tenemos cerca y que nos muestran con su vida de cada día todo lo que puede hacerse con un amor comprometido, seguramente oiremos a Jesús, que nos está llamando a compartir la Vida eterna, diciéndonos al oído, muy suavemente pero a la vez muy firmemente: "procede tú de la misma manera"...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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